Un nuevo día se abre camino ayudándome a olvidar los errores del pasado. Recostada en la cama incapaz de conciliar el sueño escuché al alba como Mark acompañaba a Erika, Ethan y un casi recuperado Ricky de vuelta a su casa. Durante horas deambulo adoptando diferentes posiciones tratando de silenciar a mi consciencia, en busca de unos instantes de sueño que me brinden la fuerza y la claridad mental que necesito. Pero el sonido del despertador se encarga de dictar sentencia y cuando estoy a punto de apagarlo, observó la notificación de un mensaje en el móvil.
Extrañada lo tomo, encontrando que es Brian preguntando en pocas palabras si Mark se ocupó de mi herida y si estoy bien, captando su preocupación incluso en la distancia. Tras un indeciso suspiro decido responderle, previendo que de no obtener noticias sobre mí, es capaz de presentarse en casa. Mientras lo hago, el deseo de manifestarle lo que siento se torna casi irresistible, pero me obligo a enterrarlo en lo más profundo de mi alma decidida a no volvernos a fallar.
El recuerdo del rayo de luz brotando de mis manos me ha perseguido durante toda la noche. Inexplicablemente mi verdadero ser opto por manifestarse, obligándome a reconocer que soy un ángel y que ese destello no es otra cosa sino mi poder. El cual desconozco, pero las sensaciones tan mágicas que despierta me hacen desear liberarlo de nuevo. Es la confirmación de que soy incluso más poderosa que mis enemigos, que pertenezco a una raza más antigua que el tiempo, que nunca volveré a estar sola.
Precisamente por mi recién asumida condición, lo último que debería hacer es cruzarme de nuevo con ciertos ojos grises, a pesar de lo mucho que lo desee. Es una situación injusta sin importar si decido luchar por Brian o alejarme, él nunca podrá tener la capacidad de decidir qué es lo que quiere siendo conocedor del peligro que involucra estar a mi lado. En cierto modo eso es lo que más duele, la certeza de que de ser así, el joven jamás me escogería por encima de su propia seguridad. Aunque aquello facilitaría drásticamente las cosas, ya que no tengo la fuerza para romper con lo que tenemos y eso lo convierte en mi mayor debilidad, una que Dominik podría explotar a su antojo.
—Buenos días —dice Mark al verme entrar por la puerta de la cocina ya arreglada y dando un sorbo a su taza de café, deja a un lado el periódico del día para dedicarme su atención.
—Buenos días —le correspondo sentándome en uno de los taburetes que rodean la isla central—. Mark quería pedirte si hoy en lugar de ir a clase, puedo pasar el día en la guarida —digo dudosa esperando una inmediata negativa a la que no pienso rechistar, pues sé que estoy abusando de su confianza.
—No está bien que descuides tus estudios —dice tras meditar la petición unos instantes.
—Lo sé, pero creo que necesito entrenar un poco —explicó creyendo que algo de deporte logrará agotarme lo suficiente como para apagar mi mente y alcanzar el descanso que tanto ansío.
—Está bien, pero que quede claro que esto no ha de convertirse en una costumbre. Es importante que aprendáis lo que cualquier joven humano de vuestra edad, la historia de nuestra raza no es la única relevante —concede haciendo alarde del gran respeto que posee hacia la cultura de la Tierra, y mostrándose orgulloso de la crianza que mama me brindó.
—Gracias —digo levantándome dispuesta a ir hacia la habitación en busca de todo lo necesario para pasar el día en la guarida.
—Jessica yo también quería hablar contigo esta mañana —menciona deteniendo mi avance—. Pensaba entregártelo en el momento en que progresarás un poco más en la guarida y llegases a conocerte mejor. Generalmente se otorga cuando los ángeles manejan a la perfección sus poderes, pero después de lo que tuviste que enfrentar ayer creo que mereces un incentivo —explica con suma tranquilidad. Entonces se gira abriendo una de las gavetas de la cocina para sacar una pequeña caja de terciopelo azul.
Advirtiendo mi creciente curiosidad la abre desvelando un largo colgante conformado por una bola de un material similar a la plata cuidadosamente labrado, que contiene a su vez una pequeña esfera en su interior, la cual tintinea al agitarla.
