Un zumbido en mi oído me permitió saber que no estaba solo, una alerta casi mágica me hizo voltear hacia aquel negro lago y ahí estabas, iluminada por la luna, suspendida, emulando a aquel que muchos llaman “el salvador”, sin peso, sin expresión, sin alma. – ¿eres real o solo producto de mi imaginación? – Pensé y leyéndome como un libro abierto me dijiste – acercate yo soy real – sin meditarlo camine hacia el lago, nadé hasta ti y cuanto más me acercaba más te alejabas
- ¿Quién eres? ¿Qué eres?
– Soy tu destino – me contestaste – soy aquello que siempre soñaste y nunca pudiste alcanzar – en ese momento deje de nadar y te acercaste a mí, me tomaste de la mano y camine sobre esas oscuras aguas junto a ti.
- Yo siempre he estado a tu alcance – de dijiste – desde que naciste estuve a tu lado, he caminado contigo cuando nadie lo hacía, he llorado contigo incluso cuando de tus ojos no brotaba ni una lagrima y hoy me he presentado ante ti para recordarte que aun después que tu cuerpo descanse en lo que será tu última morada, jamás estarás solo.