—Todos me tratan diferente excepto tú.
—A mí no me asusta tu entrenamiento.
—Pero seré alfa, ¿seguiremos siendo amigos después de eso?
Conversación entre Derek Miller y Jeanine Du Blanche (11)
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Derek tuvo problemas con el Consejo de Ancianos por haber tomado esa decisión, y el lobo no tuvo mejor idea que llevarla como escolta.
Una de las cosas que a ella no le agradaban era reunirse con los miembros del Consejo, sin embargo bastaba un par de palabras mágicas para terminar cediendo, era por eso que la había arrastrado a una tediosa reunión con ellos al día siguiente de la Ceremonia.
La mayoría de ellos estaban pasmados por la noticia, sin embargo, Elías fue el que debatió arduamente la decisión de ofrecerle protección a Madeleine. Jeanine intuyó que el hecho de que ella tuviera sangre mezclada era la razón por la reticencia del viejo, sin embargo, los demás no lo apoyaban, después de todo, la mujer tenía el peso del apellido y la sangre Miller.
Al final de la reunión se decidió aceptar a Madeleine, con la condición de que no se quedara en la guarida del alfa. Derek aceptó, y ahora Dash era su guardia personal.
Ahora, mientras veía que el ambiente en la fiesta de celebración era tenso, Jeanine pensó que había tenido razón después de todo, fue un mal momento para revelar el origen de la mujer coyote, Derek opacó por completo el propósito de la Ceremonia, y estaba ocurriendo lo mismo con la fiesta.
Encontrando un lugar distante en una esquina, Jeanine observó su casa llena de gente, Jessie ya había asaltado el mini bar con bebidas, Arif estaba conversando con dos guardianes, Logan y Emmy hablaban con la pareja, los demás estaban alrededor, murmurando, riendo, distrayéndose. Tal vez no había sido mala idea, si de algo sirvió lo que Derek hizo fue desmentir muchos rumores locos.
El reloj marcaba las once y media, la música se elevó en el aire y muchos de los solteros sacaron a bailar a las mujeres, los demás ayudaron a mover los sillones para hacer espacio, otros simplemente se fueron al exterior, las parejas se acercaron para moverse, Jeanine los observó con cierta pena, Caleb, Logan, Seth, Raven, todos ellos eran menores y ya estaban vinculados, mientras que ella seguía ahí, en un punto muerto.
Bebió un poco de jugo, retornó su mirada a la puerta abierta, ¿con qué objeto? Por más que él apareciera, sería lo mismo de siempre, observarlo a la distancia, como la pieza de arte tan bella e intocable, tan distante y lejana. Jeanine pensó que debía mover las piezas por su propia cuenta, la noticia sobre esos supuestos permisos de cortejos le había animado a pesar del disgusto que pudo sentir en Derek, ella estaba dispuesta a dejar su soltería.
Divisó a un par de hombres desde la barra improvisada de bocadillos, pero no se animó, de pronto toda su iniciativa le abandonó por culpa de su animal que se resistía a buscar pareja en otro lugar, ¿qué tan difícil puede ser? Sus compañeros de clan eran nobles, amables, protectores, fuertemente adiestrados desde la cuna por sus madres para aprender los valores de respeto y honor hacia los demás, cualquiera de ellos era un buen partido, ¿por qué entonces la idea de ir tras alguno le parecía fuera de límites?
—Linda fiesta —Elliot apareció desde un costado, provocando un sobresalto—. Jessie sabe organizar estas cosas.
Sus ojos de avellana vagaron por el lugar, y la sonrisa le hizo aparecer diminutas arrugas en los bordes, las luces amarillas le daban directo en el cabello castaño resaltando un lindo brillo.
—Veo que tu mente no está disponible en este momento.
Jeanine sonrió.
—Solo estaba pensando.
Elliot le miró de reojo. Los hoyuelos acompañaron su sonrisa.
— ¿En qué?
—Nada importante.
Él le dio un sorbo a su vaso lleno con licor de chocolate. Jeanine regresó su vista a la fiesta, inspiró relajando su postura, sonrió al ver a los cachorros correr esquivando a los adultos para ir afuera.
— ¿Quieres ir un rato afuera?
—Claro.
Blake estaba armando una mesa de ping pong en el patio, el mismo murmullo entonaba una sonora melodía de voces alegres. Se sintió orgullosa de pertenecer a esto, cada una de estas personas la consideraban parte de la familia, y por lo tanto darían su vida si fuera necesario, lealtad, ese era el principio básico que los mantenía unidos, la piedra angular que les permitió sobrevivir durante casi dos siglos.
—Tenemos una buena vida aquí, ¿no lo crees?
Se detuvieron en la barandilla del porche, los barrotes irregulares hechos con gruesas ramas de sauce entretejidas y adornadas con barniz, Jeanine tocó la estructura, Elliot se acercó, estaba mirando al cielo, las estrellas a lo lejos, puntos zumbantes contrastando con la oscuridad del manto.
—Sí —respondió—. Somos afortunados.
Elliot tamborileó sus dedos sobre la barandilla, y cuando los que estaban jugando en la mesa le pidieron unirse, rechazó la oferta amablemente. Jeanine vio a Seth salir para reunirse con ellos, estaba solo y parecía que su pareja no iba a llegar. Se lamentó que las cosas fueran tan difíciles para el pobre rastreador, pero si Reed todavía no se sentía a gusto con los demás nada se podía hacer.
—Sabes —dijo Elliot de forma distraída—. Hace tiempo he querido decirte algo...
Se trabó, llevó una de sus manos a la espesa melena castaña, arrastrándolo hacia atrás. Jeanine esperó a que continuara, observándolo, en un análisis profundo, consideró la idea de arriesgarse a pensar que tal vez ellos dos estaban sincronizados.
—Hemos sido amigos desde siempre y..., cielos, esto es difícil.
—Dilo de una vez.
Elliot rió por lo bajo.
— ¿Quieres salir conmigo?
Jeanine se enfrentó al rico color avellana de sus ojos, y fue inevitable extrañar el tono miel. Se obligó a ignorar ese pensamiento, a ver la posibilidad que tenía en frente. Elliot era bueno y amable con ella, en su mirada había algo familiar, como si en verdad le quisiera, ¿por qué no darle una oportunidad? Esto es lo que estaba esperando.
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Editado: 18.08.2019