—¿Qué es? —preguntó fascinada con la peculiar joya.
—Los denominamos «llamadores» —dice a medida que deposita la caja sobre la mesa, acercándola para que pueda observarla con más detenimiento.— A los primeros siete ángeles, quienes llamamos originales, les fue otorgado el poder de transitar los mundos a libertad. Pero los que fuimos creados después no lo poseíamos, por ello el líder de nuestra raza junto con la luz, los diseñaron para que pudiéramos transportarnos. En su interior se encuentra una esfera impregnada con una esencia cedida por la luz, que permite el paso solo a aquellos mundos que son de su creación.
—¿Cómo funcionan? —pregunto incapaz de creer aún cuanta magia encierra la historia de esta raza.
—Un llamador es un objeto personal e intransferible, cada ángel posee el suyo y por ende este funciona exclusivamente bajo la mano de su amo. Solo cuando su usuario fallezca podrá ser cedido a otro ángel, este en concreto perteneció a tu madre —desvela creándome la necesidad de palpar el objeto, con la esperanza que del mismo modo que con el arco, alcance a sentirla más cerca de mí.
—Entonces ¿Solo los ángeles pueden viajar entre los mundos?
—Los demonios puros poseen una runa, creada desde los rincones más horrendos de la magia negra, que les permite moverse entre la Tierra y Elis. Sin embargo existen criaturas más viles que los demonios que conoces y los cuales por suerte están encerrados en Bakal —responde dejando entrever en su mirada que se trata de un averno que ni siquiera él alcanza a imaginar.
—¿Qué es Bakal?
—La luz creo Anfor para nosotros, pero habita en un plano diferente que conocemos como el Paraíso. Allí es donde nuestras almas se reúnen con su creador cuando morimos —explica deteniéndose un instante para recordar igual que yo a nuestra amada Julianne—. Sin embargo la oscuridad no tiene la habilidad de crear. Por ello tuvo que conformarse con convertir Bakal, la dimensión en la que habita, en el refugio para sus abominaciones —relata recordándome la mención de Ethan sobre un lugar reinado por los demonios.
—¿Me enseñarás a usarlo? —pregunto deseosa de aligerar la pesada aura que comienza a generarse, contemplando el colgante como si encerrara los secretos del universo.
—Carmen se encargará de ello y de explicarte las leyes que limitan su uso. Pero solo cuando crea que estás preparada, tómalo como un regalo de bienvenida —responde dejando en claro que por el momento el objeto no representa más que un bonito souvenir, y no piensa darme la información sobre su uso temeroso de que pueda ponerme en peligro.
—Gracias —digo esperando poder reunir algún día las cualidades para manipularlo, entretanto me lo cuelgo cargándolo con la nueva esencia de su portadora.
—Debes mantenerlo cerca y no dejar que un demonio se haga con él, recuerda que son nuestro objeto más preciado —advierte sacando de su bolsillo una pieza similar a la mía, aunque con sus propios diseños e imagino como serán los de los Black. Entonces rememoró la noche en que Ricky sufrió la herida en su brazo y comprendo al instante la repentina aparición de los chicos y de Mark en casa—. Me gustaría poder hacer algo como Jules y no obligarte a pasar por todo esto. Pero incluso ella sabía que no duraría mucho más escondiéndose, por eso me llamo, sin imaginar que verme le traería la muerte —confiesa a punto de echarse a llorar.
—No fue tu culpa —aseguró con absoluta confianza, esperando que algún día él mismo pueda creerlo.
—Aquella noche le prometí que cuidaría de ambas y pase lo que pase, yo siempre te protegeré —jura como si su hermana pudiera escucharle aún.
—Lo sé —respondo emocionada, siendo la primera vez que hablamos de ella a solas y de la manera en que ambos hemos callado la pena que sentimos por el temor de preocupar al otro—. Necesito saber algo, ¿Ella y Dominik eran destinados?
—Así es —responde con cierto pesar, no obstante continua con su discurso deseoso de ayudarme a comprender mejor como funciona esté estrecho vínculo—. Encontrar a un destinado es una cuestión casi de azar, Alex y Carmen por ejemplo no lo son y jamás he visto a una pareja más feliz que ellos —explica manifestando el orgullo que siente por sus amigos.
