—¡Nikky, querida! ¿Estás ahí? ¡Mami necesita tu ayuda, nena, sal! —Norah, como siempre, una gritona.
Le subí el volumen a la música de mis audífonos, no quería hablar con ella. Pero de pronto abrió la puerta, se tambaleó por sus enormes tacones rojos y levantó la llave en mi dirección con una sonrisa. Debí recordar que tenía copia de las llaves, o que ella lo recordaría.
—¡Lo sabía! —exclamó—. Siempre tienes puesto esos audífonos cuando estas en casa. Nena, cualquiera diría que no quieres hablar con tu mamá.
Eso era lo que realmente sucedía.
Caminó hacia las ventanas y levantó las cortinas.
—Nikky, querida, ¿cuántas veces te he dicho qua abras las ventanas? Parece la habitación de Drácula—rodó los ojos, luego le echó una mirada desdeñosa a mi habitación—. Deberías, no sé, salir un poco más.
Desde que mi padre había muerto todo se volvió un infierno en mi casa. Él me entendía, me escuchaba, mi padre me amaba. Pero ella no, siempre valoró más el dinero que esta familia. Finalmente, al morir mi padre ella se hizo cargo de las empresas y sólo logró que todo se viniera abajo.
—¿Qué quieres? —pregunté, sacándome un audífono del oído.
—Mi amor, necesito que me ayudes con unas cuentas.
—¿Cuentas para qué?
—Ya sabes—sonrió abiertamente—, ropa, zapatos, carteras, pintura de uñas. Todo lo importante.
¿Y la comida? ¿Y mi escuela? ¿El seguro médico? Esas preguntas debía hacérselas, pero ya no me importaba nada. Todo había dejado de importarme hace mucho tiempo. Mi familia estaba rota, y yo estaba rota.
Finalmente la ayudé con sus cuentas, como siempre lo hacía.
*
*
*
La verdad es que no me sentía a gusta en casi ningún lugar, y la escuela era uno de esos sitios que más odiaba además de mi casa, no había un momento de tranquilidad, y los chicos gritaban en clase, en el almuerzo, en la salida, en deportes.
Cielos, era muy molesto.
A excepción de la biblioteca, ese era definitivamente el único lugar en la tierra que me sentía tranquila y en paz. Así que me esforcé para conseguir ese trabajo como ayudante de biblioteca. El profesor Gary Lee fue quien me dio la oportunidad de conseguir ese trabajo, estaba agradecida con él, y hablábamos mucho en su tiempo libre, pero ahora ya no estaba.
Gracias a los últimos eventos que habían sucedido en la escuela, todos estaban a la expectativa. Yo creí que cancelarían las clases, ya habían muerto dos profesores en lo que llevábamos de semestre, pero el director Wisley prefirió continuar como si nada estuviera pasando.
Ya que la profesora Laura había sobrevivido a ese accidente, el director creyó que las clases debían seguir. Y ahora que había salido del hospital sana y salva, parecía como si todos querían aparentar que las cosas estaban bien.
Desde que escuché por coincidencia lo que Laura le dijo al doctor unos momentos antes de entrar a saludarla con mis amigas, supe que no podía confiarme demasiado de esta paz. Lo que le había sucedido a Laura fue adrede, alguien intentó asesinarla, así como a los demás profesores. Y si ella lo creía, yo también. Algo extraño estaba ocurriendo en este instituto, sino que en todo el pueblo, y debía ser descubierto antes de que todos terminásemos muertos.
Los lunes en la escuela eran los días que más odiaba, no por el hecho de que comenzaban las clases, sino que todos, completamente todos los estudiantes estaban presentes.
—Escuché que la profesora Laura salió del hospital—comentó Karol, recostada del muro que estaba junto a las escaleras de la entrada.
Ahí siempre nos sentábamos, no era mi lugar de preferencia pero a Estefany le gustaba porque desde aquí podíamos ver todo. Fue así cuando vimos que llegó el profesor Desmond Green por primera vez.
—Me siento aliviada. Creí por un momento que la profesora Laura iba a morir—murmuró Beth, de pie a mi lado.
—No digas esas cosas—Estefany hizo señas despreocupadas con sus manos—. La profesora Laura es muy fuerte, nadie puede contra ella. Además, ahora tiene a Noah.
—¿Quién es Noah? —pregunté.
—No puedo creer que hayas olvidado el nombre del Policía sexy—Estefany rodó los ojos—. El que andaba atrás de ella en el entierro del profesor Gary.
Karol hizo una mueca.
—Es un poco raro que quieras coquetear en un entierro.
—Pero es pasable porque es lindo—Estefany guiñó un ojo.
—De cualquier forma, yo no he vuelto a ver ese Noah—continuó Karol—, es lindo y todo, pero, no lo vi ni una sola de las veces en que la profesora Laura estuvo en el hospital.
—Quizá el profesor Desmond lo asustó—dijo Estefany con una sonrisa.
—El profesor Desmond asustaría a cualquiera—añadió Karol, quien se rió.
—Creo que deberíamos entrar a clases, ya quedan pocos alumnos afuera—advirtió Beth.
Estefany gimió decepcionada.
—No es justo, quería ver al profesor Desmond llegar. Cuando lo veo bajar de su auto se ve tan sexy, con esos lentes oscuros y esa aura de maldad que desprende que…
Estefany cerró la boca cuando vimos al profesor Desmond acercarse, sin embargo, aunque Estefany le hizo señas, Karol habló.
—Deberías entregarte a Desmond si tanto lo deseas.
—¿A quién se dirige informalmente, señorita Joseph? —la voz del profesor Desmond dejó pálida a Karol.
—¿Quise decir… Profesor… Desmond? —Karol balbuceó, y sonrió inocentemente cuando se volvió hacia él.
El profesor Desmond asintió.
—Entren a sus clases—ordenó.
El profesor Desmond, además de ser todo eso que Estefany decía según muchas chicas de nuestra clase, era mucho más extraño y misterioso. Me agradaba su forma de dar la clase, se hizo respetar desde el primer momento en que llegó al instituto y aparentemente estaba atraído por Laura, de alguna forma podía sentir que tenía un propósito con ella cuando lo veía observándola, cuidarla. Pero había algo más en él que no me dejaba estar tranquila. No tenía por qué ser un presentimiento de los peligrosos, pero era importante.
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Editado: 04.04.2022