Samantha me había traicionado. Ella sabía perfectamente con quién se estaba metiendo y aun así ella decidió venderme por solo unas pocas monedas y suponía que había vendido a más criaturas. Había confiado demasiado en esa familia y era de esta manera como decidieron pagarme, dándome un poco de libertad para arrebatármela y volviendo a ponerme en esa celda en la que me encontraba en estos momentos. Era todo como recordaba, no cambió nada en estos años.
—Bienvenida—el doctor apareció en la puerta de la celda, podía verlo perfectamente con su típico uniforme manchado un poco con sangre—, estaba tan ansioso de verte de nuevo. Ahora resulta que eres una de las más interesantes criaturas para experimentar.
—¿Quién dice que cooperaré contigo?—respondí entre dientes tratando de sacarme las cadenas que se ataban en mis brazos.
—Lo más probable desde mi punto de vista es que vas a cooperar—abrió la puerta mientras sacaba un juego de llaves que procedió a utilizar para abrir una de las cerraduras—. La vida de tus amigos depende de eso, ¿Sabes?
—No sé de qué hablas.
—Lo sabes perfectamente, tengo a tus amigos que también aquella mujer me vendió. Los lobos son comunes en los experimentos, pero es difícil encontrar muchos Alfas en una sola captura.
Cuando saliera de esta situación me aseguraría de matar muy lentamente a Samantha, haciendo que sufra cada minuto de su mísera existencia y cuando me suplique por su vida le arrancaría la cabeza. Era extremo pero esos pensamientos me mantenían a raya y hacia que mis impulsos asesinos que tenía por este hombre aminoran, eso era bueno porque si mis intentos de asesinato salían ahora lo más probable sería que un castigo enorme me esperara.
Por eso cuando el soltó la última correa no lo ataque y dejé que me pusiera un grillete en el cuello, el tiró de el con una sonrisa en la cara.
Los pasillos habían sido remodelados, las manchas de humedad ya no estaban tan presentes y las antorchas con fuego para iluminar fueron algunas remplazadas por lámparas eléctricas.
—El dinero que me brindaras será enorme, ¿puedes creer eso? Mi experimento de alguna manera sirvió, ahora solo debo saber cómo es posible que te transformaras en una vampira cuando claramente estaba muerta cuando saliste con mis hombres por esa puerta—frenó y abrió una puerta verde, el silencio fue remplazado por algunos gruñidos—. Ahora que lo pienso mejor mataste a mis guardias, un castigo por eso me parece justo.
—¿Emerick? —exclamé ante la vista de él siendo golpeado por un guardia que intentaba ponerle un grillete en uno de sus pies.
—Veo que lo que me contó mi vendedora era verdad, eso será muy interesante de ver.
—¡Keira! — gruñó al verme y aún más cuando tiraron de la cadena haciendo que me cayera hacia el suelo.
—Ahora sé muy bien cómo debo tratar con ustedes.
Ataron mi cadena en la pared junto a Emerick que parecía ansioso ante la situación.
—Samantha—pronuncie y él entendió a la perfección
—La mataré por lo que nos hizo.
— Pienso hacerlo yo primero—respondí—. ¿Qué les sucedió?
—Era una trampa, nos atacaron y la mayoría murió en el procedimiento. Solo los Alfas sobrevivimos y ahora sé por qué.
Cuando las camillas aparecieron empecé a sudar porque eso indicaba que empezarían mediantemente con los procedimientos, junto a eso más lobos fueron traídos incluyendo a Lukyan.
Todos fuimos encadenados en la pared, esperando por saber quién pasaría a ser el primero en los experimentos.
Cuando uno de los doctores me desató, Emerick se agitó a mi costado.
—No quieres hacer eso—murmuró el doctor—, pondré más polvo de plata en los grilletes.
Lo miré intentado transmitirle que no lo hiciera, que se quedará quieto para poder soportar tranquilamente el procedimiento.
—Muy bien esa fue una buena decisión—me ubicó en la camilla asegurando cinco grilletes más a lo largo de mi cuerpo. Los pinchazos fueron lo que sentí luego, varios en realidad, sacándome sangre todos de golpe. Un gruñido retumbó en la habitación cuando solté un quejido por la presión que hacían con las agujas, no estaban teniendo cuidado para nada.
—Aquí no hacemos eso de gruñir y distraer a los demás—el doctor principal habló mientras preparaba un mezcla extraña y viscosa en una de las mesas que estaba llenada de frascos con diferentes tipos de contenido y de colores.
El silencio reino de nuevo y el procedimiento también, me sacaban cabellos, sangre, todo lo que podían usar y al hacerlo eran bruscos en el proceso. Cuando ví la cara de aquel hombre temblé un poco porque todos mis pensamientos se asociaban con él y el veneno, y lo que venía después de eso: dolor.
—Bien es mi turno de jugar contigo—el gruñido que contuvo Emerick sonó igual en la habitación, el médico sonrió cuando lo vio y luego me inyectó algo en mi sistema, suponía que era la mezcla que estaba preparando.
El dolor que vino después de que introducirá aquel líquido fue ensordecedor. Me quemaba por dentro me agité en la camilla intentando que lo que sea que estuviera en mi cuerpo saliera, rogaba a gritos por eso. Las retenciones que me sostenían eran muy fuertes para poder escapar, mis colmillos salieron mostrándose a la luz, queriendo enormemente sangre, porque mi sistema lo necesitaba para sobrevivir.
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Editado: 29.12.2020