Aun sintiéndose en extremo cansada intentó poner atención a la clase de Historia Universal, ya se acercaban los exámenes y no era precisamente su mejor ramo. Se imaginó que si le hubiese tocado vivir en el medioevo europeo la habrían quemado en la plaza principal antes de cumplir la mayoría de edad por extraña y antisocial, tal vez eso hubiese sido lo mejor también ahora.
Antes de retirarse profesor indicó traer para la próxima clase una reseña sobre el tipo de tortura que les pareciera más curiosa y la historia y razón de las personas que fueron sometidas a ellas. La mayoría de los alumnos comentaba la idea con entusiasmo, Hotaru pensó que al parecer todos estaban igual de locos que ella.
Tomando sus cosas se dirigió a la sala de música con cierta satisfacción, al menos ahora no tenía la obligación de ir al entrenamiento de tenis. Liberando la flauta de su estuche tomó asiento en su rincón. Saludó tímidamente a los compañeros que iban llegando, mientras repasaba las partituras en silencio. En pocos entró de prisa el profesor con su seriedad característica.
A pesar de su esfuerzo seguía en un nivel más bajo que todos los demás, no porque su padre hubiese sido músico tendría más facilidades, se lamentó.
- …Quiero que continúen con las canciones de los días anteriores, cada uno por su cuenta, necesitamos revisar los errores, recuerden que los capaces podrán participar en la presentación del concurso con otros institutos.
Ella volvió su vista a las partituras e intentó leerlas mentalmente, continuaba haciéndolo con cierta dificultad. Sabía que el profesor volvería odiarla si se confundía.
Tomó su flauta y apretó las llaves de acuerdo al compás, si bien fue capaz de interpretar las notas, no podía hacerlo con la misma fluidez que los demás. Se mantuvo practicando la misma melodía casi toda la hora, incluso hasta que sintió que los dedos comenzaban a adormecérseles.
- Puedes hacer algunos ejercicios- se acercó el profesor sorprendiéndola. Lo vio realizar algunas elongaciones para dedos y muñecas- de lo contrario acabarás con las articulaciones destruidas.
Lo miró sorprendida.
-…no lo digo literal- agregó al ver su cara.
-…claro- asintió avergonzándose.
- Quiero que te quedes un poco más hoy.
Notó que algunos alumnos comenzaban a retirarse, el profesor se inclinó para alcanzar en el armario una de esas flautas que no tenían dueño.
- Debes conectar todo tu cuerpo a la melodía que estás interpretando, todo parte en los brazos, si estás muy tensa no lograrás articular las llaves con fluidez.
Lo miró con detención intentando imitarlo.
-lo mismo que para el viento, si estás tensa liberarás el aire con demasiada fuerza, haciendo que el sonido sea agresivo en vez de suave.
Las manos del profesor parecían fuertes, pero sus largos dedos se movían con sutileza, por segundos todo en él le pareció más fino y delicado que ella misma.
Antes de despedirse indicó que quería mejorías para la próxima clase.
Miró su atril, cabizbaja, al verlo salir de la sala al fin pudo suspirar aliviada, a pesar de su expresión severa al menos hoy su corrección no había sonado como un regaño.
Quedándose sola practicó la melodía hasta sentirse lo suficiente confiada como para interpretarla sin tener que fijarse detalladamente en cada nota, claro que era mucho más fácil si nadie la estaba viendo. Si bien no tenía en mente convertirse en una gran intérprete, tocar su flauta era tan placentero que la hacía olvidarse de la dieta, de Keiji…y en especial de su madre.
Comenzaba una vez más cuando sintió pasos y abrirse de golpe la puerta. Contuvo la respiración mientras un chico de cabello rubio se quedaba también paralizado viéndola desde el umbral, ciertamente no era un rostro desconocido, se trataba de unos de los compañeros de banda de Hiroki.
-…¿No vas a pasar?- La voz a sus espaldas la hizo ruborizar, a pesar de lo poco que hablaba, lo hubiese reconocido en cualquier instancia.
- ¿Está ocupado?- se disculpó el rubio.
De inmediato dejó su flauta de lado y guardó su carpeta con partituras.
-ya…ya me iba.
- descuida- sonrió - le diré a Hero si podemos esperar un poco.
- ya viene - entró Ryo dejando la guitarra de lado, ignorándola.
- no, está bien- agregó casi con un susurro.
- Si quieres puedes quedarte a vernos- insistió el rubio, ahora guiñándole un ojo.
Ella tragó saliva y escapó tras una leve reverencia.
Caminó de prisa hasta estar lo suficientemente lejos para que nadie más pudiese verla, rogando que, en especial Ryo, no la hubiera oído tocar…Aunque al parecer él siquiera la habría notado…No tenía sentido preocuparse tanto. Ciertamente era tonto sentir esa atracción tan superficial por alguien a quien a penas conocía...
Llegando a casa se tiró en el sillón. No había nadie, aunque ahora no supo si era porque su madre estaba trabajando o cenando con sus nuevos amigos, daba igual, ella tampoco hubiese sido una buena compañía.
Miró su celular buscando alguna entretención. En sus redes sociales figuraban algunos compañeros de clases, chicos que apenas conocía, algunas fotos de Miu con su novio dando consejos de moda, Umi en una cita junto a Hero, y luego un par de fotos de Keiji y sus amigos del equipo de tenis, al menos sonreía como de costumbre. Lo observó con detención, deseando de algún modo poder corresponderle…pero lo apreciaba tanto y tenía miedo de decepcionarlo con sus inseguridades…jamás querría hacerle daño. Soltó su celular sobre su pecho sintiendo como se le apretaba la garganta, cerró los ojos para en pocos minutos, perder la noción del tiempo y dejarse atrapar por un profundo agotamiento.
…Contigo me siento diferente…
Entre sus sueños un ligero cosquilleo alrededor del cuello la obligó a volver a la realidad.
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Editado: 29.11.2024