Pasamos toda la noche intentando calmar a Ezra, en los diez años que llevábamos en el instituto ya nos habíamos acostumbrado a ser discriminados pero nunca nos había sucedido una agresión tal como la de ese día sin la presencia de los chicos… y tal vez era eso lo que nos destrozó.
Sin que nos diéramos cuenta Canary y yo dependiamos mucho de ellos, pero más que nadie Canary. Ellos por otra parte se habían erigido como nuestros protectores de manera inconsciente, así que fue mayor su frustración al no poder hacer nada por nosotras.
El cabello crecería de nuevo y los moretones se curarían pero en nuestra mente quedó grabada una nueva cara del mundo. Incluso los golpes anteriores (aunque injustos) tenían una fuente, los habían hecho por una “razón justificada”… pero el ataque de Paulet y de la cuidadora no. Era producto de la envidia en su pura expresión.
Sin tenerlo planeado empezamos a ser aún más cuidadosas con ellas, y ellos aún más sobreprotectores.
No podíamos salir de la habitación hasta que todos estuviéramos listos, lo que hizo que nuestra relación se estrechara más, pero también que nos sintieramos abrumadas por su presencia.
La situaciones que atravesamos hicieron que madurara nuestra mente pero solo el tiempo le dio esa característica a nuestros cuerpos. El problema, respecto a este, estuvo en hacerlo frente a ellos, nos cohibía el crecimiento por el que cruzamos antes que los hombres.
Nuestro desarrollo fue bastante notorio, de ser chicas que de no ser por el cabello parecerían chicos a adolescentes atractivas, aunque eso fuera lo que menos buscáramos, lo que nos hizo esconder cualquier atributo frente a otros con excepción de nosotras.
Solo podía confiar en Canary para que cubriera mi crecimiento y yo el de ella. Usamos los uniformes que podíamos conseguir de los hombres, sudaderas más amplias y pantalones menos entallados, no teníamos mucho a nuestra disposición.
Procuramos pasar antes que cualquiera a las duchas, una cuidando de la otra. Aprendimos que no por ser últimas podríamos salvarnos del castigo si ellas querían. Así que optamos por alejarnos lo más posible haciendo cada actividad antes que las demás, aunque eso a veces nos causara problemas distintos.
-¿por qué no nos esperaron de nuevo?- preguntó Ezra caldeado.
A partir de la noche en la que se descontroló mostró más de sus emociones.
-Ya lo sabes.
- les dijimos que nos esperen.
-Si los esperamos le damos la oportunidad a Paulet y su séquito de que nos alcancen.
-Están más seguras con nosotros.
-No si ustedes están ocupados- contestó Canary.
-Aún si lo estuviéramos- respondió Kyle.
-¿Qué quieres decir?
Un cambio distinto se había presentado en su dinámica. Canary intentaba ser más independiente, no quería la ayuda de Kyle para demostrarse a sí misma que podía hacerlo pero él no lo veía así.
Para Kyle fue lo equivalente al rechazo de unos sentimientos que no había confesado. Intentó portarse indiferente, actitud que Canary no comprendió, en su lugar se molestó por no entenderla, le pareció que para Kyle ella era una inútil así que su empeño por demostrar que no lo era aumentó. Traducía cualquier intento de su parte por ayudarla en una ofensa. Cada dos por tres los encontrábamos en la garganta del otro aunque a ambos les doliera.
-No empiecen- respondió Milo de mediador.
-Que sepas Kyle que podemos cuidarnos solas.
-Canary…
-Entonces ¿Cómo acabaron como unas marimacho?- contestó Kyle haciendo referencia al corte de cabello, lo que no alcanzaba a entender fue que no pudo haberle dicho un comentario más hiriente.
Inmediatamente los ojos de mi amiga se llenaron de lágrimas contenidas, de rabia y de tristeza por su cabello.
-¿Y tú qué sabes? ¿Crees que solo los hombres saben defenderse? ¿Crees que no hubiera hecho algo para detenerlas? ¿Tu crees que yo quise esto?
-Parece que te gusta así- contestó él sin retractarse, había cruzado la línea por mucho.
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Editado: 14.01.2020