—Tu corazón es puro y noble, eres un guerrero, nunca lo olvides.
Nota de Alice Ridger (67) a su nieto Derek (13)
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Podía sentir el estado semi inconsciente de Logan a través del vínculo de sangre, en su mente el lobo pardo temblaba de rabia mientras trataba de sanar las heridas de Emmy. Seth tenía tres costillas rotas, milagrosamente ninguna dañó sus órganos vitales.
En la cabeza de Derek rondaban muchas preguntas y la rabia acumulada en el interior estaba llevando al lobo peligrosamente al borde en el que se convertiría en una bestia furiosa. Respiró, le costaba darle crédito a la veracidad de la situación en la que se encontraba, esto se parecía a una auténtica pesadilla. Pero el dolor que sentía, era tangible, real.
Esto era real.
Jeanine se mantuvo junto a él, un hervidero de crudas emociones enzarzadas en el instinto defensivo que tensaba su cuerpo listo para reaccionar. En otro caso él habría permitido que el orgullo creciera en el corazón, pero Derek no podía evitar sentirse culpable una vez más, nuevamente sus acciones cobraron un serio costo para él, la olla se había destapado y ahora la verdad estaba al descubierto. Y Jeanine estaba en medio de un enfrentamiento que le obligaría a elegir entre su lealtad y su pareja..., no era algo justo para ella y eso hizo que la culpa aumentara todavía más, junto a la fría rabia animal.
— ¿De qué orgullo hablas? —Vociferó Jeanine—. ¿Qué clase de sucia treta es esta Elliot?
El lobo frente a él gruñó fuerte, un intento por amedrentarla, sin embargo Jeanine era más que belleza, era poder, fuego.
—Este supuesto juicio no tiene valor alguno —replicó, luego giró para descargar su furia contra todos los presentes—. Y ustedes... ¡¿Cómo se atreven a ponerse en contra de su alfa después de todo lo que ha hecho?!
Derek sintió las miradas acusatorias, cargadas de decepción y desprecio, fijarse en su cuerpo como cuchillos afilados, estaba expuesto, vulnerable.
—Tobías —llamó—. ¿Qué fue lo que hizo Derek cuando descubriste que tu lobo escogió a un hombre como compañero? ¿Acaso te expulsó por eso? ¿Te obligó a rechazarlo o abandonar el clan?
—No —respondió, vacilante.
—Y tú Alan, ¿qué hizo Derek cuando los guardianes te encontraron en el territorio al borde de morir de hambre?
—Me alimentó.
—Eddie...
— ¡Suficiente! —Exclamó Elliot de forma abrupta—. Los testimonios de esos dos Cazadores jóvenes no sirven para redimir todo lo malo que ha hecho.
Los labios de Jeanine se abrieron, mientras lo veía con absoluta incredulidad en su perfil, el café oscuro se llenó por el amarillo casi desvanecido, furia salvaje corría por su cuerpo, Derek podía sentirla. Así era su sensibilidad respecto a ella.
— ¿Malo? ¿Estás englobando quince años de liderazgo como algo malo? ¿Es que todo el clan ha perdido la cabeza? —Jeanine rió bajo, sacudiendo la cabeza—. Por Dios, Elliot, esto suena cada vez más absurdo.
—Absurdo es que lo defiendas mientras él se esconde detrás de ti como un cobarde, ¿es que no tiene argumentos para demostrar su inocencia?
—Yo no soy inocente —Derek habló, reclamando la atención de Elliot—. Lo que has dicho, todo es verdad.
Por primera vez Derek dirigió la mirada a todos los presentes, en especial a Elías y sus sirvientes del Consejo que manejaba a su antojo. Estúpido código maldito, si atacar a los ancianos no estuviera prohibido él ya se habría deshecho del viejo que no le permitía quitar la espina del puritanismo enterrada desde que se fundó el clan.
—Es cierto, hay una enfermedad que causa una degeneración en el cerebro de los lobos, la cual produce comportamiento errático, agresividad, problemas en la transformación, cambio irreversible y ataque cardíaco. Esta enfermedad es altamente contagiosa, ha dejado doscientos ochenta y nueve infectados registrados, solo treinta y nueve quedan con vida.
Entre ellos, Isaac Meyer, quien todavía seguía en pie.
—He ocultado todo porque preferí evitar el pánico, el clan es seguro.
— ¿Por cuánto tiempo? —Inquirió Elliot—. ¿Cuándo planeabas hacer correr la información? Ya hubo un enfermo sospechoso que generó el temor en el clan, ¿recuerdas lo que pasó con Shane? —Derek gruñó amenazante—. Ese lobo defectuoso huyó como un salvaje del territorio, yo mismo lo seguí para atraparlo, se veía igual que Isaac, rabioso y perdido, con ganas de asesinar.
Derek miró a Jeanine, ante la falta de respuesta y la débil sensación de culpa ajena, Derek supo que Elliot sabía de antemano lo de la enfermedad. Al lobo no le gustaba que le haya ocultado eso, pero lo resolvería después de sacarse a Elliot de encima.
—El caso de Caleb fue una afección derivada de su latencia, los exámenes médicos concluyeron en lo mismo: exceso de presión.
Una risa baja, una burla.
—Puedes decir cualquier cosa para desmentir los hechos, pero dudo que alguien te crea, ya has perdido nuestra confianza y después de hoy cada lobo Moon Fighter te verá como un traidor.
— ¡No! —Gritó—. ¡Ustedes no entienden!
Elliot comenzó a rondar otra vez, un lobo acechando.
—Entenderíamos si hubieras dicho la verdad desde un principio, pero tú escogiste no confiar y tratarnos como un montón de chiquillos histéricos. —El tono de Elliot se endureció.
Tenía el rostro ladeado, cubierto de sudor seco y tierra esparcida en su frente, mejillas y parte de la oreja, los arañazos del cuello estaban diluyéndose, mientras que los fieros desgarros provocados por Emmy todavía permanecían como un remanente de carne expuesta.
—No tienes el poder —masculló Derek—. Tú no eres nada.
El lobo frente a él esbozó una sonrisa animal, perversa y torcida, cargada de suficiencia, como si estuviera saboreando una victoria invisible.
Derek se arrepintió de haberle permitido quedarse, Elliot tendría que haber sido expulsado con los siete lobos Alfa que quedaron en el clan cuando tomó el lugar de su padre.
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Editado: 18.08.2019