—Sí es cierto que fue él quien la asesino ¿Cómo pudo...? —cuestiono sin dar crédito a la posibilidad de que hubiera perpetrado un acto semejante sin un ápice de remordimiento.
—La respuesta fácil es pensar que es un monstruo, incapaz de amar a alguien que no sea él mismo. Pero en el pasado fue uno de los nuestros, por lo que la verdad recae en el inmenso poder que tiene la oscuridad —divaga perdido en sus pensamientos, como si fuera un planteamiento que ha rondado su mente en multitud de ocasiones—. Tan enorme que consume incluso a las almas más puras.
—¿Y qué hay de ti? —pregunto necesitando aligerar el pesado ambiente que se ha generado a nuestro alrededor.
—Para algunos el amor nos es más esquivo —comenta regresando al presente, aunque no parece que mis palabras lo ayuden a salir de ese pozo de tristeza, sino que más bien lo sumen en una extraña añoranza.
Tras la charla y habiendo descubierto nuevos datos sobre este inquietante universo, Mark me lleva a la guarida, dirigiéndose a su trabajo en el hospital cuando sabe que estoy sana y salva en manos de Carmen. Ahora en mitad de una clase teórica impartida por uno de los profesionales y acompañada en la inmensa sala por miles de ángeles, prestó especial atención a lo que se explica deseosa de empaparme de los orígenes de todo.
—Hoy haremos un breve repaso por las creaciones de la luz y como no, las respuestas por parte de la oscuridad —introduce nuestro maestro, portando la habitual vestimenta negra propia de la guarida mientras avanza hasta situarse en el centro del salón—. Como la mayoría conocemos estas fuerzas han existido desde tiempos inmemoriales, coexistiendo cada una en su propia dimensión, la luz en el Paraíso y la oscuridad en Bakal —narra a medida que mi mente conecta sus palabras con las de Mark.
—En algún periodo del tiempo, la luz decide crear a los originales, quienes serán los encargados de defender los futuros mundos que vendrían. Eso provocó los celos de la oscuridad, quien ante su incapacidad para crear desprendió partes de sí mismo, dando lugar a los siete pecados capitales —continúa empleando un tono suave con el que nos mantiene a todos prendados de su explicación—. Incluso llegados a un punto de la historia, su desesperación fue tal, que usando la capacidad hermafrodita de los siete pecados capitales, engendraron entre ellos a los demonios de alto rango. Seres amorfos, inhumanos y absolutamente grotescos, que debido a su extremo poder, jamás han conseguido salir de las profundidades de Bakal. Pues ninguna magia o fuerza es capaz de soportar su tenebrosa energía —relata haciéndome comprender el deseo de Mark por recalcar que lo que he visto hasta ahora, no es nada comparado con lo que la oscuridad encierra.
—Tras sus primeros ángeles el afán de dar vida por parte de la luz resultó incesante, creo Elis con sus diferentes razas, la Tierra que tardaría más de cuatro millones de años en prepararse para recibir a los humanos... —dice rebajando el tono que ha manejado al hablar de los demonios, por uno más familiar—. Y que una vez madura, hizo darse cuenta a la luz de la necesidad de más guerreros. Por lo que empleando el cielo como escenario, plantó tres Wisterias que echaron raíces entre las nubes para dar lugar a un suelo de baldosas blancas, un enorme mar y una cúpula. Construyendo de la nada, lo que hoy llamamos Anfor —finaliza dejándome estupefacta con un relato que parece salido de un cuento fantástico.
—Pero la oscuridad no se detuvo ¿Alguien sabe lo que sucedió? —pregunta otorgando a la lección un tono más dinámico, escudriñando la multitud en busca de su elegido.
—Se alió con sus siervas, las brujas negras para generar un híbrido entre los demonios de alto rango y la magia negra, los demonios puros —aclara una joven de mi edad satisfecha con su respuesta.
—Así es. Nuestros mayores enemigos, comandados por Dominik, bautizado como el ángel traidor por… —demanda haciendo que me remueva en el asiento ante la mención del que se supone, es mi padre y al cual profeso un inmenso odio, no solo por el hecho de ser enemigos naturales.
