"Nueva compañera"
Eran las nueve de la mañana y Suni recién se levantaba. Ya que no iba a ir al instituto aprovecharía para entrenar, había faltado a las últimas clases de tenis y ya sentía que debía ponerse al día.
Pasó de largo la cocina sabiendo que Mari estaría preparando el desayuno. Desistió de entrar, no podría resistirse a comer como cerda y no, debía tener el estómago vacío durante el entrenamiento.
Salió al patio trasero con la ropa adecuada y su bolso en donde portaba la raqueta.
Llegó a la cancha que Jiso le había construido para ella, pues era la única de la casa que practicaba tenis y la utilizaba seguido.
Dejó su bolso sobre el banco de descanso y fue hasta el canasto donde descansaban las pelotas de tenis, lo arrastro a la maquina tiradora y preparó todo para comenzar. Colocó el temporizador en diez segundos y se apresuró a ir por su raqueta, colocarse en posición y esperar a que la primera pelota fuera expulsada.
La luz verde parpadeó y al instante la maquina tiró con fuerza la primer pelota siendo recibida por la chica que le pegó fuertemente. Todas las pelotas rebotaban contra la cerca que rodeada la cancha para evitar que salieran volando lejos y se perdieran.
Suni se movía de acá para allá pegándole a todos los tiros de la maquina, ignorando que cierto morocho la miraba desde la cerca, esperando que terminara de "liberar rabia" según él, pues la chica le pegaba con tanta fuerza a las pobres pelotas que en cualquier momento iban a pasar de largo el alambrado de la cerca.
Cuando la luz de la maquina cambió a rojo fue que decidió acercarse a ella.
— Estás entrenando en hora del desayuno —recriminó él.
— Desayunaré luego —avisó Suni mientras tomaba su botella de agua dentro del bolso y bebía.
Hyunjin se quedó largo rato viéndola, no podía evitarlo.
Desvió la vista hasta un lado, donde descansaba el porta raquetas que tenía varias de ellas, incluso habían otras cosas que pasó por alto.
Sin decirle nada se acercó y tomó una, cuando Suni se fijó en él rápidamente lo miró interrogante.
— ¿Qué haces? —preguntó.
— Te ayudaré a entrenar —dijo tranquilo mientras giraba el objeto por el mango y caminaba al otro lado.
Suni iba a negarse, pero se dio cuenta que aquello la ayudaría así que sólo asintió. Dejó la botella en su lugar y volvió a su posición, pero enseguida se tensó cuando vio al chico quitarse la remera y quedarse con el torso descubierto.
Hyunjin vio la interrogante en el rostro de ella, así que sólo se encogió el hombros mientras reía ladino.
— ¿Qué? Tengo calor —se excusó.
Pateó varias pelotas que estaban en su lugar y las hizo a un lado para no tener algún tipo de accidente. Agarró una y la hizo rebotar varias veces contra el suelo, como si fuera un profesional.
Miró a la chica y al segundo golpeó la pelota, siendo recibida por un certero pase de ella.
A la castaña se le estaba haciendo un poco difícil, ya que no podía concentrarse bien con Hyunjin semidesnudo al otro lado, se le era muy difícil fijarse en la pelota cada vez que venía hacia ella.
— ¡Punto! —gritó Hyunjin a lo lejos con burla al ver que ella no le había alcanzado a dar el pase.
Suni negó con la cabeza ante su propio error, y se preparó para recibir el otro tiro del chico pero cuando llegó hasta ella, la raqueta ni siquiera la tocó.
— Mierda —masculló molesta. Todo era culpa de Hyunjin por estar así.
El chico la vio hacer un pequeño berrinche y no pudo evitar reírse por lo bajo. Se acercó rápidamente a trote suave y se quedó frente a la red para verla de más cerca.
— ¿Qué te ocurre? No le habías errado a ningún tiro antes —señaló la maquina a un lado.
— Es por tu culpa —alegó ella desviando la vista. Ahora que lo tenía más cerca no podía evitar los nervios de verlo así. Los recuerdos de ayer vinieron como una ola a su cabeza y los nervios aparecieron al instante.
— ¿Mi culpa? Pero si te estoy dando buenos pases —se defendió rápidamente, como un niño pequeño en pleno regaño.
— ¡Ay por favor! Ponte la remera, hazme el favor —reclamó en un chillido sin poder mirarlo. Suspiró para calmarse a si misma y a su alocado corazón que no dejaba de correr dentro de su cuerpo.
Y en ese momento él sonrió torcido, captando completamente lo que le pasaba a ella. Rodeó la red aprovechando que la chica estaba de espaldas y se acercó, quedando a centímetros.
— Suni —llamó por lo bajo. Ella dio un respingo en su lugar al sentirlo repentinamente detrás, se negaba a voltear porque sabía que estaba aún semidesnudo.
— Ponte la remera —volvió a pedir sin mirarlo.
— ¿Por qué no me miras? ¿No te gusto? —preguntó en voz baja, como si fuera un niño. Le encantaba ponerla nerviosa.
Ella rodó los ojos con un suspiro e hizo el ademán de alejarse, pero él rápidamente la abrazó por el cuello y la pegó a su pecho desnudo.
— No seas tonto, van a vernos —susurró nerviosa y alterada. Más allá habían jardineros trabajando y podrían verlos.
— No me importa —respondió desinteresado mientras su mano apretaba suavemente el hombro de ella y su otra mano acariciaba la de ella.
Suni hizo el intento de alejarse nuevamente, pero él se lo impidió apretándola más contra sí.
— No deberías apenarte por ver lo que es tuyo —susurró en su oído suavemente, causando que ella aguantara la respiración al instante.
— E-Eh... —balbuceó sin saber que decir —. ¿Po-podrías soltarme?
Hyunjin suspiró hastiado, estaba algo cansado de oír esa frase cada vez que se le acercaba.
— No, la verdad no puedo —respondió algo brusco sin esconder el fastidio —. ¿Qué problema hay en qué quiera estar contigo? ¿Qué problema hay en qué quiera que me veas y me toques? —preguntó rápidamente con el capricho palpable en la voz. No podía evitarlo, ella le causaba emociones y reacciones nada comunes en él, como por ejemplo, quejarse, reclamar o hasta tener caprichos con ella.