Ligera y agridulce

El día en que dejaste de fingir: Capítulo 11

Como ya le era costumbre esa mañana despertó de sobresalto, al soñar con su padre le era inevitable esa sensación oprimiéndole el pecho. Miró la hora en su celular, aún era temprano para estar en pie, así que cerró los ojos intentando volver a dormirse, pero fue imposible. Sólo las difusas imágenes que se había construido desde su niñez respecto a Kenji ahora vagaban fugazmente en su cabeza.

Tras unas cuantas vueltas entre las sábanas decidió levantarse, su madre ya se había ido a trabajar, al menos no tendría que verla.

Tomó un vaso de agua y se fue al baño, recordó frente al espejo las palabras de la doctora. Así que 43 kilos, tal vez si continuaba lograría enfermar y que Anne se preocupara por ella. A pesar de lo que dijera la balanza lo único que veía diferente en su cuerpo eran sus clavículas prominentes y sus pechos casi inexistentes.

Aun en pijamas se tiró sobre el sillón. Al menos ahora que no estaba Anne podía escapar de la realidad en paz. No había nada nuevo en sus redes sociales, pero fue en ese momento cuando tuvo la idea de buscar el nombre de su padre en internet, y escribió en kanjis su nombre. De inmediato aparecieron decenas de hombres, pero nadie que pudiese siquiera parecérsele. Aunque era obvio, así que volvió a escribirlo ahora en letras romanas acompañado de la palabra “músico”. Esta vez las opciones se limitaron a unos cuantos sujetos, aunque ninguno similar a su fotografía.

Durante toda su vida había creído que jamás podría volver a verlo, pero ahora era diferente, claro…Aunque ¿qué haría si en verdad tenía esa oportunidad, como podría acercársele, qué podría decir? Tal vez él no estaría feliz de verla, tal vez la había olvidado, a ella y a Anne hace ya mucho tiempo.

…Tu embarazo…después de un tiempo para ambos ha sido casi una tortura.

Sintió una presión en el pecho y deseó por primera vez quedarse con esa mentira que su madre había inventado, donde Kenji figuraba como un buen hombre, donde sí las había amado a ambas. Levantó la vista y miró de reojos la foto que tenían sobre el altar, sintiendo como los ojos se le llenaban de lágrimas. Dejó el celular a un lado cubriéndose la cara con ambas manos…así que Kenji Tanaka…

Se quedó absorta, recordando todos los momentos de su niñez donde lo había extrañado tanto, lo había idealizado. Ahora…ya no sabía muy bien qué creer al respecto…

 

 

 

 

De manera inconsciente Keiji levantaba una y otra vez la vista con cierta ilusión, pero aun ante la multitud de chicas, seguía sin divisarla. Tampoco tenía mensajes en su celular.

- Creo que deberías empezar a calentar-murmuró Aki abriendo el cierre de su chaqueta.

-…claro- musitó distraído. Miró a Umi queriendo buscar consuelo, quien le devolvió una sonrisa compasiva.

- Mi juego no será hasta las cinco, también espero que llegue…

Suspiró. En ese momento Momo le dio una palmada en la espalda.

- Sospecho que no estás satisfecho con las admiradoras.

- es así cuando tu atención está sólo en una persona- musitó Aki logrando avergonzarlo.

 

 

 

El sonido de su celular la despertó, el reloj marcaba casi la tres de la tarde. Había pasado mucho rato desde que se había dormido, seguro por el cansancio del ayuno, aun así, no tenía apetito. Miró la pantalla, tenía varios mensajes de Keiji indicando que el horario de su partido se acercaba, y por último un emoticón de una cara triste. Apenada descubrió que había olvidado por completo su juego. Quiso llamarlo, pero ahora fue él quien no respondió. 

Cuando Anne llegó, incluso antes que oscureciera, se sorprendió al verla aun en pijamas.

 -…¿Aún no te has vestido?

-…no- murmuró, sin levantarse. La vio entrar en la cocina.

- ¿te sientes bien?

- si…

-y no has comida- bufó abriendo el refrigerador.

- estoy bien- insistió- comeré luego.

- ¡y tampoco te has tomado tus vitaminas!

- ¿no tienes que trabajar?- murmuró sin ánimos de regular su tono ahora hostil.

- hoy salí antes- sonrió aun así- ¿quieres ir a cenar? Saldré con Seichiro y Tomoki, por supuesto estás invitada- agregó entusiasta, llevándose sus escasas esperanzas.  

La ignoró, levantándose hacia la cocina en busca de sus vitaminas.

- date un baño y salimos en una hora, Seichiro vendrá por nosotras. 

-…creo que tengo cosas que hacer.

Sirviéndose una taza de té Anne la miró incrédula.

- bueno, aun si te animas a último minuto te esperaré.

- no lo haré- se aseguró de ser tajante. Su madre, dotada de una paciencia admirable parecía rendirse a perder los estribos.

-…no entiendo porque te niegas a salir con nosotros, pero, claro, luego estás quejándote que no estoy nunca en casa.

Se le apretó el estómago, por qué no se esforzaba si quiera en entenderla.

- es porque ellos no me agradan...y lo sabes, y aún así sigues invitándome- alegó hastiada.

Anne suspiró profundo.

-pues tendrás que acostumbrarte, porque ellos son importantes para mi.

Apretó la mandíbula, sintiendo como ahora también se le apretada el pecho.

- Hotaru- suspiró - ya lo hemos hablado y sé muy bien que no tienes una razón coherente para justificar tu odio hacia a ellos, es hora que recapacites y lo aceptes, no tienes diez años- agregó, ella la miraba fijo.

Con cada palabra su rabia incrementó, como un globo inflándose a toda su capacidad, pero alguien se empeña en seguir haciéndolo, arriesgándose a hacerlo explotar en cualquier momento.

-así que por favor, deja eso de lado y madura de una vez- agregó tomando un sorbo.

Suspiró con fuerza.

-cómo quieres que no los odie...- respondió, viéndola con rencor- como quieres que Seichiro me agrade...si sé que sales con el primer hombre a quien le inspiras un poco de lástima…

Su madre la observó sorprendida, luego enfurecida, lo sabía, ya que su amable expresión habitual se había deformado por completo, como en mucho tiempo no la había visto. Sintió temor, pero no pudo reaccionar y si quiera mentalmente retractarse, ya que en segundos le propinó una bofetada.




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