- Ustedes también lo sienten, ¿verdad? - Dijo Chris Bolger en un tono grace.
No oyó nada, ni siquiera un murmullo. Nadie le respondió, ya que todos la sentían también, esa sensación de infelicidad que emanaba de este lugar.
La casa era vieja, probablemente abandonada hace décadas, y emitía un aura siniestra que daba escalofríos incluso a las criaturas más aterradoras. Los muros decrépitos se mantenían apenas de pie, tan frágiles, rugían de agonía, tratando de alejar a todos los que querían entrar en este lugar.
Inútil.
Los cazadores se aventuraban sin la menor duda. ¡Ahí! Se congelaron por unos segundos, con los ojos abiertos de asombro. Luego vino la ira. Una ira profunda y ardiente.
Al entrar en este lugar, una ola de energía oscura cayó sobre ellos. Imágenes horribles, gritos abominables, un olor abyecto; los vestigios de un pasado atroz inundaban sus sentidos. Los veían, los oían, sentían sus sufrimientos hasta lo más profundo de sus almas. Y por un instante que les parecía una eternidad, no solo los sentían sino también vivían esos sufrimientos incalificables.
- ¿Qué es este lugar? ¿Qué demonios ha pasado aquí? - levantó Domkar, recuperando su mente.
Una sola respuesta llegó a sus mentes: un lugar maldito. No había duda. Esta casa había sido escenario de numerosas prácticas atroces, crímenes odiosos, torturas infames e inimaginables, sufrimientos y matanzas. Cuantas personas, cuantas almas han muerto en esta casa?
- ¡Mantengamos la guardia! -
Chris hablaba con firmeza, no había ninguna señal de duda ni de miedo en su voz; lo que revigorizaba la motivación de sus soldados.
La oscuridad en todo su esplendor los envolvía, tan espesos que cada paso parecía sumergirlos más profundamente en la nada. El frío y la humedad impregnaban el aire a su alrededor, llenando cada pasarela de este espacio de una sensación de malestar persistente.
El suelo crujía bajo cada paso, como si las almas atormentadas que recorrían esta casa siniestra, asustadas, se ponían a correr por todas partes con el fin de encontrar un escondite. Algo monstruoso habitaba este lugar, algo atrozmente poderoso. Y los cazadores acababan de provocar la ira de este monstruo.
Se dividían en cinco grupos de dos personas y cada uno de ellos iba en una dirección diferente para averriguar la casa, excepto Chris y su compañero, Elvor, que permanecían cerca de la puerta para evitar que quien sea pudiera huir de la casa. Despiadadamente, exterminarían a cualquier ser vivo que encontrarían entre estos muros.
Pero nada. Nadie. La casa parecía estar completamente vacía, deshabitada durante décadas. Pero no, no estaban realmente solos. Ya que sentían las miradas pesadas de una multitud de almas asustadas y enojadas puestas sobre ellos. Miradas vengativas y malévolas que nunca flaqueaban a pesar del paso del tiempo. Sentían su sed de sangre.
Por lo tanto, permanecían desconfiados, las manos en sus armas y listos para el combate.
Tiempo después, los otros grupos regrasaron. Habían terminado de investigar todo el lugar.
- No hay nada ni nadie más que nosotros en esta casa. - informó el grupo de Donatal e Irla.
- Y unas cuantas fantasmas, por supuesto. - añadió el grupo de Fritznor y Herard.
Los otros dos grupos también lo tenían por seguro. Confirmaron el reporte de sus compañeros. Habían buscado por todas partes pero no habían encontrado ningun rastro de un enemigo. Pero Chris no lo creía, en lo más profundo de su ser, sabía que ella estaba en algún lugar de esa maldita casa.
- Seguro que nos perdimos algo. Sé que ella está aqui. - dijo.
- Pero... jefe, registramos toda la casa y no la encontramos en ninguna parte. - manifestó Domkar con voz vacilante.
Tenía razón. No había encontrado ningún rastro de su presa en estos lugares. El polvo, las ruinas, los herrumbres... Nadie había puesto un pie en esa casa durante años. ¿Y quién estaría tan loco como para hacer un escondite aquí?
- ¡Te digo que está aquí! - gritó Chris. - ¿Acaso, dudas de mi?
Lo que les sorprendió, incluso al propio Chris. ¿Por qué levantó la voz? ¿Por qué estaba tan nervioso? Esta ira ocultaba un gran miedo. Por qué? Y esa obsesión, ese deseo ardiente de destruir a la bruja, ¿de dónde le salió?
- Vamos a registraremos la casa tantas veces como sea necesario, hasta que encontremos a la maldita mujer. - insinuó en un tono un poco más tranquilo.
Los cazadores se miraban unos a otros con una mirada confusa. Apenas podían verse, ya que la oscuridad tan densa, que los envolvía, trataba de sofocar la débil luz de sus antorchas.
- A sus órdenes, jefe. - se resignaron.
No podían permitirse a desobedecerlo. La sentencia sería la muerte. Chris ya había ordenado la ejecución de muchos cazadores que desafiaban su autoridad. Y los habría hecho matar también. Por lo tanto, obedecían sus órdenes aunque les parecieran grotescas e insensatas.
La casa empezó a temblar de repente. Los muros, ya en agonía, gritaban de dolor, y los ruidos sofocados de los pasos invisibles resonaban a su alrededor, creando una atmósfera angustiosa. Luego, una brisa ligera pero glacial atravesó el lugar, abriendo un camino ante ellos. ¿Era un espíritu fantasmal que quería ayudarles? No, no estaban seguros.
- Sígueme. - indicó Chris Boltger.
No sabía exactamente dónde podía llevarles esa brisa, pero tenía su idea. Un paso luego un otro y un otro, escudriñando con las miradas cada pasarela alrededor de ellos, las espadas afuera de sus vainas, las pistolas y las ballestas cargadas. Sus instintos cazadores estaban despiertos, afilados por la prudencia, por el terror.
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Editado: 22.07.2024