Capitulo XV
Hector
-Y de nuevo nos encontramos – dijo Owen.
Todos los guerreros y los hijos del pecado estaban ahí reunidos de nuevo.
-¿Dónde está tu patrona?, a esa a la que quieren despertar – dijo Roger.
-No tiene importancia, hay otras cosas por las cuales preocuparse, el planeta de sabiduría está siendo destruido, luego iremos por amor y se caerán las demás deidades – dijo Owen.
-No si lo impedimos – dijo Ewan.
-Dorothea – dijo el chico.
-Sí.
La chica saltó y se metió en la tierra, un muro de metal surgió, de ancho media cientos de metros y de alto igual.
-Rhys – dijo Owen del otro lado.
-No huirán de nuevo – dijo Neo.
Guantes de acero aparecieron en sus manos y empezó a golpear el muro. Audrey le siguió. Geraldine se prendió fuego y empezó a subir. El muro vibró y un puño golpeó a Geraldine, la chica cayó y el puño volvió al muro. De la parte más baja, aparecieron varios pinchos. Un guante de Neo se atoró en uno. Audrey retrocedió y Neo desapareció sus guantes.
-¿Estás bien, Geraldine? – le preguntó Ewan y Ellia.
-Increíble lo que estos bastardos puede hacer. Pero no es suficiente.
Roger levantó sus brazos y el muro empezó a vibrar. De la tierra el muro empezó a desprenderse.
-Es muy pesado – dijo.
-Listo Dorothea, apártate – dijo una voz femenina del otro lado.
El muro se derribó y de los escombros apareció la chica. Ella se apartó. Un chico de cabello verde tenía una bola de luz en sus manos, el chico vio a los guerreros y disparó un potente haz de luz. Ewan cubrió con un escudo. Tenía un espesor muy grande, lo suficiente para acabar con todos los guerreros.
-No puedo – dijo forzado Ewan -. Es muy fuerte.
El escudo empezó a agrietarse. Ewan llenó el escudo de antiguos escritos y el haz de luz empezó a rebotar, ahora iba disparado al cielo.
-Quítense – les gritó Ewan.
Los guerreros se apartaron. Los hijos del pecado escaparon.
-Mierda.
Ewan se quitó de ahí y el escudo desapareció. Por suerte el haz de luz no le dio. Después de unos segundos el haz desapareció. Detrás de los guerreros, se encontraba un enorme cráter. Los arboles habían desaparecido. Los guerreros se voltearon a ver.
Neo trató de ir detrás de los chicos, pero Ellia lo detuvo.
-Suéltame – le decía el chico mientras Ellia lo detenía con todo su cuerpo.
-Neo, cálmate, ya se fueron, no podemos hacer nada.
-No nos podemos quedar así.
-¿Acaso no ves esto? – le dijo Geraldine -. Mira ese cráter, uno de ellos pudo hacer esto, imagina lo que pueden hacer todos ellos juntos.
El chico se calmó. Todos miraron atrás. Hector volvió a tomar el control.
-No estamos preparados para enfrentarlos – dijo Hector -. Ellos se comunican mejor que nosotros, se conocen mejor, su equipo es mejor que el de nosotros.
-¿Si sabes que estás insultando tu equipo? – le provocó Neo.
-¿Acaso estoy mintiendo?
-No es momento de pelear – dijo Audrey -. Hay que hacer algo.
-Ya no es conveniente ir por ellos – dijo Ewan -. Tenemos que salir de aquí.
-Exacto. Venimos a perder el tiempo, ya estamos aquí, ¿por qué no ir por ellos? – dijo Neo.
-Imposible. Hector tiene razón, no estamos a su altura – dijo Geraldine -. Ninguno de nosotros habíamos escuchado antes sobre los hijos del pecado, ¿qué podemos hacer contra algo que aún es nuevo para nosotros?
-Bien, entonces ya no tenemos nada que hacer aquí – dijo Ellia -. Hay que irnos ya.
-Maldita sea – susurró Neo y después creó el portal -.
-Venir aquí ha sido un error – continuo diciendo.
-Hey, Neo. De alguna manera estamos aprendiendo, tal vez sea un mal comienzo, pero por eso tenemos que… uhm… saber reconocer nuestros errores para no volver a fallar en el mismo error – dijo Audrey.
El chico giró la cabeza y sólo dijo:
-Lo que sea.
El portal empezó a temblar y a cambiar de forma, producía un ruido eléctrico.
-¿Qué pasa ahora? – preguntó Hector.
-Parece ser una interferencia – dijo Neo -. Maldición.
El chico tocó el portal con ambas palmas, trató de romperlo, pero no pudo. El portal le envió una descarga eléctrica y el chico cayó al suelo.
-Cuidado – gritó Audrey.
-Oh puta – dijo -. Sus manos estaban rojas y echaban vapor.
Todos los chicos se acercaron a él.
-Déjame ayudarte – le dijo Ewan -. El chico le empezó a curar las manos.
-Es mejor que nos alejemos – dijo Hector -. Esto no pinta bien, puede que esos bastardos estén interfiriéndolo, vámonos.
Ewan terminó de curar las manos de Neo.
-Estarás bien en unos minutos, el dolor se marchará, pero las quemaduras ya se fueron.
El portal se empezó a ondular y en seguida se volvió una esfera negra que emitía una especie de radiación infrarroja.
-Vamos.
Los guerreros empezaron a huir de ella. La esfera empezó a levitar más. Una pequeña grieta apareció en ella, dejaba salir una luz blanca que luego cambiaría drásticamente a una roja y amarilla. Hector volteó y aquella esfera era un ojo, no cualquiera, era una de esas criaturas que tenía su propio capitulo en el libro de los disturbios del pecado.
-El ojo de la verdad.
El ojo miró directamente vertical a la tierra y lanzó un poderoso rayo de luz.
-Corran – gritó Hector.
Los guerreros estaban huyendo, el rayo seguía activo con la misma intensidad. Hector no quería ver atrás, aquél ojo tenía la habilidad de desmentir cualquier cosa, mostraba lo más peligroso y cruel que las personas tenían. Neo no había creado otro portal, parece que se había quedado sin energía, exactamente no sabía que tanta energía se gasta en crear un portal, pero con tanta distancia como esa, suponía que se gastaba más. Hector no pudo más y volteó.
Editado: 30.01.2021