El día en que dejaste de fingir: Capítulo 15

Por fortuna y, a pesar de seguir con una sensación desagradable en la cabeza por su presencia, no volvió a ver a Tomoki durante esa semana.

Con el cansancio que estaba acostumbrada a sentir en cada segundo entró a la última clase de ese día, por supuesto con un nivel de concentración penosamente limitado, eran los últimos contenidos para el examen de física, donde ya no entendía nada ni le importaba hacerlo. Así que solo intentó mantenerse despierta hasta que el timbre sonó de salida.

Fue por una lata de café caliente a una máquina de refrescos antes de encaminarse al salón de música, si llegaba tarde otra vez sabía que el profesor volvería a regañarla, y sería mucho menos compasivo, así que llegó antes que todos. Tomando las partituras de la canción que ensayaban para el festival cultural, las leyó en su mente, al menos ya se las sabía casi de memoria.

Cuando sus compañeros comenzaron a llegar se saludaban animados, a ella a solo le dirigían la mirada, ya que jamás se había atrevido a hablar de verdad con nadie, mucho menos teniendo en cuenta como se sentía ahora.

- Bien quiero que antes de comenzar afinen sus instrumentos- murmuró Jun entrando al salón.

Ella, que ya lo había hecho antes, comenzó a practicar por su cuenta, llamando su atención de inmediato.

- Intenta mejorar aquí- murmuró viendo la partitura- y aquí. Tienes que soplar con mayor suavidad, y trata de no adelantarte.

-…si- asintió aliviada, al menos no la había regañado.

- Sé que tocas con entusiasmo, aunque aún te falta trabajar en equipo.

- claro…lo siento.

- no, no te disculpes, sólo practica- aseveró- te dejaré además algunos ejercicios de respiración, necesito que puedas aumentar tu capacidad diafragmática.

Ahora lo miró de reojos, incapaz de levantar la vista, preguntándose si su padre habría tenido alguna vez la paciencia de enseñarle a tocar correctamente…Seguro ya sería muy buena…Aunque bueno, sabía que no valía la pena detenerse a pensar en él, ya que ni siquiera había tenido el valor de quedarse para criarla.

Antes de terminar la clase recibió un mensaje de Anne indicando que estaba cerca, caminó un par de cuadras hacia el metro, donde pudo encontrarla. Era tan extraño verla desocupada temprano, se sintió un poco nostálgica.

- Cómo estuvo tu día- sonrió al verla.

-…supongo que bien.

Aun así Anne pareció incrédula.

- Pareces cansada.

-…estoy bien, sólo que he visto a alguien que me recordó a papá- aseveró, sabiendo que eso le generaría mucha incomodidad.

Su madre suspiró levemente, musitando al cabo de unos segundos.

- sabes que pensar en eso no te hará bien…

La miró con cierta apatía y quiso responder, pero cuando iba hacerlo Anne ya caminaba unos pasos más adelante.

Aun sin ser el horario punta pudieron encontrar un par de asientos en el vagón al que subieron.

- Hace mucho que no salíamos juntas, creo que podré acostumbrarme a este nuevo horario- su tono sonó animado.

-…pero es diferente a todo lo que habías hecho antes.

- Me divierto mucho escuchando a las enfermeras más jóvenes, aunque claro, junto a ellas me siento un poco vieja- rio.

La miró de reojos, sabía que lucía mucho más joven en realidad, así que probablemente lo decía sólo por alardear.

Bajando en la estación de Ikebukuro entraron a un centro comercial, donde pudieron pasear con tranquilidad. En una tienda de artículos para el hogar Anne compró un juego de loza y utensilios de cocina con la excusa de hacer una renovación. Eligió un juego de vasos iguales para ambas, con el diseño de flores de cerezo.

- Son de la temporada pasada, pero están lindos ¿no crees?

Asintió, pensando que a veces su madre se comportaba como una adolescente. Aunque bueno, al menos intentaba ser detallista.

- Tal vez deberíamos comprar algo para la cena ¿hay algo que quieras comer?

Se quedó pensativa, no había comido nada desde la mañana, aunque continuaba sin apetito.

- nada en especial.

Antes de volver la acompañó a comprar los ingredientes para hacer brochetas de pollo.

Anne volvía a aliviarse por ser temprano y a encontrarse en casa. Aunque indicó que fuera a darse un baño ella se quedó viéndola y prefirió ponerse el delantal y ayudarla con la cena. Picaba las verduras observándola de reojos, otra vez un poco apenada ¿Hace cuánto que no cocinaban juntas? Había estado enojada durante tanto tiempo que casi había olvidado como se sentía pasar un rato haciendo algo que ambas disfrutaran. Sintió ardor en los ojos, se pasó la manga del sweater por la cara, dejando caer una lágrima.

- No me digas que te ha molestado la cebolla.

Suspiró.

-…creo que nunca podré acostumbrarme, por eso prefiero usar aderezos.

- igual que cuando estabas primaria- rio- creo que incluso cuando seas mayor tendrás que pedirme para que pique tu cebolla.

- tendré que contratarte para eso- musitó- y también para que puedas montar mi omuraisu.

Anne volvió a reír, ella sonrió de manera genuina, como hace tiempo no lo hacían juntas.

Cuando la comida estuvo lista, su madre arregló la mesa con la loza y vasos nuevos. Debió admitir que lucían bien, aunque sólo hasta ahora llamó su atención que hubiese comprado un juego completo para cuatro personas.

- Serán para cuando tengamos visitas- aclaró como leyendo su mente.

Se quedó pensativa, sirviéndose una porción de ensalada y brochetas de pollo. No pudo contener un comentario malicioso.

-…¿Visitas como Seichiro y su hijo?...

-si- respondió suspicaz, sentándose a la mesa.

Probó su primera brocheta, comprobando que, gracias al sabor agregado por la cebolla, estaba deliciosa, si bien la odiaba estando cruda, una vez preparada era bastante agradable.

- Veo que te gustó- sonrió- dejaré un poco para que puedas llevar mañana al instituto.

En realidad hace mucho no llevaba almuerzo al instituto, ya se había acostumbrado a beber jugo o una lata de té caliente, así que se negó y prefirió obligarse a comer un poco más en ese momento. Cuando estaba lo suficientemente satisfecha Anne le sirvió un trozo de cheesecake de chocolate de la pastelería Yamazaki…¿Chocolate?...Lo miró perturbada.