Capitulo 12: Recuerdos
-- ¿Cuanto tiempo seguirás asi? - Se oía desde la oscuridad una intimidante voz de un hombre, que parecía furioso y decepcionado de la niña que tenia delante. No parecía impresionar ni que esta lloraba y pedía perdón
-- Y-yo... hago todo lo que puedo... - Trato de disculparse la niña una vez mas, mientras intentaba controlar su llanto
-- Si esto es todo lo que puedes llegar a hacer, entonces es mas que claro hasta donde vas a llegar. Eres solo una inutil, no sirves
-- Pero yo...
-- ¡Callate! ¡No eres mas que una mera decepción!
-- P-papa, por favor, perdoname - Rogaba la niña de cabello azabache - La proxima vez lo hare mejor, te lo prometo
-- ¡Alejate de mi, mocosa! - La empuja - ¡Desde ahora ni yo ya no soy tu padre ni tu mi hija! ¡Desaparece de mi vista y no vuelvas! ¡E dicho que te marches! ¡Hattrem, hazla desaparecer! - De detrás del hombre, un pequeño Pokemon apareció, empezando a ir hacia la niña. Esta, asustada de esa creatura, empezó a correr. Ese Hattren la perseguía sin cesar, indiferentemente a donde fuese. Ya no podía soportarla mas, ni a ella, ni a su cadena evolutiva. Cada vez que veía una de estas era solo para una cosa; para castigarla. A sus familiares no les interesaba nada mas que estar siempre en lo mas alto, sin importar a quien o que pisaban para ello. Solo buscaban la perfección, forzando a la niña que hiciera lo que ellos quisieran. Pero esta nunca logro levantarse a sus grandes expectativas. Cuando no lo lograba, siempre era castigada severamente. Por esos Pokemon de aspecto tan engañosamente tierno, que no dudaban en hacerla callar a cualquier segundo. Miura corría. No tenia de otra. Ahora que sus familiares la habían dado afuera, Hattrem no tendría piedad de ella. A ese Pokemon nunca le gusto esa chica, era demasiado sentimental. Los sentimientos fuertes no eran mas que un dolor de cabeza para esa especie, un dolor de cabeza que a la menor oportunidad se aseguraban de hacerlo callar. No podía parar, aunque estuviera cansada. Intentaba escapar de ella en el bosque, pero el Pokemon sabia exactamente donde estaba, teleportandose siempre delante de esta. En un final, agotada, llego hasta la entrada de un pueblo, se tropezó con una piedra, cayendo al suelo, momento en el que el Pokémon aprovecho para saltar encima de la chica, que intentaba con sus pocas fuerzas escapar, en un final, logro alcanzar una rama y golpear al Pokemon, tras que corrió hacia el pueblo, escondiéndose en el parque. La nina de ni 8 años lloraba sin parar. Había intentado hacerlo todo para complacer a su familia, ser la nina perfecta. Pero no importaba que hiciera, nunca estaba a la altura. Y ahora... Ahora simplemente estaba sola, ya no había nadie. Miro a su alrededor. El lugar estaba vacío, ya tarde en la noche
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Miura despertó sudando en su cama. Miro a su alrededor y suspiro. Había sido un sueño... de algo que deseaba con toda su alma olvidar, pero que siempre sonaba una vez tras otra. No sabia que hacer para escapar de esas horribles pesadillas, de esos terribles recuerdos. Era ya muy tarde, la chica se había quedado profundamente dormida. Tal vez alguno de sus Pokemon, o hasta incluso Naboru la habrían despertado, pero prefirieron dejarla descansar. Si alguno de estos hubiera sabido que soñaba la chica, con seguridad la habrían despertado. Se levanto de su cama y se fue a darse una larga ducha, puede asi olvidaría, al menos, por un tiempo. Sizzlipede era el único de los Pokemon de la chica que se había quedado en la habitación, los demás habían salido y estaban en el patio. Miro por la ventana de su habitación. Allí estaban, junto a Naboru. Suspiro de nuevo y salió. La casa donde vivían no se podía decir que era pequeña, pero ni que fuera un una mansión. Los pasillos estaban decorados con el emblema del gimnasio de Tipo Fuego y el favorito de su padre, Centiskorch. Bajo al primer piso, donde estaba el salón y la cocina. Fue a preparar algo para desayunar. Aunque por las horas, seria mas para comer. Hizo algo rápido y ligero, mientras que su Sizzlipede no la dejaba de mirar. Era su mas viejo y leal compañero, sabia bien la historia de la chica y en que momentos sus recuerdos venían desde atrás para torturar a esta. Bajo de la mesa, saliendo al patio. Camino un rato, hasta llegar a donde estaba el Líder de gimnasio y le llamo la atención con una pequeña llama. El hombre lo miro algo confuso, pero cuando vio que este iba de vuelta a el interior de la casa, entendió que pasaba. Entro en la cocina, cual tenia unas grandes puertas de cristal que daban a el jardín. Sentada en la mesa, vio a la chica, que comía con una expresión triste. Se acerco a esta, sabiendo que había pasado. Se sentó junto a ella, mirándola hasta que en un final la chica levanto la mirada de su plato
-- ¿De nuevo tuviste ese sueño? - Pregunto con una voz seria, pero al mismo tiempo preocupado. La chica solo asintió, sin decir nada
-- ... Esperaba que dejara de pasar...
-- ...Papa... - Susurro Miura
-- Dime, mi niña
-- ¿Porque me diste una recomendación, fingiendo que en realidad era de Lionel? ¿Porque creciste a Scorbunny para mi? No entiendo...
-- Miura... se que participar en el Desafío de los Gimnasios nunca fue tu prioridad, y ni siquiera al menos te interesaba. Pero creo que es algo por lo que debes pasar. Empezar tu propia aventura puede ayudarte, o, al menos, hacerte ver las cosas de tu alrededor en un modo en el que hasta ahora no habías visto. Se que no fue bonito por mi parte pedirle a Lionel que te diera esa recomendación, haciéndote creer que era de la el, asi como con Scorbunny, pero creo que es algo que necesitas experimentar - La chica baja la mirada - Se que desconfías de ti, pero yo se que puedes llegar hasta el final - Se levanta - Por supuesto, si deseas renunciar y dejar el desafío ahora, no te pararé
-- Niega con la cabeza - No... No se hasta donde podre llegar, pero ahora que e empezado... no quiero renunciar... No asi - Se levanta y ella. Al oír esa respuesta, Naboru la toma en brazos, mientras que acariciaba su cabello
-- Sabia que dirías eso. Estoy orgulloso de ti. Pero, y si hubieras renunciado lo seguiría estando. Lamento mucho haber hecho todo eso sin decirte nada. Fue un error planear meterte en el desafío a tus espaldas
-- Corresponde al abrazo - No pasa nada, papa... Se que solo quieres lo mejor para mí...
-- Sonríe - Ahora, ¿que te parece si nos damos una vuelta por el campo de batalla del estadio, como hacíamos cuando eras pequeña?
-- Levanta su mirada y sonríe - Me gustaría eso
-- Pues vamos