Licántropo

Liukan

     Usando una espada revolvió entre los escombros de huesos, carne y ropa.

 

     - La primera víctima humana, señor Lang –afirmó un hombre de avanzada edad, recolectando con respeto los restos del cadáver.

 

     - El hombre ahora duerme, la bestia ha surgido en su lugar. Notifíquenlo a Sir Xhang Lee –ordenó Lang, devolviendo la espada al anciano, luego puso la palma de su mano sobre el manto de nieve bajo sus pies y cerró sus ojos para sumirse en una intensa concentración– las huellas de dolor de la bestia y las de la víctima contrastan, las distingo con facilidad –susurró y se levantó para observar ávidamente a su alrededor, luego inhaló profundo– este olor… –observó los cinco hombres a su lado, vistiendo con valentía sus armaduras de cuero y metal, con las manos firmes sobre las empuñaduras de sus espadas; había una fe inacabable en sus miradas, fe que caía por completo sobre él, Xiu Lang, el prodigio de Loriling; aunque corpulento, Lang presentaba un cuerpo ligero y de poca estatura, de tez amarilla y una mirada inexorable, nariz minúscula y labios apenas sutiles, su cabello opaco se extendía mediante tres largas trenzas, mientras que en sus muñecas se hallaban dos gruesos brazaletes con trazados Eltas; a diferencia de los otros hombres, no llevaba consigo ningún arma y su indumentaria se reducía a una sudadera, una blusa de seda sin cuello y unas botas de cuero, en su brazo derecho llevaba tatuado la figura de un verde dragón de reptiliana figura que se envolvía hasta la altura de su cuello, mientras que bajo su blusa sobresalía el de un ciervo, cuyas cornamentas se expandían en su pecho– los rastros de sangre en la nieve, el lenguaje del canto de las aves y los residuos esenciales dispersos por doquier, no puede haber error, nuestra bestia es el ser mitológico berlatroxis, creído extinto –guardó silencio durante unos segundos–, su estado actual es riesgoso, sacerdotes de Malikar corromperían su corazón con facilidad, apostaría a que lo buscan ahora mismo; Sir Xhang Lee no llegará a tiempo, debemos hallarlo primero.

 

     - Señor, ¿iremos tras la bestia, sin Sir Xhang Lee? –preguntó el más anciano.

 

     - No hay alternativa, Lu Wan, en las filas de El Caído militan miembros de asombrosa habilidad, temo que nos observan justo ahora –los hombres se pusieron en alerta, desenvainando sus espadas–, por lo tanto disiparemos las dudas –las letras en su brazalete derecho comenzaron a emitir una luz verdosa y de su brazo surgió un humo que se disolvió a su alrededor, dando paso al movimiento abrupto del dragón tatuado, que se retorció girando sobre sí para desplazarse luego hasta el cuello de su poseedor, rasgando su piel para liberarse de su prisión, y así continuó hasta salir por completo; de cuatro metros de largo y apenas tan alto como un lobo corriente, su cabeza ligeramente larga y plana revelaba tres pequeños cuernos a cada lado, mientras que en el largor de su cuerpo se extendía una suave aleta; su lengua permanecía afuera y movía su cola contorneándose cual fiel mascota a través de los hombres, en cuyos rostros había desaparecido todo signo de color– no teman, sé que nunca lo habían visto pero es por completo inofensivo, su nombre es Liukan; ahora, buen chico, busca en el bosque a adeptos de El Caído –el dragón, moviéndose con suma velocidad, emprendió su marcha bosque adentro y regresó pasados diez minutos, lanzándose sobre Lang y lamiendo su rostro con entusiasmo, en una de sus garras llevaba el resto de una prenda negra.

 

     - ¿Han muerto, señor? –preguntó uno, sin recobrar aún el color de su rostro.

 

     - Habría traído sus cuerpos, Muai, por lo tanto, escaparon, –examinó la tela– sacerdotes de El Caído, no cabe duda, sus trajes están hechos con seda de gusano de los baldíos, tienen los únicos ejemplares en el mundo. Ahora que se han ido debemos encontrar a la bestia, vamos, buen chico, búscala –esperaron con calma, los hombres ya habían recuperado su color, algunos jugaban a los dados, es algo que podían permitirse con Xiu Lang, éste, entre tanto, hablaba sobre todo lo que sabía acerca de la bestia– no creí vivir para verlo –decía, pues su especialidad eran las criaturas fantásticas, hallarlas, entenderlas y volverlas aliadas de La Orden. Pasada una media hora Liukan volvió, de nuevo saltó sobre su dueño y de nuevo lamió su rostro, luego comunicó a Lang el paradero de la bestia en un lenguaje incomprensible para los hombres– ¿Qué dices, en una cueva?, ¡ése es mi muchacho! –Liukan daba volteretas en el suelo mientras Lang acariciaba su barriga.

 

     - ¡La bestia es nuestra! –gritó Lu Wan.

 

     - No debemos cantar victoria, Wan, aunque Liukan la haya encontrado, su situación actual es crítica, si alguno de ustedes ingresa será devorado al instante, debo ir solo.

 

     - Enviemos a Liukan –sugirió Muai.

 

     - Para abordar al berlatroxis necesitaremos más que enviar a un dragón espiritual, esperarán acá hasta mi regreso, Liukan se quedará con ustedes, garantizo que a su lado estarán a salvo.



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En el texto hay: accion, hombrelobo, criaturas inventadas

Editado: 01.05.2020

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