Recuerdo que tenía frio, mucha sed y bastante sueño; era una extraña sensación que jamás había sentido, luego flote sobre verdes campos, sobre lagunas azules y negros ríos – ¿dónde estoy? – me pregunte – en ningún lugar y en todos a la vez – una suave voz me contesto.
- ¿Cuánto tiempo ha pasado? - Un segundo y una eternidad – la misma voz replicó.
En ese momento mi mente se aclaró un poco - Entonces estoy muerto – jajaja ya quisieras tú. Digamos que estas soñando – me contesto la voz en tono de burla - ¿Entonces quien eres tú que me visita en mis sueños?
- Soy quien te cuida, pero no te va a salvar – me dijo la voz esta vez con una seriedad casi lúgubre – Entonces debería despertar ya.
- Por supuesto, pero recuerda que aunque tus ojos estén abiertos, al menos en este mundo, jamás dejaras de soñar.
Desperté sobre mi cama, con esa sensación de haber caído de una gran altura, empapado en un frio sudor y con la seguridad de haber aprendido una verdad que ya había sido olvidada.