—Todo está marchando de acuerdo al plan, ahora solo debemos deshacernos del peón para comenzar a repoblarlo.
—Cuando usted lo ordene, comenzaremos la misión.
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— ¿Por dónde empezamos?
Derek se detuvo, todavía agarrando su mano y sonriendo como niño. Jeanine aún no terminaba de asimilar el cambio abrupto de humor, el lobo que la sostenía pasó del semblante abatido a un estado de euforia como jamás lo había visto antes. Parecía un cachorro cargado con azúcar.
—Donde tú quieras.
Derek sonrió, observó alrededor. El lugar plagado de luces, sonidos y movimientos, parecía que todo marchaba a grandes pasos y ellos estaban detenidos. Una hilera de farolas negras de brillantes luces blancas iluminaban las decoraciones de árboles pequeños, de esos que nunca perdían sus hojas, entre ellos se situaban bancas ornamentales hechas en madera, con refinados tallados que decoraban cada una, grabados de animales, flores y hasta paisajes.
—Ya sé.
Derek sacó una moneda del bolsillo interno de su chaqueta, comenzó a darla vuelta entre sus dedos.
— ¿Cara o cruz?
—Cara.
La lanzó al aire, y luego la atrapó entre sus manos, él tenía la expresión victoriosa en su rostro, curiosamente ya no tenía los ojos hundidos y el cansancio retrayendo sus facciones. El retiro le había sentado bien, sin embargo, pese a verse bien por fuera, ella sabía que seguía igual de débil por dentro.
Sonrió, ahora tenía una oportunidad y no pensaba arruinarlo, ya encontraría la forma de remediar el daño que estaba sufriendo por la soledad.
— ¡Cruz! —Exclamó.
— ¡Hiciste trampa! —Jeanine reprochó entre risas.
—No seas una mala perdedora, Jeanine, yo escojo el primer juego.
A lo lejos, en la parte final del predio, se veía la enorme e intrincada montaña rusa conduciendo coches a gran velocidad por sus carriles.
—Hamacas colgantes.
Ella frunció el ceño, Derek adoraba las montañas rusas y no perdía oportunidad de subirse a una si podía.
—Creí que elegirías ese —apuntó a lo lejos.
Derek se encogió de hombros.
—Pero a ti te da miedo.
Jeanine rió bajo.
— ¿Quién lo dice?
El lobo frente a ella esbozó una sonrisa afilada, la miel se convirtió en ámbar.
—Recuerdo bien que cuando éramos jóvenes, nunca quisiste subir conmigo, te daba miedo.
—Teníamos trece.
— ¿Y?
—Y ahora soy adulta. —Jeanine se acercó, ladeando la cabeza—. ¿Tal vez se invirtieron los roles?
Derek entre cerró los ojos, a través de las rendijas podía ver el brillante color moverse, el lobo estaba activo viéndole a través.
—Siempre encuentras la manera de sorprenderme —dijo, y luego jaló para avanzar—. Vamos, Oh... Mira... ¡Chocolate!
El rumbo fue cambiado rotundamente y ella reía viéndolo caminar con prisa hacia un puesto en donde vendían frutas con cobertura de chocolate.
— ¡Espera! Acabas de comer galletas, y una barra con nueces y maní.
Ahora Derek arrugó el entrecejo.
— ¿Cómo lo sabes?
Jeanine se tocó la nariz.
—Oh... Claro... Qué idiota soy —Derek volvió su atención a la fila del puesto—. Pero solo serán algunas frutillas.
—Claro, si con eso te refieres a una cubeta entera.
Derek sonrió a medias.
—Oh, Jeannie, me conoces tan bien que a veces me asusta.
Tras comprar la cubeta llena de frutillas con chocolate y decoración de brillantes colores, ambos caminaron con más lentitud mientras Derek devoraba una tras otra, la organización del lugar era excelente, los puestos de juegos de competencia y de comida estaban a ambos lados del ancho sendero cortado en la parte media por las farolas y árboles, dividiendo así los dos carriles, uno de ida y otro de regreso, de esa forma el tráfico de gente estaba más ordenado. Había toda clase de personas, humanas y cambiantes de varios tipos, durante el lento paseo Jeanine identificó a una pareja de leones, tres linces, una cuadrilla de cinco leopardos, un jaguar y muchos, muchos pumas.
Además de leopardos de las nieves.
—No creí que a los gatos les gustaran estas cosas.
— ¿No? —Derek repuso con un borde irónico—. Les encanta jugar, y son ideales para administrar esto.
— ¿Quién está a cargo?
—Los Ice Daggers administran las recaudaciones y los White Claws se encargan de lo demás. Hay rumores que dicen que Aria le dijo a Sean que quería volver a estar en una feria, y el puma se puso en acción.
— ¿Sean construyó todo esto solo para ella?
—Eso dicen...
Jeanine sonrió pensando en lo tierno que sonaba eso.
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Editado: 18.08.2019