—Porque no pudo refrenar sus celos al no ser escogido por la luz para liderar nuestra raza —contesta ahora un chico más mayor, que me recuerda a Ethan, con su habitual tono colmado de liderazgo.
—Exacto. Incluso a pesar de ser ascendido al cargo de Serafín, de darle un lugar en el Paraíso y convertirlo en consejero de nuestro líder junto con los otros cinco ángeles originales, se reveló acometiendo la guerra de los ciento veinte años —recrimina el profesor, incapaz esconder su ira al igual que el resto de la clase. Pienso que tuvo la oportunidad de aceptar el ofrecimiento de la luz y vivir una vida en paz junto a nosotras, pero está claro que desde su perspectiva el amor no es nada comparado con el poder—. Más allá de lo que pueda contaros la creación es un tema muy extenso, incapaz de condensarse en un par de clases, pero sí en un manuscrito «El libro de las sombras».
—Redactado por las brujas blancas, recoge cada secreto referente a la creación e incluso algunos antiguos conjuros que decidieron esconder de la oscuridad, previendo la futura guerra que está a punto de avecinarse. Para nuestra desgracia, el libro fue confinado por culpa de Dominik en el ala prohibida de la biblioteca de Anfor, donde como todos sabemos es imposible entrar y salir, al menos con vida —aclara despertando en mí una feroz curiosidad. Las razones de porque Dominik habría escondido el manuscrito incluso de sus propios ojos me hace sospechar de la verdadera relevancia de este. Está claro que se trata de una estratagema, si no puedo llevarlo conmigo, nadie podrá llegar hasta él.
El demonio ha demostrado desde el momento de su traición que no es ningún loco o un idiota, por el contrario es extremadamente calculador e incapaz de dejar algo al azar. Así que tener la oportunidad de ojear las páginas de ese libro se convierte en una prioridad, quizás en él pueda hallar una respuesta sobre sus planes y con ello que es lo que quiere de mí.
Al finalizar la lección Carmen me encomienda comenzar con movimientos de combate básico, que practicó hasta bien entrada la tarde. Mi vista se dirige constantemente a las puertas de la guarida, esperando la llegada de los chicos, cuando al fin a eso de las siete, Ethan, Ricky y Erika se incorporan a los entrenamientos. Tras saludar a los mellizos me dirijo cautelosa hacia mi destinado, sabiendo que tenemos una conversación pendiente.
—¿Podemos hablar un momento? —pregunto avergonzada, esperando que después de lo sucedido ayer me ignoré y con todo el derecho.
—Si, pero no aquí —responde tras replantearse si ha de aceptar mi propuesta o asumir que soy un caso perdido. Por fortuna me guía hasta un amplio salón de clases vacío, donde al comienzo, un tenso silencio reina entre nosotros. Pero ya que soy la que en esta ocasión tiene más que lamentar, escojo tomar las riendas de nuestra charla.
—Me gustaría disculparme. Anoche te hice escoger entre Mark y yo cuando no tienes por qué tener responsabilidad alguna sobre mis fallos —me sincero habiendo meditado largo y tendido acerca de la manera correcta de hacer las cosas e intentar arreglar mi caótica vida.
—Con quién deberías disculparte es con Mark y confesarle que has faltado a tu promesa por estar con el humano —asegura con un tono más calmo del que esperaba, aunque cargado del resentimiento que es habitual en él al mencionar a Brian.
—Lo sé, es lo más justo —reconozco. Pero al mismo tiempo sé que ir ante Mark y contarle la verdad implica que volveré a fallarle de nuevo, cuando tras prohibírmelo por segunda vez, regrese al lado de Brian. Así que en cierto modo, prefiero ahorrarme más promesas vacías.
—No te creo, os vi besándoos ¿Él es la razón de que tuvieras que pensar en nuestra relación como destinados? —pregunta ahora con un claro deje de resentimiento y celos que me eriza la piel. Pues cada vez es más obvio que estoy condenada a faltar a todas mis promesas, incluso la establecida con Ricky.
—Ethan no he venido a hablar sobre Brian —confieso a sabiendas de que seguir con el tema solo nos conducirá a una discusión mayor.
