Life Eternal

CAPITULO 23: Blessed With A Curse

     El cuerpo de mi madre se cura de manera rápida, me sorprende como las heridas poco a poco se desvanecen, pero algo en su mirada me causa desconfianza, me ve, pero a la vez no, como si no fuera capaz de reconocerme, ¿por qué? ¿perdió la memoria?. Veo hacia Naheca como esperando que me explique lo que pasa, parece tranquilo así que supongo que no hay nada fuera de lugar. 

-¿Qué le pasa? ¿Perdió la memoria?- Le pregunto angustiada a lo que solo sonríe y sacude su cabeza de un lado a otro. 

-Digamos que su cerebro está reiniciando, no te precupes, para mañana o pasado volverá a ser la de antes...- Da media vuelta y camina hacia su escritorio llenos de plantas y frascos.

-Creí que la energía que le brinde... - Me quedo con las palabras inconclusas y flotando en mi cabeza. 

-Fiore... no todo es tan fácil... curar un cuerpo no solo se trata de las heridas físicas... también las emocionales... y esas... no se curan con magia... ¿lo entiendes?- Me ve fijamente y me quedo paralizada intentando comprender. -Su cerebro buscará poner todo en orden, pero si hay algo dentro de ella que aún no está resuelto... eso no te corresponde a tí... cuando ella logre poner en claro sus ideas... regresará a ser quien era...- Me quedo pensando en lo que vi hace un momento, en como mi padre confesó ser padre de Aradia, supongo que aunque mi madre es una mujer en extremo fuerte, eso es algo que duele. 

     Me apoyo en la cama y la veo fijamente, siento tristeza por ella, pienso en Diana y Aradia, ahora entiendo por que nos parecemos tanto físicamente, por lo menos, genéticamente somos parecidas, compartimos el mismo padre. Aprieto los puños arrugando las sábanas, ¿qué voy a hacer? no pienso ir y pedirle explicaciones a mi padre, aunque fue grosero de su parte no avisar que tenía descendencia en otra parte, no es algo que me competa y menos si estoy dispuesta a matar a Aradia, supongo que será un secreto que guardaré para mí. 

>>Desde los ojos de Altair<<

     Estoy caminando en círculo en la sala, pensando bien lo que voy a hacer, creo que la decisión está tomada, traigo un vestido rojo que parece amoldarse como segunda piel, se anuda por detrás del cuello y tiene un escote moderado, me llega hasta medio muslo y traigo unas botas negras y un abrigo del mismo color que lo esconde, claramente pienso ir a ese club y pienso hablar con Tony, tengo curiosidad de saber que es lo que pasa, necesito saberlo y sobre todo necesito que las cosas salgan bien, estoy tan cerca de acabar con esto, recuperar las astillas y... perder a mi familia. 

     Escucho ruidos provenientes del elevador, me quedo por un momento quieta, incluso aguanto la respiración, como si con eso fuera a conseguir que lo inevitable se detuviera. Escucho los pasos por el pasillo y veo a Al Mualim al frente de la carabana que empieza a desfilar hacia la salida, todos vestidos con nuestro habitual uniforme negro con capucha, lo único que se alcanza a a ver son los ojos. Al Mualim se detiene y permite que los demás sigan su camino a la salida, camina hacia mí, baja la tela que cubre la mitad de su rostro hasta sus ojos y baja la capucha. 

-¿Ya tomaste tu decisión?- Me pregunta, pero por su tono de voz detecto que ya sabe cual es mi respuesta.

-Tengo que ir... por el bien de todos... no pienso permitir errores... no lo haré... de eso depende que ustedes tengan por más tiempo su libertad y así lo haré...- Le digo segura de mis palabras, siento un nudo en la garganta que me empieza a asfixiar. 

-Siempre habrá alguien que quiera poner su yugo en nuestro cuello... siempre habrá alguien contra quien luchar... - Dice como último sermón, rasca su mejilla y clava su mirada en el piso. -Si es lo que quieres no pienso evitarlo... tienes el corazón de una guerrera, eso siempre lo supe... - Se acerca y pone su mano en mi hombro, siento como mis piernas se quieren doblar, la necesidad de soltarme a llorar empieza a inundar mi corazón. -Si todo sale bien... tu y... bueno... ya sabes quien... lográn salir de esto... espero que el destino nos vuelva a juntar... que recupere a mi hija...- Cuando pronuncia eso último no puedo evitar liberar una lágrima, me abrazo a él con fuerza, siempre lo consideré un padre para mí y él siempre me cuidó como a una hija, creamos un lazo muy fuerte y muy profundo y aunque raras veces llegabamos a hablarnos de esa forma en el fondo sabiamos bien que eramos familia. 

-Los buscaré y juro que los encontraré...- Me alejo un poco de él y lo veo directamente a los ojos. -Lo sé... lo sé... pero primero intenta mantenerte con vida y en libertad... ¿entendido?- Me dice con una sonrisa y con cuidado acaricia mi cabello. 

     Lo acompaño hacia la salida, veo a todos listos para partir en carros y camionetas, el camino será largo y no tengo idea de a donde van, no sería conveniente, si me atrapan aunque no quiera hablar, siempre hay formas de sacar información. Al Mualim camina hacia la camioneta que encabeza la carabana  y ve una última vez hacia atrás, asiente con la cabeza a modo de despedida y escucho como el motor empieza a rugir, se empiezan a ir uno por uno, algunos me ven con tristeza, otros con lástima. Cuando por fin estoy totalmente sola me quedo un momento en la entrada, pensando en que están muy lejos para alcanzarlos y poco tiempo para llegar a ese club. Suspiro con fuerza y me acerco a la moto que está a un lado, agarro fuerzas y me concentro en lo que tengo que hacer. 

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