Ligera y agridulce

El día en que dejaste de fingir: Capítulo 26

Unos cuantos miles de yenes descansaban en algún lugar de su armario, y aunque en parte se sintiera satisfecho sabía que sólo alcanzarían para un par de meses. A pesar de haber meditado la idea de hablar con su padre hasta ahora le había sido imposible comunicarse, pasando tardes completas encontrando la forma de redactar un mensaje sin sonar desesperado…Tampoco estaba seguro si Ryo quería en realidad ser mediador entre ambos, en especial después de no haber hablado en tantos días.

De prisa para evitar ser alcanzado por la lluvia, volvía del hospital luego que le hubiesen quitado las suturas cargando un par de bolsas de supermercado, cuando antes de entrar en el edificio una silueta familiar lo hizo sobresaltar.

- Creí que tendría que esperarte toda la tarde- murmuró con voz ronca.

Aun sintiendo el estómago apretado, se esforzó en simular una sonrisa.

- Al menos debiste haberte despedido- bufó botando una bocanada de humo de cigarrillo- fuiste un buen aprendiz mientras duró.

Seguía paralizado, pero su genuina sonrisa le hizo comprender que no había sido enviado por Yuu.

-…claro- respondió bajando la mirada-…lo siento.

- ¡No lo sientas!- rio- ya me he enterado de todo.

Se preguntó a qué se referiría con todo. Intentó examinar su expresión.

- Kaito y Natsumi me han pedido que te de esto- murmuró entregándole un sobre.

Se mantuvo con la mirada en sus manos y suspiró.

- es parte de la comisión por exhibir sus creaciones en el 109.

Apretó la mandíbula.

- ¡no creas que es caridad!- insistió- al ver las fotografías incluso yo pensé que lucías como modelo.

-…no es eso…- volvió a suspirar- sólo que preferiría olvidarme un poco de todo- Aun cuando era obvio que necesitaba ese dinero.

Shin bufó impaciente.

- ¿olvidarte del Host, olvidar a Natsumi?- rio

Sin siquiera analizar su contenido se lo devolvió.

- Puedes quedártelo si quieres- musitó con una nueva expresión- como agradecimiento por la ayuda desinteresada.

Ahora la estruendosa risa del moreno se escuchó en toda la cuadra.

- ayuda desinteresada- repasó.

- me haría feliz si decides aceptarlo.

Shin cogió el sobre y le dio con él la cabeza.

- ¡sí que te has vuelto sensible!

- ¿podemos mantenerlo en secreto?

- ¡esta bien!- le revolvió el cabello- aunque creo que si realmente quieres cerrar esta lamentable etapa en tu vida- musitó con sarcasmo- deberías ser sincero y decirle a tu noviecita que el dinero para comprar esas cosas- indicando sus compras- lo obtuviste complaciendo a otras mujeres.

Se avergonzó, incapaz de contradecirlo.

- te dije que Natsumi me había contado todo- le guiñó un ojo.

Sólo asintió.

- en fin, de todas formas no dudes en hablarme si necesitas ayuda- exclamó aplastando el resto de su colilla en el tronco de un árbol.

- bueno…yo…- quiso mencionar que ya no tenía su celular, pero fue ignorado.

- tal vez me acuerde de ti cuando gaste este dinero- rio haciendo arrancar su auto.

Durante varios segundos se quedó inmóvil afuera del edificio. Aun por sobre los sentimientos negativos que le evocaban esos recuerdos aceptaba que Shin había sido un buen compañero.

Subió hasta el departamento pensando en sus últimas palabras y cuando Yuuri llegó a casa esa noche una idea incómoda le impidió actuar con normalidad.

Si no quieres hacerla parte de tus problemas deberías vivir por tu cuenta, creo que aún están a tiempo...

Ese fin de semana se levantó a media tarde para tomar un baño, ya podía hacerlo casi sin dificultad luego que le hubiesen quitado las suturas.

Mientras aun estaba en la ducha Yuuri entró a su habitación con la última ropa que acababa de lavar. Sorprendiéndose por lo oscuro y desordenado del lugar abrió las cortinas y acomodó los papeles que tenía revueltos sobre el escritorio accidentalmente dejando caer un par de revistas. Se apresuró a recogerlos concentrándose ahora en aquellas fotografías donde Kouichi posaba con distintos atuendos, sonrió avergonzada por su atractivo.

- Dejé la ropa en tu habitación- musitó al verlo salir del baño.

- gracias- sonrió- ¿quieres que arregle la mesa?

Se vistió rápido, notando que Yuuri se había encargado de ordenar, aunque su estómago se apretó al que ver que esta vez las fotografías estaban sobre todo lo demás en el escritorio, ciertamente aun no había decidido cómo le hablaría sobre aquello.

- ¿No vienes?- la oyó desde afuera, irrumpiendo entre sus pensamientos. Cuando salió Yuuri ya se había encargado de todo.

- Luce bien- murmuró al ver la comida, en especial cuando no había comido con normalidad en varios días-…Lo siento.

- descuida…especial para días de lluvia- tomó el jarrón para servirle un vaso de té verde.

-…¿descansarás hoy?

- ¡sí, al fin no tengo que estudiar!- respondió con entusiasmo.

-…podríamos ver una película...

- ¡claro! puedo ir a la tienda y comprar palomitas.

Al verla tan animada no pudo evitar sonreír. Bebió el resto de su sopa en silencio, ella le sirvió el siguiente plato.

- No sabía que habías trabajado como modelo- musitó tomando su lugar frente a él.

Levantó la mirada ruborizándose.

-…ah…eso…

- lo siento, vi las fotos en tu escritorio.

-…no…descuida- debió desviar la vista- fue algo puntal…para una universidad.

- claro…

Intentó mantener la tranquilidad, pero a pesar de ya haberlo meditado la presión en el pecho se lo impidió, además ella continuaba tan inocente y ajena a todo que le hacía sentir culpable.

- No tienes que preocuparte- insistió con una ligera sonrisa- no tienes que darme explicaciones.

A pesar de sus palabras y de su comprensiva mirada, ahora sintió como si le estuviera apretando el cuello. No pudo dar un siguiente bocado.

-Bueno, respecto a eso- tragó saliva- …quería…decir…

Yuuri lo examinó con una sonrisa esperando a que continuara.




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