Capitulo IV
Ellia
Ellia se sentía un poco mal, a diferencia de los demás, ella no había presentado ningún examen y aun así había sido aprobada para la prueba final. Estaba confiada en que iba a ganar, ya que la mismísima Sabiduría la había escogido para ponerla a prueba. Si no fuera la elegida… ¿por qué tanto arreglo para que ella participara en el examen?
Tranquilízate, Ellia - se dijo –. Todo saldrá bien.
Su hermano Julio había insistido en que ella participara en la convocatoria para ser una guerrera. Pero no fue la insistencia de su hermano la que hizo que ella aceptara, sino su mamá.
-No dejes que sus comentarios te afecten, Ellia. Muchas niñas han logrado cosas increíbles, siendo pobres o con cualquier otra dificultad. Haz tu camino, trata de cumplir tus sueños, yo te apoyaré con los ahorros que tengo, mi cielo. – le había dicho su madre -.
Ellia lloró de felicidad.
Parecía que las deidades se pusieron de acuerdo, Ella sin ningún tipo de preparación adecuada para presentarse en la escuela, lo había conseguido. Había dado por arruinado su sueño, pero hasta el último momento fue aceptada, había mandado cartas para que la aceptaran, pero no respondieron, hasta hace unos cuatro días.
-Oye – la llamó alguien -. ¿Estás nerviosa?
-Probablemente. ¿Qué hay de ti?, pareces muy confiado.
El moreno había llamado la atención de Ellia. Tenía una vida muy interesante y a la vez lamentable. Podía compararse con él, tenía una gran empatía, aunque tal vez sea por unión de su deidad.
Antes de conocerlo, el coronel le había platicado de Hector. No creía que se llevara bien con un chico muy problemático, pero si algo sabía muy bien Ellia, era que los prejuicios siempre jugaban sucio. Luego de conocerlo bien, y hablar anoche con él y dormir en la misma habitación, se habían ido esos malos prejuicios.
-Se llama “no mostrar debilidad ante el enemigo”. Lo aprendí en un libro de hace varios años.
-Vaya, eres un chico que no malgasta el tiempo, ¿he? – dijo con poco interés -.
-Pues, Felacio y Johana se fueron, y les prometí que sería un guerrero por ellos.
-No hubieras prometido nada, Hector. –muy seco -. Si tu rival soy yo, no tienes ninguna posibilidad – dijo sarcásticamente -.
-Escucha – le dijo el chico sin ninguna expresión -. Yo ganaré, ¿entendido?
-¡Ustedes!, Ellia y Hector – gritó el coronel – serán los terceros en pasar. Ahora, comiencen Úrsula y Sandra.
Las chicas pasaron al frente, a donde marcaba el área de pelea. Ellia contó los estudiantes y eran diez nada más. De los treinta estudiantes solo diez acreditaron para los exámenes. No quería ni quería imaginarse como eran los exámenes.
-Somos lo terceros. Pensé que tardaríamos un poco más.
El coronel salió fuera del área para dejar a las chicas pelear. Ellia lo miró, tenía una cara un poco psicópata, como si fuera a ser parte de un asesinato, o como si algo muy terrible fuera a ocurrir.
El aire empezó a enfriarse, todo empezó a tornarse de otro color, un color frío y muy deprimente.
***********
Úrsula y Sandra peleaban mal. Ellia notaba que su posición y precisión eran muy malos. Aunque Úrsula parecía estar mejor entrenada que Sandra, tenía un muy reducido manejo de sus poderes. Todo lo había aprendido en unas viejas peleas de su hermano: cuando se burlaron de Ellia nos brabucones, cuando llegaron a asaltar la florería de su madre, etc.
-Sandra, ¿Qué pasa perra?, no me digas que te vas a rendir tan pronto – le gritó Úrsula -.
-¡Cállate!, maldita sea. Sandra se prendió fuego y corrió hacia Úrsula.
-La chica en llamas le dio una patada en el estómago tan fuerte que aventó a Úrsula a pocos metros del límite del área. La chica estaba en pose fetal. Sandra se acercó y golpeó su cara una y otra y otra y otra vez. -¿Qué pasa Úrsula? – Dijo con una gran sonrisa -.
-Se acabó – ordenó el coronel -. Sandra comenzó a golpearla más fuerte.
-Ah, maldita perra. La chica concentró toda su ira en sus manos y le tapó la cara a Úrsula, quemándosela.
El coronel se acercó y la agarró del cuello para aventarla. Unos enfermeros aparecieron y se llevaron en una camilla a Úrsula y en otra a Sandra. Úrsula había quedado con quemaduras de tercer grado, dejando un poco negra la cara de la chica
-Ira… - dijo Hector -.
-Estoy segura que así es. ¿De dónde lo percibes?
-No estoy seguro.
-¡Coronel! – Dijo una chica – mi compañera y yo queremos retirarnos, no queremos participar en el examen -.
-¡Lárguense!, no necesitamos perder el tiempo – dijo el coronel muy furioso -.
-Bien, los siguientes… Hector y Ellia. He estado esperando este momento… -dijo el coronel con una cara de deseo-. Miraba a los chicos sin parpadear. Ellia tuvo un mal augurio, creía que Ira ya se había apoderado de él, en cualquier momento empezaría a vomitar negro, volar, o quien sabe, girar su cabeza ciento ochenta grados.
La chica avanzó al área de pelea. Hector parecía estar forzándose al caminar, pero avanzó.
-Coronel, hay algo que quiero…
-No te preocupes chica, sólo peleen. Pueden usar cualquier arma, técnica y lo que sea – dijo aguantándose la risa -.
-Ya se lo llevó la chingada al coronel.
La chica se acomodó. Miraba directamente a los ojos de Hector tratando de leer su pensamiento, pero nada. Por fin la pelea comenzó. Todo se decidiría ahí. Después de este examen, las cosas cambiarían.
Ellia creó un golem de tierra de unos tres metros aproximadamente. Hector por otro lado, creó una serpiente de unos cuatro metros. La serpiente se deslizó hacia el golem.
-Vamos golem. El gigantón se movió. La serpiente se enrollo desde los pies hasta la cabeza del golem con gran rapidez. El gigante trataba de quitarla pero cada vez la serpiente apretaba más.
Editado: 30.01.2021