Libro 2. No te dije adiós, el diario de Susan

3. Hermanos Bermúdez


Hermanos Bermúdez🤍
 


 


Te digo adiós.
 


1 año atrás.

Ayer fue un día difícil, tantos pacientes en la clínica, cada uno de ellos por algo que luchar o simplemente algunos dejan de hacerlo, el caso de esta chica me tiene de trasnocho en trasnocho, de solo estar pensando en como ayudarla, que fuerte fue para mi tener que sujetar su mano y mirarla fijamente, mientras el sedante hacia su trabajo, tanto dolor ver en sus ojos tan verdes como el pasto en los campos, tan joven y perder de esa manera a su padre, a veces la vida nos arrebata a las personas que mas amamos de una manera tan cruel que podemos llegar a pensar que en algo se nos esta castigando, pero ¿En que puede la vida castigarla a ella? si parece ser un mismo ángel que ha caído del cielo y no ha podido regresar, y al parecer uno muy especia,l por su cabello pelirrojo y las pecas en su dulce rostro, tantos casos de pacientes cada día y parte de la noche y aun así es el de ella que no puedo quitar de mi cabeza, esta mañana ya le dan de alta y por lo que tengo entendido según la madre la Sra. Raquel mañana mismo se irían de la ciudad, a veces es lo que todos necesitamos, irnos por un tiempo de Hannah, me hubiera gustado despedirme ya que estuve tan cerca de su caso y cada día pasaba por su habitación en la clínica y la contemplaba dormir por el terrible coma inducido y esta vez no abría un príncipe que la despertara, solo era cuestión de tiempo y de medicina.

—¡Ey! ¡Romeo!

Y para no perder la costumbre el almohadazo en mi cara, y para nada es algo que me disguste o por lo que iniciaría una pequeña discusión, yo no suelo discutir y menos con mi hermano.

—¿Cuánto tiempo llevas ahí?

—Lo suficiente como para oírte hablar solo y pensar que estás loco, pero la ciencia nos dice según estudio que las personas como tú que hablan con ellos mismos lo hacen porque suelen ser muy inteligentes.

—Veo que te has nutrido de información Hermano ¿Te vas mañana temprano?

—Si, ya me he quedado mucho tiempo en casa.

Gregory se la pasa viajando, es muy corto el tiempo que lo tenemos en casa, cada vez que viene se esfuerza por quedarse unos meses, pero su relación con papá es complicada, discuten y pelean y eso nos crea un ambiente desagradable en casa, tanto para mamá como para el pequeño Mathias.

—Esta noche Sergio hará una fiesta en su casa y nos ha invitado.

—Sabes que no soy de ir a fiestas y menos ahora que he estado tan cansado con el trabajo en la clínica.

—Vamos Hermano, hoy no debes ir y mañana ya te tocaría por la noche, tendrás todo el día para descansar.

Me quedo mirando fijamente hacia el techo buscando una de mis tantas excusas para librarme de la fiesta de esta noche, cuando intento hablar este me interrumpe.

—Lo prometiste. Y si algo se muy bien de ti hermano mío, es que no rompes tus promesas.

—¿De que va la fiesta?

—¿Te gustan las fiestas de disfraces?

—¿Disfraces? ¡Por Dios! ¿Qué edad creen que tenemos?

—Ángeles o demonios. Ya tengo los disfraces, me tome el atrevimiento para ir por ellos.

Gregory deja mi disfraz de ángel sobre la cama y se retira de la habitación, desde que cumplimos la mayoría de edad se encuentra poco en la casa, ya lleva 4 años viajando, todo por alejarse de papá. Nuestra madre sufre por ello y nuestro hermano Mathias por su edad e inocencia no se da cuenta de su ausencia. Durante esos mismos 4 años yo me dedique a estudiar Medicina y ya me falta poco por graduarme, eso a mi padre lo enorgullece aunque en el fondo quería que me dedicara a las empresas de la familia Bermúdez.

—Gary, ¿invitaras a Madison a la fiesta?

—Sabes que no andamos muy bien estos meses.

—Ya déjala hermano, no te conviene y lo sabes.

—No es tan fácil como crees hermano.

—Para una relacion como la de ustedes es lo mejor, Madison y tu son muy diferentes.

—De eso se trata ¿no?

—¿eres feliz?

—¿A que se debe esa pregunta?

—Solo quiero saber si mi hermano es feliz.

—No se que concepto tengas tu de la felicidad Gregory.

—¿eres feliz con Madison?

—...

—Ya hermano, ya respondiste con tu silencio, sal de ahí Gary, aun estas a tiempo hermano. Y ya cámbiate y no la lleves esta noche a la fiesta, por favor.

Si así va mi disfraz de ángel de esta noche no me imagino el que ha escogido para él, la noche va helada y me toca llevar el torso descubierto y que sucede con estas grandes alas, están algo pesadas ¿de donde sacaría Gregory estas sandalias romanas? mi hermano siempre encargándose de cada detalle.

Luego de vestirme y pulir frente al espejo, me acerco a la ventana y detallo el cielo despejado, espero que no llueva esta noche, ya suficiente frio que hace como para que la ciudad nos sorprenda hoy con una tormenta.

.  .  .
 


—Iré por las bebidas.

—Y yo por las chicas.

Me dirijo a la cocina por un par de bebidas que me ayuden con esta noche, la música esta alta, pero no llega tan fuerte hacia la cocina, tomo mi celular y miro la hora, 11:52pm y por un momento quise llamar a Madison, las cosas con ella últimamente van muy mal, pero es mi novia, no puedo ignorar eso y que ya llevamos mas de un año pasado de relación, guardo mi celular nuevamente en el bolso que traigo y decido por esta noche dejar pasar lo que siento. Al momento de servir las bebidas escucho unos fuertes gemidos que vienen de atrás de la puerta que esta al lado de la nevera, no sé si es un pequeño closet o un cuarto de aseo, si estuviera Gregory aquí estaría mirando a ver a quien se encuentra.

De regreso por la sala de la casa y los pasillos busco a Gregory entre la gente y no lo consigo por ningún lado, debe estar en uno de los cuartos de arriba divirtiéndose con alguna de sus amigas, sonrío, mi hermano si que no cambia, pero algún día alguna mujer hará ese milagro para mis papás.



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En el texto hay: diario, romance, drama

Editado: 16.03.2023

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