Ligera y agridulce

Las cosas que dejé por ti: Capítulo 15

 

Con el correr de los días las tardes cálidas y soleadas se volvieron escasas. Ya era habitual tener que salir de casa con sweater y en la tarde ver la puesta de sol poco después de volver del instituto. Para Hotaru la llegada del clima frío era sinónimo de trabajo extra para su madre, con un sinfín de días y noches interminables en turno. Al menos esa soledad ahora era una oportunidad de practicar con su flauta y seguir su dieta pasando desapercibida. 

 

Anne, que había pasado la noche en el hospital, esa mañana entró a la sala con una sensación extraña en el pecho. Todos sus pacientes ya habían recibido el desayuno y observó de reojos a Tomoki mientras ordenaba algunas de sus cosas. Después de todo se había vuelto casi por completo independiente, si bien al inicio su médico tratante se había negado, finalmente cedió a continuar las terapias en casa, lugar donde volvería después de mucho tiempo.

Las circunstancias de las últimas semanas harían, en especial para ella, que esa despedida fuera mucho más difícil de lo que jamás hubiese imaginado.

- Será extraño que no estés cuidándome cada día- murmuró sacándola de sus pensamientos.

-…también en las noches- agregó ella con una sonrisa nostálgica.

-…si no fuera por todas las veces que me regañaste…seguiría en cama.

- claro que no- sonrió conmovida- el mérito es tuyo.

Tomoki mantuvo en ella sus bellos y expresivos ojos pardo, y la rodeó con los brazos. Se sorprendió, jamás alguno de sus pacientes le había tomado tanto...cariño...Se sintió feliz. Le correspondió, notando por primera vez que era casi tan alto y fuerte como ella.

- Date prisa, ya viene tu padre.

En ese momento entró Seichiro, dirigiéndole una cómplice sonrisa.

- Creo que ya he terminado toda la documentación.

- Tomoki también está listo – respondió ella.

-espero que sigamos en contacto.

-tenlo por seguro- agregó su padre, haciéndola ruborizar. Tomoki observó la escena probablemente algo confundido.

- No olvides pasar a visitarme cuando vengas a terapia.

Al verlos alejarse sintió una pizca de tristeza. Aunque claro, ahora tenía la esperanza que gracias a Seichiro, podrían continuar viéndose con frecuencia.

 

 

 

 

 

 

 

Gracias a que en el último un verano Kouichi había hecho algunos trabajos de medio tiempo no fue tan difícil conseguir un empleo similar en una tienda de conveniencia.

Se sorprendió al ver que Yuuri no estuvo de acuerdo cuando le anunció lo que para él era una buena noticia, y sus ojos café oscuro parecieron más grandes de lo habitual al mencionar que también tendría que trabajar de noche.

- Ya lo había hecho antes- sonrió- además podré ahorrar dinero para arrendar una habitación.

Yuuri apretó los dientes y suspiró, lloriqueando que con la ayuda de su padre tendrían dinero suficiente para ambos.

- Aun así no quiero abusar de su hospitalidad.

- pero- intentó insistir, aunque ya no tenía argumentos.

- y creo que es la mejor forma de mantenerme distraído…

Por su parte Yuuri sabía que tal vez estaba en lo cierto, a pesar que lo hubiese intentando convencer, aun sin resultados, de pedir ayuda a Kousei, se había prometido apoyarlo, así que lo dejaría tomar sus propias decisiones. 

 Finalizando la cena Kouichi se metió en la habitación, tenía la intención de hablar con su hermano, pero en cada intento había algo que lo detenía, tal vez era la injusta posición donde veía que Ryo, aun después de la muerte su madre podía continuar su vida como siempre, mientras él se vería en la obligación de arreglárselas por su cuenta, y comenzar prematuramente una vida de adulto.

 

 

Ryo, por su parte, tampoco estaba convencido que dejar el instituto fuese la mejor opción para su hermano, aunque sabía que por el momento intentar contradecirlo sólo arruinaría el débil vínculo que los mantenía unidos.

Incorporándose en la cama miró a Keiji de reojos notando que también parecía pensativo.

-…¿No te has visto en la necesidad de decir o hacer algo arriesgándote a que todo se arruine?- murmuró de pronto manteniendo la vista en la pantalla del celular.

-…¿no es lo que tú haces todo el tiempo?- ironizó, Keiji lo miró de reojos.

- ¡cielos!- suspiró- y tú pareces el tipo de persona que no le importa herir los sentimientos de otros con tal de expresar tus pensamientos.

-…no lo haría si no me importara, claro- sonrió incrédulo, ahora incorporándose para entrar al baño.

Keiji se quedó viéndolo y alcanzó su mochila, aun en uno de los bolsillos de su chaqueta descansaba aquel pequeño obsequio que tanto le había costado decidirse en comprar. 

 

 

 

 

 

Esa tarde al llegar a casa encontró a su madre en la cocina, después de muchos días de trabajo y turnos extra, al fin tenía un día libre. Anne sonrió al verla, pero obteniendo una escasamente expresiva respuesta se quedó incrédula.

- Parece que no ha sido un buen día- rio.

La miró de reojos, suspirando.

- sólo estoy cansada, tengo muchas cosas que hacer...

-  pensaba en salir, he recibo el salario de este mes y creo que incluso podríamos darnos un fin de semana en playa – propuso repentinamente, sabiendo que amaba el mar- hace mucho que no hacemos algo juntas.

Aun admitiendo para sí que era una buena idea, ahora lo único que deseaba hacer a diario era dormir.

- tal vez- suspiró.

Su madre se encogió de hombros.

- A todo esto, hay unas personas que quiero que conozcas…

-…¿alguien del trabajo?- respondió tomando un vaso de agua, sabía que Anne no tenía tantas amigas.

-…algo así- volvió a sonreír- así que el miércoles iremos a cenar.

- ¿a cenar?

 -a cenar- repitió Anne.

Notó ahora en su madre cierta ilusión, que la dejó pensativa.




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