Conversando con alguien un día, me comentaba que el placer de la vida estaba en las cosas pequeñas, esas cosas que aunque su tamaño sea mínimo o el tiempo que pasan con uno sea reducido , de algún modo dejan una marca en nuestro pensamiento, sentir e incluso nuestra personalidad, estas “cosas pequeñas” también son muy peligrosas, pues la facilidad con la que se vuelven adictivas es realmente impresionante , pero ¿Quién no quiere sentirse feliz todo el tiempo?