Pasión, intuición e impulsividad.
No son rasgos afortunados para un detective, al menos no para uno que mantiene la mente fría en las circunstancias más desesperadas, que solo se fía de evidencias irrefutables y que espera hasta tener el plan perfecto para hacer el último movimiento que le permitirá cerrar el caso exitosamente.
Pero Lena Foissard no era tal cosa, y cuando su hermano muere en medio de una balacera entre policías y narcotraficantes, decide tomar cartas en la investigación confidencial en la que involucran el buen nombre del difunto Foissard.
Sin nada más que perder, y guiada sólo por el torrente de emociones que encierra su cuerpo, su inteligencia y su sentido de supervivencia, Lena se adentra en una nueva realidad donde las leyes son invertidas de tal modo que predominan los actos que las mismas prohíben y descubre que la perversidad tiene forma corpórea y unos bonitos ojos azules.
Thomas Thonet, oficial a cargo, más por debilidad que por deber comienza a seguirle los pasos a Lena para protegerla de todo lo que ella ignora, pero sin esperarlo, aquello lo lleva a acercarse al objetivo de su misión y sin querer detenerse, no nota que mientras más avanzan, más atrapados se encuentran en esa ciudad oscura.
Hasta que ya es demasiado tarde…