Liga De Guerreros

Capitulo VIII

Capitulo VIII

Audrey

Ya habían pasado varios minutos, el όριο γης ya no se veía, todo alrededor era pura arena, terracería. Pero no pasó ni treinta minutos y se pudo observar unas pequeñas casas a los lejos.

Había estado muy callado el recorrido. A Audrey le molestaba ese silencio, quería hablar de algo o escuchar las cosas de los demás, cualquier cosa que escuchar sus propios pensamientos, que perd-

-Bien, ¿alguien puede decir algo?, está un poco apagado este equipo – dijo Audrey tratando de romper el hielo -.

-Hmm, juguemos al “veo veo” Audrey – dijo Ewan -.

-Perfecto.

Los demás chicos no se fijaron en ellos, sólo seguían su rumbo. Ewan era un chico muy guapo para Audrey, muy admirable, inteligente, y demasiado valiente.

-Bien, veo algo de color amarillo y está en todos lados.

-¡Arena! – dijo Audrey -.

-¡Correcto! – Le dijo Ewan – bien, ahora veo algo que está enojado y siempre quiere estar al mando de todo -.

-¡Neo!

-Correcto.

-No me metan en sus estúpidos juegos – dijo Neo -.

-Bien. Veo veo… algo de color… café, es raro y… ¿me está viendo?

-¡Hector!

-Correcto.

Hector se volteó y siguió adelante.

Hmm, no se lo tomó bien al parecer

Audrey empezó a reconocer un olor, era como mamá haciendo uno de sus platillos secretos y deliciosos…

-Mamá – dijo Audrey al llegar a casa -.

Audrey se dirigió a la cocina, quería ver que estaba haciendo su mamá, ¿qué era lo que estaba cocinando que olía tan rico?

-Es un rico pollo entomatado, Audrey, como te gusta.

-¡Por todos los pollos!, huele muy rico, madre.

-Ve a lavarte las manos, ahorita va a estar la comida…

Audrey tenía problemas, ella lo llamaba, “desconexión”, solía perderse en otros tiempos, en sus recuerdos; a veces tardaba una hora perdida, o incluso dos, desde que ella recuerda, empezaron desde que tenía trece años, cree que la razón principal de este problema era un recuerdo grave, traumático, de su infancia, estaba muy bien grabado, tanto, que ella creía que sería el último recuerdo en olvidar de toda su vida.

Audrey recuperó la noción del tiempo, por suerte no se había chocado con nada. Decidió ir con Hector.

-Hola, Héctor – le dijo la chica -.

-Hey, Audrey.

-Quería preguntarte, ¿te enojaste?

-No, no hay problema, sólo que, no sé por qué me metieron en eso, yo no los conozco bien aún.

-Bien, ¿y por qué no aprovechamos la oportunidad? – Dijo Ellia – cuéntanos de ti -.

-Estupendo. Tengo diecisiete años, vengo del mismo planeta que Neo, aunque para ser una guerrera me enviaron al planeta de Amor…

-Oh, ¿está bonito? –preguntó Ellia -.

-Sinceramente todos parecían algo… drogados. Me explico, todos estaban muy cariñosos entre sí, eran muy calmados e iban casi semidesnudos.

-Bueno, ya sabemos de todo lo que se habla de ese planeta – dijo Hector -.

-y, ¿por qué decidiste ser una guerrera? – preguntó Ellia -.

-Hmm, quiero ayudar a las personas, quiero mantener a salvo a las personas, quiero que ya no haya más niños perdidos, familias muertas, ningún tipo de maldad, desde pequeña mi mamá me incitaba a ser una guerrera,  así lo decidí -.

-Que buen gesto de tu parte -.

-¿Qué hay de ti Ellia?

-También mis padres me incitaron, tengo una hermanita y la verdad me dolería si la perdiera, al igual que mi madre… lo hago por ellos.

-Qué bonito, Ellia.

-Gracias.

Tal vez Ellia sería una mejor amiga para Audrey. No podía decirle que no tenía amigas, que nunca había tenido una mejor amiga. Quizás Ellis si tenía una mejor amiga, ¿podría tener dos mejores amigas? La rubia era bonita, su cabello aunque algo maltratado, era rubio y eso atraía mucho a los chicos, su cuerpo era perfecto, tenía unas piernas y una cintura espectacular, y sus ojos azules ni hablar. Si admitió sentirse algo triste por no ser igual de bonita.

-¿Hector? – preguntó Audrey -.

El chico se quedó pensando hasta que dio con algo al parecer.

-Quiero hablar con las deidades, tengo una petición que hacerles, y tal vez ayudar a las personas, como ustedes.

-Oh, veo que ya lo tenías muy bien pensado.

Audrey estaba inquieta. El cadáver que había visto le recordaba a ella misma. Tuvo una idea terrible, tal vez se trataba de una premonición, tal vez ella moriría pronto, sin duda alguna estaba nerviosa y asustada, pero su nivel de compromiso era más grande que su temor. Ella sufría de ansiedad, casi siempre estaba perdida en diferentes mundos, ideas, destinos que, aunque fuera difícil de que pasara, eran muy movedizos, profundos, viciosos, rutas y callejones sin salida. Pensar mucho en sí misma le traía malas cosas, era como si tuviera el poder de atraer todo lo negativo con sólo pensarlo. Por tonto y absurdo que sonase, ese era el mal de todos los días de Audrey.

Ellia y Hector tenían sus problemas, y más el chico, tenía una historia terrible y tenebrosa. No le gustaba comparar sus problemas, porque siempre llegaba a una conclusión negativa para ella. Todos los problemas de los demás eran más importantes que los de ella.

A Ewan lo había conocido un día en el mercado. Audrey y su mamá salieron a comprar algunos ingredientes para la cena. Antes de marcharse, un chico con el cabello recogido que vestía de una túnica verde, le llamó la atención. Él venía con cuatro personas más, vestidas de la misma manera que el chico. Audrey hizo contacto visual con él y no paró de mirarlo, era muy atractivo. Su mamá le llamó, ya tenían que irse, así que se regresaron por el mismo camino por el que llegaron; al doblar por el camino, se encontró de frente a aquel chico. Audrey se puso nerviosa y tiró accidentalmente las compras. Rápidamente las empezó a recoger. Aquel chico guapo le ayudó. Tenerlo de cerca era una locura, olía muy bien, además tenía los ojos rasgados y era un aspecto algo gracioso y a la vez atractivo. Cuando terminaron, los dos se levantaron y el chico se despidió de ella, sin decirle su nombre, sin presentarse el uno al otro.



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En el texto hay: deidades, pecados

Editado: 30.01.2021

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