Como parte de su rutina de fortalecimiento Keiji programó su alarma antes del amanecer, se metió al baño para lavarse la cara y vestir la ropa de entrenamiento, y aunque según él, estaba siendo sigiloso, al salir del baño, fue sorprendido por Ryo, quien sin decir nada se había levantado y ya estaba con su buzo de deportes.
- Qué haces…- musitó intentando ocultar su sorpresa.
- Cómo esperas que pueda descansar- bufó-llevas semanas haciendo lo mismo.
Keiji no pudo contener su sonrisa. Así que al fin había logrado convencerlo.
Casi dejando una nube de vapor frente a su rostro, tras algunos de minutos de elongación se prepararon para iniciar la carrera.
-Hace frío- suspiró frotándose las manos.
-…entonces entra en calor- lo desafió Ryo.
Su compañero comenzó con un trote lento. Él en cambio, ansiando competir, lo hizo a toda velocidad, pero en pocos minutos se quedó atrás, y cuando iba por la décima vuelta Ryo ya había finalizado hace al menos diez minutos.
-Moriré- exageró dejándose caer.
-tardaste treinta y siete minutos- murmuró viendo su reloj- me sorprende que al menos hayas terminado.
Keiji se quedó incrédulo, al parecer debería esforzarse quitarle lo engreído.
Camino de vuelta a los dormitorios compró un par de refrescos y se tiró sobre la cama, dejando que su compañero entrara a la ducha primero.
Aun cuando fue su turno tardó unos segundos, era extraño que incluso estando más delgado Ryo siguiera luciendo atractivo. Su piel pálida hacía un llamativo contraste con el profundo oscuro de su cabello, ciertamente también sus facciones le parecían un poco andróginas, dada la forma de sus ojos y una mirada inexplicablemente llamativa. Suspiró, era evidente la razón por la cual era del gusto de Hotaru, y sintió un inexplicable temor sólo por el hecho de pensar en que algún día ella pudiese confesarle sus sentimientos…¿Sería Ryo capaz de ver más allá de lo superficial y salir con una chica cómo ella?...Pensó eso último con el estómago apretado.
-Claro que no- murmuró revolviéndose el cabello.
Hotaru era demasiado buena e ingenua para salir con alguien como él. Incluso él mismo era mucho más afín en todos los aspectos…
Suspiró pesadamente, notando que ahora era Ryo quien lo miraba extrañado.
Se había quedado haciendo un doble turno esa tarde, pensó en que seguro Hotaru estaría reclamándole en casa como solía hacerlo siempre, pero qué más podía hacer, amaba su trabajo, incluso más ahora que estaba logrando varios avances con el mejor de sus pacientes.
Habiendo terminado sus principales tareas se sentó junto a la cama de Tomoki. Lo observaba de reojos, él continuaba concentrado en uno de sus libros de estudio. Sus últimos chequeos habían salido normales, la prótesis en su rodilla se había curado, ahora sólo faltaba que pudiese movilizarse de manera completamente independiente…y estaría de alta, gracias a las sesiones diarias de rehabilitación lo estaba logrando.
-Siento que de alguna forma...ya lo sabía al despertar- murmuró dejando su libro de lado.
Ella lo examinó por unos segundos.
- tal vez porque ha estado acompañándote...- musitó, él la miró de reojos- creo que las madres podemos tener alguna conexión especial con nuestros hijos, incluso después de la muerte...y seguro Natsuko también lo cree así.
Se quedó cabizbajo, Anne lo notó pensativo y quiso dejarlo a solas.
-Lamento…haber dicho lo de la otra vez- titubeó - que eras una mala enfermera...
…lo sé- sonrió intentado contener su sorpresa- si estás enojado puedes decir muchas cosas...
-…de hecho Anne...eres una muy buena enfermera.
Salió de la habitación con una sonrisa, cómo no iba a tenerle afecto.
Cuando llegó a casa Hotaru dormía en el sillón con la televisión encendida, la observó compasiva, y se acercó acariciándole el cabello, logrando que reaccionara de inmediato.
- Buenas noches- susurró.
Hotaru la miró con los ojos a medio abrir, incorporándose.
- Creí que no vendrías a cenar- se restregó los párpados- no he preparado nada.
- eres una muy mala hija- bromeó- ¿quieres comer algo especial?
- …omurice- asintió tras unos segundos.
- bien, ve a darte un baño.
Aún somnolienta Hotaru se metió al baño imaginándose el platillo, ¿hace cuánto que no comía algo tan delicioso, y además preparado por su madre?
Secándose el cabello se analizó frente al espejo, sus ojos se habían vuelto más grandes, pero estaba ojerosa, se sentía cansada a pesar de haber dormido toda la tarde, como si en realidad no lo hubiese hecho en años.
Cuando estuvo de vuelta la cocina, ahora en pijamas, Anne le pidió que ordenara la mesa, así que en silencio buscó los platos, vasos y cubiertos. Era bueno que después de tantas semanas volvieran a comer juntas, tal vez la única razón para salirse un poco de su dieta y disfrutar como antes.
- Y que tal-sonrió Anne sirviendo ambas porciones.
Hotaru sonrió, si bien tenía habilidades en la cocina nunca podía evitar que el omelette del omurice se le desintegrara antes de llevarlo al plato.
Saboreó cada bocado dejando que los ingredientes se deshicieran en su boca antes de tragar, por alguna razón sus emociones la traicionaron, sintió deseos de llorar.
- No es para tanto- rio su madre al ver su reacción.
Aún así la ignoró, sin duda sus alimentos, para bien o para mal, tenían también cierto valor sentimental, además Anne no se imaginaba que no había probado una porción real de comida hace muchos días.
Lamentablemente cuando la comida llegó hasta su estómago todo ese placer se disipó convirtiéndose en una sensación de culpa que fue en aumento a medida que pasaron los minutos.
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Editado: 29.11.2024