EL CUARTO PODER
La ciudad se preparaba para los cierres de campaña, las calles y muros estaban tapizados con afiches e invitaciones a la celebración que representaba llegar hasta el final de la contienda electoral, en solo 24 horas los actos de Henry Oberon y William Jaimes se llevarían a cabo, dando por terminado una de las campañas más difíciles en la historia reciente de la capital de la Unión Federal Latina.
Esas eran noticias y realidades de las cuales Ezequiel Martin deseaba ausentarse, al menos brevemente al momento de cenar con su familia, la vida familiar era uno de los muchos tesoros que un hombre podía disfrutar, y para él no solo era el más importante, sino el único.
Fue en ese instante, mientras disfrutaba de la cena con los suyos que un G-Com comenzó a repicar, se dirigió a su despacho para atender la llamada al ver el nombre de Irvin Lagos en la pantalla del dispositivo.
—¡Eres un infeliz!
Ezequiel se quedó sorprendido por tal declaración.
—Qué forma de saludar Irvin, ¿Aun estás molesto por la nota que le hice a tu jefe?
—Eso ya quedó olvidado, ¡Sobre todo luego del favor que nos hiciste!—Exclamó contento.
—¿Favor?, no me vengas con acertijos, eso déjalo a los votantes, además mañana es el cierre de campaña deberías estar haciendo otras cosas distintas a molestarme mientras estoy comiendo.
—No puede ser que seas tan cínico de mentirme, y me parece todavía peor que no sepas todo lo que ha pasado.
Un escalofrió recorrió la espalda de Ezequiel, algo importante ocurrió desde que salió de su trabajo hasta que se dispuso a comer con su familia, era esa sensación de que algo o alguien estaba torciendo peligrosamente la historia.
—Irvin, estoy comiendo con mi familia, así que hazlo corto y dime qué pasa.
—¡Que eres un héroe!, no solo salvaste la campaña de William sino también a toda la ciudad.
Ezequiel se sentó en su silla de trabajo frente a su computadora, su mujer entre tanto le avisó que alguien lo estaba buscando en la entrada de su hogar, él la alejó con la mano con rostro de preocupación.
—¿Cómo que soy un héroe?—Preguntó Ezequiel mientras encendía su computadora.
—Periodistas independientes se comunicaron con mi gente hace unos minutos, subirán la información a la Interweb en algunas horas, Henry Oberon creó la Liga Del Asfalto para atraer a los pandilleros y manipularlos para que fomentaran el vandalismo y luego venderse a sí mismo como el tipo que los podía eliminar, supongo que sabes que a los organizadores de la Liga los mataron junto con otros jovenes, ¡Siempre sospeché que era un ajusticiamiento!, pero como sea eso hizo que subiera la intención de votos a favor de ese infeliz, ¡pero ahora con la investigación que hicieron Juan y Tú todo el panorama cambia!
Irvin Lagos no lo pudo ver, pero el rostro de Ezequiel se tornó pálido, no solo por lo que escuchó, sino por lo que vio en el monitor, efectivamente medios independientes y de poca credibilidad reportaron tener la investigación de Juan Ximénez en relación a Henry Oberon, pero no solo ellos, portales de noticia de poca envergadura, sensacionalistas, lugares más dedicados a exparcir rumores que hechos, aquella era gente que Ezequiel no le importaba en lo más minino, pero ahora un trabajo con su nombre estaba circulando por aquellas improbales circulos, cada página que miraba en la Interweb tenía un título más amarillista que la anterior.
—¡¿De verdad le crees a estos tipos?!—Preguntó Ezequiel tratando de aminorar la situación – La mayoría de esos supuestos periodistas escriben desde el sotano en la casa de su madre.
—Ja,ja,ja, pensé lo mismo, pero mis muchachos investigaron en otras fuentes, otros periódicos y noticieros tienen la misma información, cada uno está viendo la mejor forma de publicar esto, supongo que Henry se enterará mañana si no es que ya algún loco se lo dijo, ¡Y tú eres un bastardo por no decirme antes!
La esposa de Ezequiel volvió a interrumpirlo avisando que lo venían a buscar.
—¡Quien quiera que sea que venga después!—Exclamó preocupado el periodista.
Detrás de su mujer se escuchó una voz adolescente
—¿De verdad quieres que venga después?
Ezequiel reconoció la voz, cortó comunicación con Irvin Lagos indicándole que hablaría con él más tarde.
Segundos después pasó al frente Lázaro Ximénez, ser el hijo de uno de los periodistas más importantes de las Unión Federal Latina le dio confianza suficiente a la mujer de Ezequiel para dejarlo pasar a su hogar.
Martin vio el rostro del muchacho, supuso que algo tuvo que ver con lo que estaba pasando, esperaba algún tipo de actitud altanera, de desafío al sistema, pero en vez de eso se encontró con un joven cansado, al borde de la tristeza.