>>Desde los ojos de Altair<<
Mi grupo de híbridos y yo nos mantenemos en secreto en una granja a las afueras de la ciudad, cuando llegamos uno de mis hombres encontró este lugar vacío y algo descuidado, pareciera que de repente, quien habitaba aquí se había ido de un día para otro sin dejar rastro, después nos dimos cuenta que la granja era solo una pantalla, tenía un elevador que bajaba a un sótano, ahí encontramos armas de todos los tamaños, parecia una base militar oculta. Tomamos las armas, las limpiamos y las dejamos listas por si es necesario usarlas, habilitamos cada subnivel, no sé cuanto tiempo estémos aquí, pero mientras así sea quiero que tanto mis hombres como yo estemos cómodos y protegidos. Por lo general nos mantenemos en los subniveles, solo salimos por proviciones y si notamos que hay algo raro al rededor, pero está vez estoy en la mesa de la cocina, una mesa de madera bastante endeble y rústica al igual que las sillas, tengo entre mis manos un posillo de peltre donde herví el agua para mi café, le doy vueltas entre mis manos mientras pienso en la última vez que estuve con Fiore, como ese ángel se la llevó, Nuriel, lo reconocí en el momento, me pregunto ¿seguirá viva? ¿quién habrá ganado? sería una tristeza tener que matarla por que le enterraron una astilla. Suspiro al mismo tiempo que levanto el posillo hacia mis labios, el elevador se acciona alguien viene, escucho como el mecanismo se acciona y cada vez está más cerca de la superficie. El ruido cesa y me quedo esperando, agudizo el oído intentando distinguir las pisadas sobre la duela de madera, escucho el rechinido, son pasos lentos y pesados, tal vez un hombre, corpulento, grande. Fijo mi vista en el pequeño arco que une la cocina con el pasillo central, esperando pacientemente a que aparezca a quien espero ver, y así es, ese hombre corpulento, alto se asoma, me ve con sus ojos color miel, me sonríe de lado mientras se recarga en el marco y me ve fijamente. Su masa corporal es puro músculo, su cabeza casi pega con la trabe de arriba, algo característico de los híbridos es que solemos ser muy altos, salvo sus escasas excepciones. El hombre que tengo frente a mí ya tiene algunos años, pero parece que no pasan por su rostro, no tiene arrugas y con cada año que pasa siguen sin aparecer, su cabello es rubio y cae por los hombros, siempre se trensa o rasura los costados de su cabeza, no sé si sea simplemente por estética. Al Mualim, el híbrido que detuvo que mi padre biológico me matara, le debo la vida y todo mi entrenamiento.
-¿Qué haces aquí tan sola?- Me dice con esa voz grave y gutural que pareciera que sale desde el fondo de su estómago.
-Bebo café...- Levanto mi posillo como si estuviera brindando con él y le doy un sorbo.
-No hablaba literalmente...- Sonríe y camina hacia mí haciendo eco con esos pasos fuertes que hacen crugir el piso.
-Pienso... o eso intento...- Pongo ambas manos en mi café y bajo la mirada, veo mi reflejo en él.
-Varios preguntan cuando nos iremos... no sé que decirles...- Levanto la mirada hacia él, noto que intenta tener tacto para hacer la pregunta ¿Cuando nos iremos?.
Somos un grupo de como 20 híbridos, todos hemos sido rescatados de algún ángel o demonio que ha intentado ponernos un grillete en el tobillo, algunas veces de manera literal. Nuestra comunidad es un pueblo errante, buscamos la discreción y nos movemos para no llamar la atención de nadie, así han vivido por años, mucho antes de que yo llegara, no nos arriesgamos y no peleamos a menos que sea necesario, todo lo hacemos con el fin de no exponernos y no exponer a los demás, sabemos que de caer uno los demás lo pueden hacer. La idea es mantenernos con vida y alejados de ángeles y demonios. Hemos perdido a mucha gente por querer establecernos en algún punto en especifico, querer tener una vida normal. Los humanos no nos dan problemas, pero en cuanto un ángel sabe de nuestra existencia, el rumor se corre como pólvora y terminamos luchando y huyendo. Aún recuerdo cuando estuvimos en Israel por un tiempo prolongado, varios de los jovenes, incluida yo, nos metimos a la milícia para poder aprender y pelear de manera más efectiva y brutal, pero ese tiempo nos cobró factura, un día tuvimos que salir de ahí casi corriendo, eran demasiados, nos superaban en número y en ese entonces teniamos mujeres embarazadas y niños, perdimos una gran parte de nuestra gente. Aquí las cosas parecen más tranquilas, pero eso no nos exenta del riesgo.
-No sé que decirte... me siento tan cerca de acabar con Aradia y su madre... tan cerca de acabar con Nuriel... necesito tiempo...- Le digo apretando el posillo en mis manos, sé lo que le estoy pidiendo.
-Altair... no es tán fácil... lo sabes...- Dice con tristeza en la mirada, se recarga sobre la mesa y me ve fijamente a los ojos. -Ya has vivido lo que es ser perseguido, ya has visto lo que pasa cuando nos quedamos en un lugar por mucho tiempo... no podemos arriesgar a todos...- Siento como las ansias me consumen, la desesperación de ver con mis propios ojos la caída de esos tres. -Ya hiciste tu trabajo, que era poner en aviso a Fiore y con ello al Covenant... deja que se encarguen de todo ellos...-
-Si no lo hacen nostros también caeremos... - Le digo sin quitarle la vista de encima. -Sabes que ese es el riesgo... si no lo logran, no tardaremos en sucumbir... esas astillas tienen demasiado poder para estar en manos equivocadas...- Veo como se evanta de la mesa, dando por terminada nuestra plática.
-Si ellos fallan... nosotros seguirémos haciendo lo que siempre hemos hecho... - Me ve con desilución y tristeza. -Seguiremos caminando por el mundo y protegiendo a nuestra gente... nada cambiará...-
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Editado: 09.05.2020