Capitulo XIV
Hector
El portal de Neo era muy débil, sólo era un atajo para llegar al mundo de los pecados, el recorrido era muy extenso. La distancia del planeta de Sabiduría al de Naturaleza era de aproximadamente 40 millones de kilómetros, mínimo esa era la cantidad de distancia que tenían que recorrer.
-No llegaremos a tiempo – dijo Hector.
-Sí, lo sé – dijo Neo -. No tengo otro método para llegar más rápido.
-Creo que podemos llegar más rápido si usamos nuestras habilidades – dijo Ewan.
-No hay tierra para poder deslizarnos en ella – dijo Ellia.
-Pero podemos usar aire – dijo Ewan -. Déjenmelo a mí.
El chico se puso hasta atrás de todos y empezó a levitar.
-Neo, ¿puedes abrir el portal para que entre un poco más de aire?
Neo abrió el portal detrás de Ewan. El aire empezaba a entrar más y más hasta hacer un pequeño remolino alrededor de Ewan.
-Cierra el portal y ve adelante – le dijo el chico.
Todos los guerreros se esperaron juntos. Ewan gritó que saltaran, ellos lo hicieron y todos fueron disparados por el aire a una gran velocidad, Ewan creó un escudo para que no tuvieran ningún problema con el rozamiento del aire. Ya los guerreros avanzaban a gran velocidad.
Era una decisión muy difícil, muy apresurada, Hector sabía lo inexpertos que eran, sabía que el grupo no estaba bien comunicado, sabía, sabía, pero nunca hacía, nunca hablaba, después de haber tomado la decisión se ponía a pensar, se ponía a ver mejor las desventajas. Tal vez fue estúpido, pero ya no había vuelta atrás. Sólo suspiró. Es cierto que había hecho una decisión muy difícil, pero también era verdad que no había sido el único, todos los demás guerreros habían decidido lo mismo, todos habían concordado por primera vez, el deber les llamaba. Volteó a ver a los demás, su preocupación era más que obvia, tenían familiares a los cuales proteger, pero también había gente a las cuales proteger, familias a las cuales cuidar. El miedo era inevitable, pero por una necesidad habían decidido lo más ridículo y peligroso, no por sí mismos, sino por sus seres queridos, por la deuda con la vida.
Y nuevamente Hector se preguntó: ¿quién soy?
-No es tan fácil, Hector – dijo su otra alma -. Todas las personas tenemos una identidad, hecha por características, ideologías, religiones, valores, y demás cosas, perder tu identidad es muy doloroso, pero no saber ni siquiera cual es la tuya es más frustrante. Todo el tiempo me pierdo pensando en ello, ¿qué soy? ¿Tan siquiera se me puede referir como una persona? ¿Qué define a una persona? ¿Por qué así?, podría tomarme una vida entera preguntándome, pero moriría antes de encontrar mi respuesta, tú estás vivo, yo estoy corrompido, soy una masa pegajosa y negra, pecadora y ahora sin identidad. No gastes tu tiempo dándole vueltas al asunto, hay cosas que merecen tu atención justo ahora.
Las palabras de él fueron bien recibidas, sea quien fuese aquél chico, era muy inteligente.
-Muchas gracias, tú.
-Hey, parece que ya estamos a punto de llegar – dijo Audrey.
Un silencio abrazó a los guerreros, y luego Geraldine habló:
-Sin miedo a nada, compañeros.
Hector y los chicos sonrieron.
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Ya a unos cuantos metros se podía sentir un cambio en la temperatura, ese lugar era helado completamente. Neo abrió el portal para la salida. Ewan detuvo el remolino y cayeron al suelo. El portal daba a una oscuridad llena, helada y melancólica.
-Por todos los cielos, sólo avancen – dijo Neo y pasó por el portal.
Los guerreros salieron. Todo estaba oscuro, el frío era duro, pero nada que no pudieran controlar. El portal se cerró. Todo estaba rodeado de árboles, no se veía ninguna fuente de luz, de calor, no cerca.
-Pareciera como si el sol se olvidara de este mundo – dijo Ewan.
Geraldine prendió su mano en llamas para iluminar un poco, pero Neo le dijo que no.
-No sabemos que podamos llamar con esta luz.
Ewan trató de controlar los árboles, pero resultaba muy difícil, no eran árboles cualquieras, podrá decirse que eran “artificiales”.
-No puedo creer esto, ¿hasta la naturaleza en este mundo es artificial? – dijo Ewan.
Hector y Ellia trataron de controlar la tierra, pero era muy pesada, no era tierra común y corriente.
-Maldición, parece que nuestros poderes no tienen tanto efecto aquí, hemos venido a morir – dijo Hector.
-Cielos, en verdad es casi imposible controlar algo en este mundo – dijo Ellia.
-No creo que sea tan malo – dijo Audrey -. No he presentido ningún sentimiento impuro, parece todo lo contrario, pero si es muy raro, me da escalofríos.
Los chicos avanzaron por el camino despejado de hierba. Parecía ser el mismo escenario en todas partes, como si estuvieran atrapados en un cubo de sólo tres metros cúbicos, tan repetitivo y claustrofóbico. Siempre se dice que los ruidos misteriosos o en medio de la oscuridad son los peores, pero el silencio total de aquél mundo era, además de viciosos, abrumador.
-Cielos, ya me dio algo de frío – dijo Audrey.
-Todos tenemos frío, no hay nada que podamos hacer.
-Cuidado – dijo Audrey -. Hay personas al oeste.
-35 metros, parecen ser más de cinco, es un grupo, tal vez sean ellos – dijo Neo.
Los guerreros se dirigieron rápidamente a ellos. Neo y Ewan monitoreaban por cielo y los demás por tierra. Estando más cerca, Neo gritó: ¡Son ellos!
Todos pararon. Geraldine se prendió en llamas y un área de 5 metros se iluminó a su alrededor. La chica lanzó bolas de fuego a las personas. Ewan y Neo los retuvieron con su control de aire.
Todos se acercaron y no eran nadie, eran unos simples muñecos de madera. Más adelante, los arbustos se movieron, alguien o algo estaba ahí.
Editado: 30.01.2021