Boris salió del castillo corriendo mientras las lágrimas nublaban su visión junto a la tormenta que se desataba. Salió al jardín y sin detenerse siguió hacia el portón de rejas para abrirlo y salir rumbo al bosque.
Corría sintiendo cómo su corazón se destruía en mil pedazos ya que nunca imaginó que Nahuel lo echara de allí cuando le había asegurado que podia quedarse. Ahora era conciente de que hasta su propio padre lo odiaba.
Quizás se habia enterado de la verdad con respecto a su persona y sintió asco.
No tenía dónde ir, no podría quedarse en el bosque de este lado porque los lobos se ocuparían de él y tampoco del otro lado debido a que Dan y los guardias estarían buscandolo. De más está saber que a la ciudad tampoco podría regresar.
Estar rodeado de personas y solo, saber que todos lo odiaban por el solo echo de existir le partía el alma. ¿Cómo pudo equivocarse asi con respecto a Nahuel?
Los truenos se sucedian con mayor intensidad, el viento y la tormenta lo empezaban a agotar. No obstante siguió corriendo entre los árboles siendo raspado y lastimado por las ramas de los árboles.
Pronto los aullidos de los lobos se hicieron notar y como él estaba lastimado pronto estaría rodeado.
Ser devorado por los lobos o encerrado de por vida en un reformatorio por Dan para mayor felicidad de su madre y de todos los habitantes de esa maldita ciudad. Quizas sería preferible morir a manos de los lobos que vivir una eternidad encerrado, privado de la luz del día y de su libertad.
La manada de lobos interrumpió sus pensamientos, estaba rodeado. Vaya donde vaya no podria escapar de ellos. Me detuve apoyándome en uno de los árboles.
Era el atardecer pero el clima oscurecia el lugar. Igual podia verlos, sus colmillos afilados se reflejaban con los reflusilos.
Respiraba entrecortado mirando a esos lobos cuyos deseos eran devorarlo vivo.
Boris no podía parar de llorar pero no se debía al temor por su actual situación, sino por el dolor que sentia al saberse despreciado por Nahuel quien lo echo como si fuese un perro o una basura.
Los lobos se fueron acercandosele pero había uno en particular que estaba más cerca que el resto. Al menos había descubierto quién era su verdadero padre antes de morir.
Cerró los ojos cuando al ver al lobo saltarle encima pero aquel animal nunca llegó a él. Al abrir los ojos vió al animal caído frente suyo y a varios más ser atacados por...¿Nahuel?
Vió cómo los enfrentaba a todos despedazandolos sin ser lastimado por los lobos. Era en verdad muy poderoso. Pero ¿por qué habia ido a ayudarlo cuando en realidad Nahuel lo odiaba al punto echarlo sintiendo asco?
Los lobos huyeron para salvar sus vidas dejando a padre e hijo solos bajo la tormenta. El frío empezaba a calarle los huesos a Boris cuyos dientes castañeteaban.
Nahuel volteó para sujetarlo en sus brazos y aunque él se quiso rehuzar lo cierto era que no tenía fuerzas. El calor de su padre fue traspasándolo y sacándole no solo las ropas sino su cuerpo al completo.
Nahuel brillaba con una intensa luz dorada, su chakra era tan poderoso que protegia a Boruto de la lluvia curandolo a su vez del posible resfrío que haya podido pescar.
El rubio menor sentía que sus fuerzas iban regreaando a su persona, así pudo observar a su padre de cerca.
Fue suficiente para quitarle el aliento, en verdad era hermoso. Pero no pudo evitar llorar al recordar su odio. No podía soportarlo y empezó a forcejear para hacerse soltar pero descubrió que él era en verdad muy fuerte ya que le resultaba imposible lograr su objetivo.
— Sueltame.
— No hasta que lleguemos al castillo.
Él iba corriendo a una velocidad mucho mayor a la mía. En verdad desconocia todo de Nahuel. Suspiré resignado y dolido.
— ¿Por qué me llevas de vuelta? Después de todo tu me odias — ví cómo cerraba sus ojos unos instantes para abrirlos de nuevo — Me corriste de tu castillo ¿no?
— No y no te odio. Eso te lo imaginaste tú.
—¡Mentira! ¡Me gritaste como si me odiaras!
— Sentí mucha ira al ver que rompiste mi pedido. Entraste en esa habitación donde guardo mi alma misma. Husmeaste en lo más profundo de mi ser sin mi permiso.
—Dejame morir Nahuel — dijo el rubio menor sintiéndose vacío y sin vida. Nahuel apretó el cuerpo de Boris al suyo al oirlo decirle eso.
Llegaron al interior del castillo y recién lo soltó. Pero se había ocupado de sellar el lugar por lo que ya no podria salir ni al jardín sin su autorización. Esto Boris lo supo no bien entraron y frunció el ceño.
— Bien, ahora escuchame bien muchacho, no vuelvas a hacer esa estupidez de irte del castillo.
— No lo hare porque me encerraste aquí.
— Solo para asegurarme de que no vuelvas a hacer menuda estupidez. Ahora vete a tu habitación, date un baño y a la hora de la cena te llamaré.
Aquello era una orden directa y eso molestó al rubio menor¿por qué le obedecería? Además no le dijo que lamentaba haberle gritado asi.
— Me gritaste Nahuel, me.....
La voz se le quebró y se abrazó a si mismo. Al final obedecería sus órdenes. Suspiró profundo y sin quejarse se encaminó a la habitación. Pero Nahuel lo detuvo sujetándolo solo que en esta ocasión con ternura.
Su dulzura lograba que Boris llorara con mayor intensidad. Lo abrazo.
— Ya pequeño calma
— Tu me....
— Lo lamento Boris, es que ese lugar es muy privado....no puedo soportar que me veas tal cual soy....ya que soy un....un monstruo....
— No lo eres, nunca fuiste un monstruo.
— Mi hijo murio por mi culpa.
— ¿Qué?
— Su madre lo mató porque yo soy un monstruo.
— No es cierto — Boris se alejó un poco de él para mirarlo — Escuchame, no te dejes engañar por Sofía, ella te mintió siempre.
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Editado: 05.03.2021