—¿Entonces qué quieres? —pregunta acercándose un poco, no con la intención de intimidarme, sino luciendo desesperado por comprenderme—. Porque es evidente que todos nuestros problemas comenzaron en el instante que decidiste salir con él.
—Quiero arreglar las cosas contigo, disculparme por haberte forzado a no decirle nada a Mark —admito con la esperanza de que advierta la sinceridad en mi tono—. Pero a pesar de ello, no comprendo por qué lo hiciste —añado confusa.
—Cada uno elige su camino Jessica, tú escogiste pasar sobre el amor y la autoridad de tu tío por ese joven, así que no importa lo que yo diga, la culpa que estás sintiendo es el castigo —responde desarmándome con una dura lección que no sé bien como recibir.
—Así que es eso, esperas que los remordimientos me hagan olvidar a Brian —deduzco apenada de que una vez más, todo se reduzca a lo mismo, alejarme del que ha apodado como «humano».
—Por mucho que te aferres a él, sabes que si continúas con esto, ese dolor será algo ínfimo con lo que os espera —responde mostrando una actitud más afín a lo que en realidad siente—. ¿Estás dispuesta a hacerlo pasar por eso? —cuestiona haciendo eco de la duda más recurrente entre mis pensamientos y a la cual habitualmente respondo rauda con una negativa. Que tiende a difuminarse con el tiempo.
De repente el sonido de unos suaves golpes en la puerta reclaman nuestra atención, por lo que tras dirigirme una senda mirada advirtiéndome de que continuaremos con esta conversación, Ethan se dispone a abrir.
—Solo quería saber si todo va bien —dice Erika tímida, ingresando a la habitación obviamente inquieta al captar que tras lo ocurrido estos días nos encerramos aquí sin dar explicación alguna.
—No te preocupes —asegura su hermano, de manera que la joven se dispone a marcharse solicita, mostrando con un gesto que estará atenta por si requerimos de su ayuda.
—Erika espera —pido necesitando sacar a relucir la segunda razón por la que he aguardado ansiosa la llegada de los tres está tarde—. Me gustaría hablaros de algo —digo captando de inmediato su atención, pero no me atrevo a hablar hasta que Ethan cierra correctamente la puerta y Erika se acerca.
—He escuchado sobre el libro de las sombras y creo que puede tener más importancia de la que pensamos—mencionó con cautela, buscando la mejor manera de encauzar mi planteamiento.
—Es un esfuerzo inútil —sentencia Ethan reticente a tratar más el asunto.
—Lo que quiere decir Ethan, es que ese libro es completamente inalcanzable. Durante mucho tiempo se ha intentado eliminar la oscuridad que radica en la zona prohibida de la biblioteca, pero hasta el día de hoy no se ha podido hacer más que contenerla —explica Erika molesta por el comportamiento brusco de su hermano.
—Y así debe continuar. Dominik en su última visita a Anfor, cuando apenas podía resistir el peso de la luz que lo rodeaba en contra de la oscuridad que poseía en su interior, trato de destruir nuestro mundo. Infiltró una pequeña parte de oscuridad en la biblioteca, que creció hasta que las Wisterias se marchitaron —explica dejándome entrever la dureza de aquellos años—. Pero por suerte una poderosa bruja blanca encontró la manera de construir un muro de piedra, sobre el que impregnó todo tipo de protecciones que frenaron ese mal a tiempo.
—Comprendo que es arriesgado, pero Dominik no se tomaría tantas molestias en ocultar ese libro si no fuera importante —digo compartiéndole mis sospechas y la verdadera lógica detrás de ellas.
—Espera un momento ¿Estás mencionando lo que yo creo? —cuestiona anonadado, paseando la mirada entre nosotras.
—Jessica quizás él solo buscaba destruir Anfor y casualmente escogió la biblioteca para sembrar esa oscuridad, no porque le interese el libro —alega Erika dispuesta a darme una oportunidad.
—Eso no importa. Tenga relevancia o no para Dominik, no podríamos llegar hasta él —interviene Ethan como si con ello pudiera dar por terminada la conversación—. La oscuridad que reside ahí es tan densa, que destruye a cualquiera que se atreve a entrar.
