"Rechazo"
No podía evitar la ansiedad, no podía evitar pensar que aquello sólo lo iba a volver loco.
Se preguntaba mentalmente porque Suni no se había negado diciendo alguna estúpida excusa, ¿no se daba cuenta que para él no significaba nada bueno?
— ¿Ocurre algo? —preguntó la pelinegra acercándose a él.
Ambos estaban sentados en la sala, él no hablaba y sólo se limitaba a mirar pensativo el suelo.
— Nada —respondió sin mirarla.
Digamos que estar con Suzy tampoco era del todo su agrado, pues hace años habían tenido una aventura cuando trabajaron juntos, pero eso se terminó hace tiempo cuando tomaron distintos caminos. Supo que ella había aceptado la oferta de un mafioso para protección, mientras él trabajaba para cualquiera, matando por dinero. Desde entonces no había vuelto a verla, hasta ahora.
Recordó que antes la chica le encantaba, pero ahora ni siquiera podía mirarla porque instantáneamente sentía cierta traición hacia Suni, era estúpido, pero no podía evitar sentirse así. Era tan intenso el sentimiento que tenía hacia ella, que se negaba rotundamente a ver a Suzy de frente, de alguna forma sentía cierto repelús por la chica.
— ¿Y cómo te ha ido? No nos hemos visto por tres años, ¿no? —habló nuevamente ella mientras se acomodaba en el sofá y lo miraba.
— Bien, nada que contar —respondió frío mirándola rápidamente.
— Oye, ¿pero qué te pasa? —interrogó ella, se inclinó hacia él e intentó tocarle la mano, pero el morocho se levantó rápidamente de su lugar causando la sorpresa de la chica —. Hyunjin, ¿qué...
— Debo hacer algo —dijo. Fue hasta las escaleras y las subió rápidamente.
Caminó por el pasillo y sin tocar o pedir permiso, abrió la puerta de Suni y se metió al cuarto.
La chica se estaba secando el cabello, por suerte ya estaba vestida.
— ¿Qué ocurre? —preguntó al verlo entrar precipitadamente —. Te dije que no volvieras a entrar así —reclamó al instante.
— ¿Por qué estuviste de acuerdo con esto? —interrogó desde la puerta, todavía con la mano apoyada sobre esta misma.
— Porque papá tiene razón, ¿de qué te quejas? —preguntó sin entender. La verdad, no comprendía que era lo malo ahora.
Ocuparse de la seguridad era mucho mejor, podía estar tranquilo en un sólo lugar, pues no había que hacer gran cosa. Jiso lo había puesto más como prevención, pero la verdad es que nunca pasaba nada, y ella al ya no salir no lo necesitaba encima.
— Sabes muy bien que va mal —soltó con rabia. A veces le fastidiaba y frustraba que la adolescente fuera tan condescendiente.
— Hyunjin, no empieces, es mejor ese trabajo para tí, va más contigo —dijo suspirando. Dejó la toalla sobre la cama y se sacudió el largo cabello con las manos para acomodarlo rápidamente.
El morocho suspiró y se acercó a Suni cuando la vio sentarse al borde de la cama. Se arrodilló frente a ella y la miró fijamente.
— No va para nada conmigo porque ahora estoy lejos de tí, es horrible —se quejó frunciendo los labios.
— Que exagerado. Estamos en la misma casa, me vas a ver igual —recordó ella sonriendo divertida.
— No es suficiente.
— ¿Y para tí qué sería suficiente? —preguntó ella.
— No existe eso contigo… no tengo suficiente contigo —aseguró, y al instante se levantó un poco sólo para estampar sus labios con los de la chica.
La hizo acostarse y él se situó entre sus piernas mientras la besaba, sorpresivamente ella estaba correspondiendo el feroz beso.
Apoyó ambas manos sobre la cama para sostener su peso sin dejar de besarla, sintió que las manos de ella subieron a su cabeza y sus dedos acariciaron su cabello. Aquello sólo lo animó a seguir, así que usó una de sus manos para meterla por debajo de la camiseta y acariciar la piel desnuda de ella, causando un suspiro por parte de la castaña que fue ahogado por la boca del morocho.
La impulsó hacia arriba para acomodarse mejor entre sus piernas.
Dejó la boca de ella y comenzó a besar su cuello, mientras Suni suspiraba con los ojos cerrados y le dejaba esa parte al descubierto para permitirle hacer.
Hyunjin besaba y hasta mordió suavemente un par de veces. Subió su mano tocando la piel de ella y llegó hasta uno de sus pechos, apretándolo suavemente haciéndola soltar un pequeño gemido que lo hizo volver a su boca para tomarla con brusquedad. Se le estaba yendo el autocontrol al demonio.
Sus lenguas jugaban entre sí mientras su mano no dejaba de apretar el seno de ella, hasta que se hartó de la interrupción del sostén y lo subió rápidamente para sentir por completo su suavidad.
— Ah, Hyunjin —gimió ella entre sus labios sintiendo su fría mano tocándola.
Cerró los ojos para seguir disfrutando de la increíble sensación de placer, pero rápidamente la racionalidad invadió su mente y terminó apartando la mano de él mientras lo hacía a un lado y se levantaba de la cama, acomodándose la ropa.
— Por Dios, no puedes hacerme esto —se quejó él. Escondió su cara en el colchón y le dio un par de golpes, frustrado.
— Deberías irte —dijo ella estando de pie mientras se rascaba la frente algo ansiosa.
— ¿Por qué me haces esto? ¿No he sido bueno? —reclamó aún acostado de lado.
Suni negó con la cabeza entre suspiros.
— No se trata de eso, ya sabes lo que sucede —objetó cruzándose de brazos.
— Pero ya te dije que no me importa la edad, ni nada.
— A mi sí —aseguró rápidamente —. Hyunjin, esto está mal, ¿cuándo vas a entenderlo?
— ¿Y tú cuándo vas a entender que no me importa? Por Dios, Suni, he hecho muchas cosa malas en mi vida y a estas alturas ya no me importa nada —declaró él colocándose de pie. Se acercó a ella nuevamente y la tomó del rostro —. Para mi, esto no tiene nada de malo, así que déjame hacerlo —pidió.
— Tienes que irte —soltó ella sin intentar alejarse del agarre.
Él la miró un momento en silencio y finalmente la soltó algo fastidiado.