—Cuando tenía cuatro años, fui mordido por Fenrir Greyback —empezó a contar Remus manteniendo toda la calma posible. —Si, el hombre lobo más salvaje que existe— añadió al ver el rostro de horror que había reflejado Tonks sin poder contenerse.
—Eras tan solo un niño…— murmuró ella con voz queda.
—Era el hijo del hombre que lo había ofendido. —Continuó Remus sin inmutarse—. Mi padre trabajaba en el Departamento de Regulación y Control de las Criaturas Mágicas, fue ahí donde conoció a Greyback por primera vez. Él había sido capturado y llevado para ser interrogado por la muerte de dos niños mugles y muchos otros que habían desaparecido… El registro de hombres lobo no se mantenía muy bien en ese tiempo y así como ahora, la sociedad evitaba de la tal forma a aquellos que poseían esa maldición.
«Enfermedad» le hubiese gustado decir a Tonks, pero había decidido escuchar atenta y en silencio sus palabras.
—Nadie en el Ministerio sabía que Greyback era un hombre lobo y aquella vez mintió diciendo que solo era un vagabundo muggle y que lo sorprendía y horrorizaba lo que les había pasado a aquellos niños. El que no llevara varita le fue suficiente para persuadir a dos incautos e idiotas miembros de la Comisión de interrogación; sin embargo, mi padre no se dejó convencer tan fácilmente y pidió a la Comisión que lo mantuviera encerrado y en vigilancia hasta la próxima luna llena y no solo veinticuatro horas como tenían planeado hacerlo y esto fue razón de objeto de burlas hacia mi padre a quien no creyeron que su sospecha fuera una razón de peso para mantener cautivo a un simple vagabundo como ellos pensaban y tacharon a mi padre de extremista y antimuggle porque como él se dedicaba al estudio y captura de los boggarts, minimizaron y desvalorizaron su dedicación y años de trabajo en sus investigaciones. Aquello enfureció tanto a mi padre, que generalmente era un hombre apacible, y describió a los hombres lobo como seres desalmados y malvados que lo único que merecían era la muerte y que, si Greyback lo había hecho, merecía la peor de todas las torturas…
Remus hizo una breve pausa, recordar, removía sensaciones aún más fuertes en su corazón que a veces necesitaba concentrarse para no dejarse llevar.
Tonks, comprendiendo lo que sentía… acercó sus manos a las manos temblorosas de él, sin temor y con suavidad las acarició, transmitiéndole afecto y paz y poco a poco el temblor que había en ellas fue disminuyendo y Remus prosiguió con su relato, pero esta vez su angustia había mermado significativamente.
—… Mi padre fue humillado y Greyback dejado en libertad. El encargado de modificar su memoria antes de que abandonara el Ministerio fue atacado y él huyó con todo el deseo de vengarse de mi padre por lo que había dicho acerca de su especie…—tragó saliva con dificultad— y poco antes de cumplir mi quinto cumpleaños, una noche mientras dormía en mi cama, Fenrir Greyback, forzó la ventana de mi habitación y…
Tonks, apretó su mano como si sintiera en carne propia, lo que Remus estaba sintiendo en ese momento y sin darse cuenta sus ojos se humedecieron.
—… él lo había planeado todo, un mes antes, había vigilado y conocía todo de mí, mis horarios, mi rutina, era especialista en asechar a su víctima para asegurarse de que no pudiera escapar a su destino. Recuerdo muy poco, pues era muy pequeño pero mi padre llegó a tiempo para salvar mi vida; sin embargo, yo ya había perdido algo más que eso. Recuerdo que mis padres hicieron todo lo posible porque llevara una niñez normal pero cada vez se hacía más difícil sostener mi realidad. Conforme iba creciendo todos los métodos por intentar controlarme fallaban y no existía una cura para eso o al menos en ese entonces no existía la poción matalobos. Mi padre nunca se perdonó las palabras que había proferido enfrente de Greyback y nunca más volvió a sonreír ni a ser el mismo en casa… yo arruiné la vida y el matrimonio de mis padres —exclamó con una amargura y un rencor muy profundo hacia él. —Siempre arruino, la vida de quienes están cerca de mí.
—No, Remus, mírame —lo obligó, Tonks, a que la mirara debido a que había desviado su atención de ella— ¡mírame! —tomó su rostro por su mentón y lo hizo girarse—. No es así, no fue tu culpa, nunca lo fue. Eras tan solo un niño inocente al que tomaron como objeto de una absurda venganza, pero no fue tu culpa, estas vivo y esa enfermedad no cambió tu corazón y eso es lo único que importa. —Acercó su rostro a él al ver que los ojos de Remus se anegaban en desesperación—. Recuérdalo. Tu eres diferente, eres bueno y más humano que cualquiera de ellos y nunca se podrán comparar contigo.
—Es porque nunca me has visto en mi verdadera condición y no sabes de lo que soy capaz de hacer… cosas terribles, muy terribles —el recuerdo doloroso de su madre lo perseguía incansable y muy presente en su memoria.
—Tonks —llamaron a la puerta, era la voz de Molly— ¿estás aquí?
—¡Si, aquí estoy, Molly! —Tonks de inmediato respondió, abandonando la intención que tenia de abrazar a Remus porque si no respondía enseguida, Molly entraría y estaba segura de que Remus no quería que lo vieran así. —¡En un momento salgo!
—¡Oh! Querida, disculpa si interrumpí —Molly asomó un palmo la cabeza por la puerta.
—No te preocupes, Molly. Solo estaba buscando unos libros ¿Qué sucede?
—La reunión ya va a comenzar y Alastor esta impaciente —sugirió como para darle más peso a sus palabras.
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Editado: 10.08.2021