—Puede que a mí no. Vosotros decís que mi poder me convierte en el ángel más poderoso que haya existido, en ese caso tal vez yo sí soporte esa oscuridad —confieso atreviéndome a manifestar el pensamiento que me ha acosado desde que descubrí la existencia del libro.
—Es una locura —determina paseándose por el lugar a medida que la desesperación lo consume—. No tiene un llamador, no sabe usar su poder, ni combatir…
—Le queda mucho que aprender, pero puede que no esté equivocada —añade Erika con tiento, previendo que estamos a punto de desatar la ira de su hermano.
—Te refieres a esto —reclamo ante Ethan mostrándole mi llamador oculto debajo de la camiseta—. Mark me lo dio esta mañana, aún no sé cómo funciona, pero podría si me enseñarais.
—¡Os habéis vuelto locas! Sabes lo que pasará si el arcángel nos descubre o peor, si el guardián lo hace —menciona Ethan intentando que su hermana reflexione—. ¿Qué dirán nuestros padres despues de que nos condenen por traición y destruir Anfor? ¿Qué dirá él cuando la vea? —le impone pronunciando sus últimas palabras con un deje que despierta una gran desconfianza.
—No os obligo a venir conmigo o que me ayudéis, pero entonces guardad el secreto —pido decidida a poner en marcha está idea y no quiero arrastrarles si no creen con la misma confianza que yo que ese libro esconde algo más.
—¿Y como piensas infiltrarte en Anfor? ¿O llegar siquiera hasta la biblioteca? —pregunta Ethan con sorna.
—Ethan —le advierte su hermana.
—Ha perdido la cabeza por un libro y solo conseguirá condenarnos a todos —clama casi gritando, incapaz de contener la impotencia que siente, justo cuando la puerta se abre tomándonos por sorpresa.
—Lo lamento chicos, la clase está a punto de comenzar y a no ser que deseéis quedaros a escuchar… —menciona el profesional alzando el brazo en una invitación muda a abandonar la sala.
Con discreción continuamos nuestro camino, aunque mientras vuelvo a mis ejercicios advierto a Erika y Ethan discutiendo. Mi intención nunca fue crear problemas entre ellos, pero parece que sus posturas contradictorias han terminado por detonar la disputa. Precisamente conociendo la disconformidad de Ethan, me sorprendo aún más cuando al finalizar la jornada se acerca de camino a los vestuarios, y sin decir una palabra me entrega una nota que desdobló en la intimidad. Leyendo su preciosa caligrafía, declara «Espérame en tu cuarto a medianoche».
Horas después aún continuó aguardando su llegada, hasta que al escuchar un sonido en la ventana me asomo para comprobar su procedencia, y justo entonces una mano me tapa la boca impidiéndome gritar.
—Tranquila, no quería asustarte —se disculpa liberándome para mostrar su llamador, antes de guardarlo a buen recaudo en el bolsillo de los vaqueros—. He pensado en lo de esta tarde y creo que en el fondo sabes que es una locura ¿Por qué arriesgarse de esa manera? —pregunta cuando nos acostumbramos a la presencia del otro.
—Todo en mi vida ha sido establecido de antemano, que soy, mi poder, a quien debo amar… —confieso percatándome de que se remueve ligeramente al escuchar esas últimas palabras, sin saber bien cómo recibirlas—. He de tomar las riendas, comprender que quiere Dominik de mí. Si es cierto que mató a mi madre, pienso dar la vida si es necesario para destruirle y ese libro es la única esperanza.
—Los chicos y yo te ayudaremos en esto, pero a cambio de que entrenes conmigo todas las noches durante una semana en la guarida a esta hora —advierte, sabiendo ambos que el precio que pide es ridículamente bajo comparado con los sacrificios que ellos tendrán que hacer. Demostrando que a pesar de no confiar en la idea, no piensa dejarme a merced de mi suerte.
—Una semana es demasiado tiempo, muchas cosas pueden ocurrir mientras tanto —digo impasible. Temerosa de presionarle demasiado, pero incapaz de soportar más esta incertidumbre—. Tres días.
—De acuerdo, entonces hemos de comenzar ya mismo —acepta tras un eterno instante, asombrándome aún más con sus siguientes palabras—. ¿Tienes tu llamador?
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Editado: 19.02.2021