—Tenemos el privilegio de ser una raza avanzada, comprendemos el mundo de una forma que los humanos jamás podrán. Somos superiores, podemos obtener el control, establecer un nuevo orden mundial, si estamos unidos, si mantenemos la pureza de sangre.
Proclamación ideológica puritanista. Octubre 17, año 2210.
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Siguió las instrucciones, en un vaso de agua limpia con azúcar colocó cinco gotas del líquido color amarillo verdoso que estaba contenido en un pequeño frasco de vidrio. No tenía olor ni sabor, pero desconfiaba como con cualquier droga. Derek mezcló la bebida, y volvió a escuchar la grabación, a leer la nota.
—Mierda —masculló, la desesperación le llevó a creer que le haría algún tipo de bien, después de todo, ese líquido le dio el tamaño y la ventaja a Elliot.
No le quedaba de otra, necesitaba toda la fuerza posible para ir por su loba, y si debía obtenerla a partir de esa extraña droga, lo haría
Se lo tomó todo de una sola vez, ahora tenía un sabor ácido en la boca, la garganta le empezó a arder. Según la grabación esa droga le haría efecto en menos de diez minutos, pero no entendía bien de qué le servía o en qué momento comenzaría a sentirlo. No importaba, Derek debía actuar rápido, sus enemigos tenían a Jeanine, a Seth, y lo querían a él. Su lobo gruñó, la furia ascendió por su cuerpo y él la recibió, era tiempo de una última pelea.
De reojo vio el diario sobre la cama, suspiró, su pecho se contrajo al recordarse a sí mismo como un ingrato. Su padre no era un santo, pero tampoco un demonio, solo un hombre que amó, sufrió y quiso evitarle todo eso haciendo lo que creía correcto —seguir la senda que dictaba las tradiciones creyendo que eran la única forma de ser felices—, grave error, pues la idea de que los emparejamientos arreglados aseguraban felicidad y amor era algo completamente absurdo.
No obstante, Derek se puso un objetivo firme; dejar de lamentarse y encarar la vida que le tocó.
—Tu clan conocerá tu historia —prometió, evocando en su memoria el rostro de Brad, los pocos recuerdos en los que verdaderamente fueron padre e hijo.
Agarrando con cuidado al gato que dormía en la silla, lo metió en el transportador, cogió las llaves y salió. Ató con un par de cuerdas el transportador al manubrio de la bicicleta, inseguro, la preocupación desgarrándole por dentro, echó un último vistazo a su casa, su vida, y luego comenzó a andar.
—Cállate Sissy Paw.
Pero los maullidos del animal no se detuvieron en todo el trayecto desde Arklow hasta Lake Saint Jerome. Cuando se detuvo a descansar, se fijó en la hora, tenía veinticuatro para aparecer en el territorio, y a pesar de que quería llegar lo más pronto posible, sabía que no tenía nada, era débil y necesitaba la mayor ayuda posible frente a un adversario que era cien veces peor que Elliot Barnes.
—Diablos Derek, te ves terrible.
Sean se levantó para saludarlo, no hacía falta que le repitiera el estado en el que se encontraba, Derek estaba caminando sobre su infierno personal y parecía que no mejoraría pronto.
—Iré al grano Sean —dijo, en el asiento libre del reservado dejó el transportador—. Necesito dos favores.
Sorprendido, el puma asintió.
—Claro, lo que sea.
Derek tomó aire, reunió el coraje que le estaba faltando.
—Primero, quiero que cuides a Sissy Paw.
Sean estrechó su mirada oscura.
— ¿Sissy Paw?
Derek apuntó.
—Oh... No sabía que te gustaban los gatos.
—No estoy para bromas Sean, tengo un problema grave.
El hombre frente a él asintió.
—Estás drogado.
Derek abrió los ojos.
— ¿Cómo lo...?
—Tus pupilas están dilatadas, tienes el lobo a punto de saltar al frente y tu pulso se ha acelerado hasta límites peligrosos. —Sean hizo una pausa, ladeó la cabeza, sus ojos se tornaron dorados—. Nitriodyne —concluyó—. Te has metido Nitriodyne en el cuerpo.
Derek se mantuvo firme, ahora que la cosa que consumió tenía nombre se sentía inseguro respecto a los resultados que obtendría, se suponía que su lobo debía experimentar un crecimiento en tamaño y fuerza que le ayudaría en caso de tener que pelear de nuevo en un mano a mano.
— ¿Así que sabes sobre esta cosa?
—Desde que el Amonium fue utilizado por los humanos para controlarnos, me mantengo al día con los compuestos que lo usan como base. Hay decenas de drogas diferentes, algunas buenas, otras terribles, todas ellas tienen la misma función: esclavizarnos. —Sean apoyó los brazos sobre la mesa, le miró a los ojos—. El Nitriodyne es adictivo y sumamente difícil de conseguir —continuó, su voz se tornó oscura—. Asegúrate de consumirlo por única vez.
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Editado: 18.08.2019