"Te quiero a tí"
Después de lo sucedido, las cosas entre Suni y Hyunjin no mejoraron mucho, en realidad, fue todo lo contrario.
Ella no podía verlo a la cara, le daba pena después de lo sucedido.
No entendía cómo alguien como Hyunjin podía sentir algo así, tan... intenso, y encima habérselo dicho como si nada. Además, no ignoraba para nada el hecho de que era mucho mayor que ella, ¡por Dios, si le llevaba doce años!
No podía caber en su asombro, la verdad.
Ahora, básicamente, apenas y lo miraba.
El morocho le hablaba e intentaba que ella le dijera algo, pero Suni no le hacía caso.
Estaba logrando que se frustrara realmente, sólo quería que ella tuviera toda su atención en él, pero al final era lo contrario.
¿Debería reclamarle? ¿Pedirle qué le dijera cualquier cosa? ¡La ansiedad lo estaba agobiando mucho!
Nunca en la jodida vida se había puesto así por una mujer, pero ahora rogaba para que una adolescente lo mirara aunque sea, para que le prestara total atención.
Hyunjin quería que Suni estuviera con él, pero ella prácticamente le estaba corriendo.
Suspiró por milésima vez mientras tiraba la cabeza hacia delante y se cubría la cara, frustrado. Estaba sentado en la sala en completa soledad, y tal como la chica le había pedido, ya no estaba usando el traje, ahora sólo llevaba una camiseta roja con un jean negro, totalmente casual.
— Maldición —susurró por lo bajo.
En eso, escuchó que alguien bajaba las escaleras, así que alzó inmediatamente la cabeza sólo para encontrarse a Suni llegando a la sala.
Ella le dedicó una tímida sonrisa y pasó de largo casi corriendo hacia la cocina.
Él, siendo controlado por la frustración, le dio una patada a la mesita enfrente, causando que se corriera de lugar. Masculló una maldición y la devolvió a su lugar luego de colocarse de pie.
Miró hacia todos lados, y rápidamente fue hasta la cocina. Se encontró a Suni de espaldas llenando un vaso con leche, así que cerró la puerta sin que se diera cuenta y quitó la llave, guardándola en su bolsillo delantero.
Aclaró su garganta y la chica se volteó rápidamente por el susto. No pudo evitar que su cuerpo temblara con nerviosismo, eso era normal cada vez que lo tenía enfrente, no podía evitarlo.
— ¿Qu-qué ocurre? —preguntó ella dejando rápidamente la botella sobre la encimera, si no la dejaba en un lugar seguro iba a terminar tirando todo porque sus manos no dejaban de temblar.
El morocho la miró con reproche, pero al final suspiró rendido. No podía enojarse o reprocharle, más bien le salía pedirle o hasta rogarle.
¡Joder, que no podía ser duro con ella ni aunque quisiera!
No podía recriminarle, reprocharle o exigirle, no, sentía que de esa forma no estaría siendo fiel a sus sentimientos, y la única forma que tenía de sentirse bien y tranquilo era pidiéndole las cosas, o rogándole como ya había hecho.
Parecía un gusano arrastrándose por algo de atención de ella, como un perro que sigue a su amo para todos lados esperando que éste se digne a mirarlo aunque sea.
Hyunjin moría por la atención de la chica, quería que ella le hablara de cualquier cosa, le sonriera, y hasta estuviera con él todo el día. Era una necesidad constante que tenía, la necesidad de sentirla cerca y verla a su lado. Y más ahora que ella sabe su sentir, no podía evitar pensar que con más razón Suni debía estar con él.
Joder, si estaba loco por la castaña, literalmente.
— Eso mismo te pregunto yo —dijo él desde su lugar con cierta angustia en la voz que ella notó —. Te dije como me siento contigo y ahora sólo me evades, no me hablas, no me miras, no nada —indicó frunciendo el ceño, pero Suni vio la angustia en sus facciones.
Él comenzó a caminar y ella retrocedió instintivamente, nerviosa.
Se golpeó mentalmente porque estaban en la cocina y el espacio no era muy abierto, la verdad, así que de una u otra forma terminaría acorralada, como justo ahora.
Hyunjin estaba enfrente de ella, con ambas manos apoyadas sobre la encimera a los costados del cuerpo femenino, viéndola fijamente.
— N-no sé de qué hablas —mintió ella. Intentó mover uno de los brazos de él, pero fue inútil —. Estás muy cerca —dijo frunciendo el ceño.
El morocho no pudo evitar fruncir los labios para luego atrapar el inferior entre sus propios dientes, sintiendo una corriente por todo su cuerpo de sólo ver a Suni haciendo gestos de molestia. Demonios, si ella tenía tanto poder y dominación, que con sólo un simple gesto podía ponerlo de rodillas, y al parecer ella no se daba cuenta.
— Ya deja de ignorarme —dijo él a centímetros de su rostro. Suni echó la cabeza hacia atrás cuando lo vio acercarse un poco —. Odio que me ignores, quiero que me prestes atención.
— Hyunjin...
— ¿Qué? ¿Estoy muy cerca? Ya lo sé, y no pienso moverme. Me has ignorado durante dos días, ya no lo soporto —se quejó claramente —, me lo debes —agregó rápidamente.
— No te debo nada. Por favor, muévete —pidió.
— Te dije que no —sentenció firme.
— Te lo estoy pidiendo bien —aseveró ella, viéndolo impaciente.
— ¿Y si yo te pido bien que me dejes besarte, me dejarás?
— Claro que no —chilló ella alterada, incluso se había sonrojado.
Él tenía tanta facilidad para decir ese tipo de cosas, quizá por sus años de experiencia, pero ella era una cría que nunca había tenido tanto acercamiento con un chico, y resulta que la primera experiencia en eso es con un hombre mayor que ella. Era increíble, y no en el buen sentido, precisamente.
— ¿Entonces por qué debo hacerlo yo?
— Porque... porque sí, porque esto está mal, ¿no te das cuenta? —soltó la chica intentando que él entrara en razón, pero la media sonrisa torcida del chico le indicó que había fallado miserablemente.
— ¿Y qué? ¿Te preocupa la edad? No te preocupes, a mi no me importa —aseguró él.