Letras Perdidas En Esta Ciudad

Más de lo que pedí

Miércoles 3 de enero del 2024

Pasando las fiestas, los días vuelven a la normalidad aún con cierta ilusión en el ambiente, esas ganas de empezar de cero que contagia todo el mundo en enero y que poco a poco se van perdiendo con el pasar de los días.

Marco regresó el día de ayer y se propuso a pasar hoy día a mi lado como si fuera nuestra fiesta de año nuevo. A pesar de que habían pasado ya tres días del nuevo año, se la ha ingeniado para pedir permiso en el hospital estos días próximos ya que desea "Compartir con el no amor de su vida"

—Planifiquemos el día—mencionó mientras sacaba una hoja y se sentaba frente a mí interrumpiendo mi vista con el televisor.

—Déjame terminar de ver la película, y luego planificamos—me moví para poder ver mejor, pero este se encaminó hacia el televisor y lo apagó manualmente

—Creo que ya terminó.

—Eres un idiota.

Se sentó a mi lado fingiendo dolor por mi palabras y se propuso a escribir.

—Ya desayunamos, el almuerzo lo vamos a pedir y la cena también vamos a pedir, los juegos...

—Podemos cocinar—lo interrumpí.

Reí cuando puso mala cara—Por favor, no vamos a cocinar hoy día.

—Hubieras dicho que vas a crear tú el día, no "nosotros". Mis opiniones no cuentan.

—Esa es la idea—volvió a mirar la hoja—maratón de películas al azar y en los entretiempos juegos de mesa, cenamos, hacemos un spa y luego nos vamos a dormir.

—¿Fin del día?—me burlé.

—Vamos Oda, será un día asombroso.

Las horas pasaron y fuimos cumpliendo con cada uno de los puntos, voy a comentar que se durmió en una de las dos películas que vimos antes de almorzar que tuve que tirarle agua helada como maldad para despertarlo.

Lo obligue a lavar los platos en venganza por obligarme a hacer lo que él quiera por hoy día. Pero no me quejaba, al contrario, había sido un par de días aburridos y en la soledad de mi departamento que ya me hacía falta mi mejor amigo.

—¿Entonces llegando a los treinta prefieres juegos de mesa que ir a fiestas? —me burlé de todos los juegos que había traído y que invadían mi mesa.

—No entras ni a los veintes Oda, y eres más aburrida. No eres nadie para juzgarme.

Me tiré al piso de la sala fingiendo que sus palabras me habían herido. Era con el único con quien podría portarme infantil sin ser juzgada, y él haciéndome feliz me seguía en todos mis juegos haciendo que ahora termine con todos los cojines atacándome.

Entre risas me levantó quedando colgada de él cual niña pequeño, acción que terminó cuando me tiró al sofá haciéndome reír.

—Mira—le mostré una caja de cartón sin forma alguna que había elaborado—para acompañarte he creado un juego, ya sabes, ser original me hace asombrosa.

—¿Cuándo lo hiciste?

—Hace años, es super aburrido. No te emociones—me burlé.

Le extendí el juego y empezó a reírse al verlo—No tienes nada que hacer en tu tiempo libre ¿Verdad?

—No, soy asombrosa lo sé—tomé la caja de sus manos y se la quité—pero este lo jugaremos después. Necesito ganarte en este ajedrez como lo he hecho en años.

—Ni lo sueñes, he estado entrenando estos últimos días.

—Veamos según tú, la mejora que tienes.

Empezamos a colocar las piezas en el tablero y acomodó a un lado las galletas que me había traído gracias a la estupenda madre que él tenía, tengo que visitarla uno de estos días para agradecerle en persona.

—Estoy tan seguro de que voy a ganarte, que deseo apostar algo el día de hoy.

Reí—¿Estás seguro? Yo de ti no me arriesgaría.

—Totalmente, piensa en algo por si ganas.

Analicé todas las opciones que poseía que terminé eligiendo la más bonita e inútil—Si yo gano, debes adelantar tu cumpleaños con una fiesta a lo grande y el día que sea tu cumpleaños deberás contestarles a todos que no es tu cumpleaños y que están locos.

Su carcajada resonó en el departamento y me reí junto a él—Es lo peor que he escuchado, pero está bien, lo acepto—comentó—pero, teniendo en cuenta que tu cumpleaños está más cerca, y como voy a ganar tú deberás hacer lo mismo si pierdes.

Claro, faltaba medio año para su cumpleaños, mientras que para el mío poca más de un mes.

—Está bien, trato hecho.

Nos dimos un apretón de manos así como lo jugadores profesionales y ambos sin ganas de perder empezamos a pensar desde el primer y último movimiento. Con los minutos y risas nerviosas por ambas partes empecé a ver que había mejorado bastante en el juego haciendo que empezara a asustarme.

Cuando las piezas eran menos y los jaques más seguidos de su parte dejé de reír, esto se me estaba complicando solo por el simple hecho de confiarme. Y cuando menos lo esperé un mal movimiento por mi parte me hizo perder el juego dejándome con la boca abierta mientras celebraba por todo mi departamento.

Había perdido ante él, por primera vez en mi vida y lo celebraba como nunca.

Pero mi secreto y mi apuesta eran necesarias para mi juego de la vida, y espero que entiendan por qué no quiero quitarle la ilusión a Marco.

—Eso ha sido trampa seguramente, no me he dado cuenta—me quejé.

—No seas orgullosa y admite que perdiste de una manera limpia.

—Nunca.

Me tomó del tobillo y haciéndome reír me arrastró por mi departamento hasta la habitación y mientras me moría de la risa rebuscó entre los cajones y me extendió la medicina que me tocaba, ni yo me había fijado en la hora.

—Debería vivir contigo—comentó.

—Ya sé que me amas y que no puedes vivir lejos de mí, admítelo—me senté en el suelo—Además, solo vives arriba a menos de un minuto de mi puerta.

—Pero no es lo mismo que vivir contigo.

—Ya sé que me extrañas—reí.

—Me has descubierto—me guiñó un ojo y me arrastró devuelta a la sala.

—¿Jugamos otra? —preguntó con ganas de fastidiarme.

—Cambiemos de juego, mejor.

Él se burló de mi decisión, odiaba perder y él lo sabía, se aprovecharía de mí por el resto de mi vida con su victoria.




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