Abro los ojos… todo fue un sueño, me digo a mi mismo, cuando en realidad estoy más consciente que nunca de que esto no ha terminado. Estoy en una habitación de hospital o clínica. Estoy acostado. No siento tanto dolor como esperaba sentir, eso es raro.
Abro mejor los ojos y veo a Enzo sentado a mi lado. Cuando me ve comienza a sonreír.
-¡Hey! Despertaste, que bueno ¿Cómo te sentís?
-Bastante bien de hecho, pero… ¿Qué fue lo que pasó?
-Esperábamos preguntarte lo mismo. Te desmayaste y te trajimos.
-¿Y la criatura?
-Eso es lo más sorprendente… cayó al suelo al mismo tiempo que lo hiciste vos. Luego, se levantó y se metió al mar… Realmente tenés una conexión con este monstruo Noah.
-No me acuerdo de nada, solo de un intenso dolor de cabeza.
-No sabíamos si ibas a sobrevivir. Te salía sangre de los ojos, la nariz y los oídos. Como si alguien te hubiera apretado el cráneo muy fuerte.
-Eso fue exactamente lo que sentí.-Digo tratando de sentarme.-No me vas a hacer quedarme acá ¿no?
-Si vos te sentís fuerte, podemos irnos. Es tu decisión.
-Gracias, sí, me quiero ir.
-Genial, vamos a ver a Nicol, está muy preocupada por vos. Ah y espero que no te moleste pero… llamamos a tu padre.
-¿Qué? ¿Por qué?
-Porque era necesario Noah. El sonaba muy preocupado por vos, de hecho ya se encontraba viajando para acá. Si no lo hubiésemos llamado todavía andaría buscándote asustado y confundido.
Tiene razón, me alegro que se hayan comunicado con él, es un alivio en realidad. Porque en este caso yo me quebraría al hablar y eso lo preocuparía aun más y eso no es lo que quiero en absoluto.
-¿Le contaron lo que pasó?
-Le dijimos que te encontrabas bien, no quisimos preocuparlo de más.
-Gracias Enzo, de verdad quiero que sepas que te agradezco por todo. Estás haciendo mucho por mí.
-Y vos también por nosotros. No me agradezcas, ahora vamos… hay una chica que te quiere matar.
Nunca me habían pegado una cachetada en mi vida y menos una tan fuerte. Nicol tiene manos pequeñas pero el ardor en mi cara me hace pensar que las apariencias engañan. Apenas termina de cachetearme me abraza, está llorando desconsolada, llora mucho. La abrazo fuerte.
-¡Te odio! ¡Te odio Noah!-Grita pegada a mi hombro.
-Bueno, tranquila, calmáte.-Le digo mientras encierra mi espalda con sus brazos apretando tan fuerte que creo que me va a mover la columna vertebral.
-¿Cómo pudiste hacerme algo así? ¿Cómo pudiste dejarme sola? ¡No fuiste capaz de explicarme porque te ibas!
-Perdón, perdón, nunca más va a pasar.
-¡Pensé cualquier cosa! Me llevaron a un bunker y se escuchaban estruendos arriba y temblores fuertes.
¡Llegué a pensar que habías muerto! ¡Idiota!
-Te prometo que nunca más te voy a hacer algo así.
Lo prometo, perdonáme. Ahora tenemos que irnos.
-Pará, no me sueltes…-Su voz repentinamente se vuelve suave y cautelosa.-Todavía no.
-Ok… no te suelto.
-¡Señor!-Se escucha a lo lejos y uno de los hombres se acerca a Enzo, le dice algo al oído y él se acerca a nosotros.
-Perdón que los interrumpa chicos. Pero tienen que ver algo, vos más que nada Noah.
-¿Qué pasó?-Pregunto mientras nos despegamos con Nicol.
-Tu madre… te está llamando.
Corremos desaforados de vuelta a Moderatto y nos adentramos otra vez en el pasillo que lleva a la sala de recuperación donde se encuentra mi madre. Afuera de su habitación encontramos un hombre con una radio, se sorprende al vernos llegar.
-Está repitiendo “Noah” constantemente, empezó hace unos quince minutos.
-¿Puedo pasar?
-Claro, pasá tranquilo.-Dice Enzo y así lo hago.
Abro la puerta y la encuentro en el mismo lugar donde la dejé, pero esta vez está susurrando mi nombre a cada segundo. Me acerco a ella y me vuelvo a agachar poniendo mi mano sobre las suyas.
-Acá estoy… mamá acá estoy, soy Noah, soy tu hijo.-Digo y no puedo evitar sensibilizarme cada vez que estoy cerca de ella.
Sus susurros paran y vuelve a quedarse inerte. Por más que insista ya no hace nada más. Estas emociones son demasiado fuertes para mí, nunca había experimentado situaciones de este calibre, con este peso tan emocional. Me abruma tanto lo vivido. Finalmente, decido ponerme en pie para irme.
-Hijo…-Siento su voz mucho más fuerte. Me giro de vuelta para verla. Y me acerco una vez más. Suena difonica y debil.
-Acá estoy, habláme, hablá conmigo.
-Hijo…-Repite y parece perderse una vez más. No lo puedo permitir. No puedo dejar que se valla ahora.
-Mamá, necesito que me cuentes lo que pasó ese día, en el 99, el crucero sobre la fosa, las aguas verdes. Necesito que me digas que fue lo que sucedió.