BERIT
Tal vez debería estar llorando.
Arrepentida por lo que estaba haciendo.
Sintiéndose escoria al no saber corresponder lo que un hombre tan maravilloso le estaba brindando.
El abandonar al amor de su vida provocarle un vacío que no la dejaba respirar.
Por lo menos apreciar la tentación de regresar los pasos y mirar atrás, sin embargo, las sensaciones resultaban contradictorias cuando eso mismo que la debería tener presa del llanto fue lo que le dio fuerzas para levantarse de una cama en la que un par de horas atrás hicieron el amor, dejándolo abandonado saliendo a hurtadillas de la propiedad, no sin antes dejarle una nota aclaratoria de sus acciones, que evidentemente no lo tranquilizaría, pero si le daría el tiempo suficiente para resolver el asunto que solo ella podia liquidar, y si él se entrometía antes de tiempo podia complicar las cosas, y no es que supiese como lidiar con Federico, solo que llevaba conociéndolo el tiempo suficiente como para comprender que su arribo a Inglaterra no era precisamente por ella.
Entendiendo después de un tiempo pese a sus remordimientos, que tampoco su persecución en América era por algo platónico reservado para los sentimientos.
Era lo suficiente caballero para recibir una bala por lo único que le daría el pase al reinado de Prusia, pero seguía sin entender su verdadera motivación.
¿Qué era lo que Federico quería?
Ella no era tan importante para él, pues nadie en su sano juicio dejaría que su esposa fuese de otro, pese a que era tan común en esos tiempos, pero un hombre con su carácter era egoísta por naturaleza, y ser dadivoso con el prójimo resultaba sinónimo de recibir las sobras cuando se creía con el derecho de poseer el mundo entero a sus pies.
Suspiró ajustándose la capa, apretando el paso al verse prácticamente sola en el muelle en donde estaba trancado el barco de Federico, porque él no viajaba con la prole cuando podia tener el navío al entero para él.
Ni bien se posó frente a la embarcación su cuerpo tiritó.
Sintió una mirada pesada en su nuca y la tentación de girar.
Apretó los parpados moviendo los hombros para eliminar esa sensación que quería sobrecoger cada extremidad.
No podia estar ahí.
Habia sido clara.
No pretendía gobernarle, solo que entendiese lo que le decía entrelineas.
Ella estaría bien, solo necesitaba arreglar una situación que era entre Alemania y Prusia.
Por último, y no menos importante intentaría solucionar la situación de Inglaterra para poder estar con él.
Inclusive, esa parte les incumbía a los dos, y por eso mismo tenían que hacerlo juntos.
Salió de sus pensamientos cuando sintió un nuevo peso sobre sus hombros, haciendo que respingase y girase a la defensiva con los ojos muy abiertos topándose con las manos levantadas de su primo Charles, que sonreía de manera amarga de medio lado, apreciando como este no estaba mucho mejor que ella.
—Comenzamos esto juntos, y de la misma manera lo vamos a terminar —tragó grueso respirando profundamente, observando cómo le extendía el brazo para escoltarle dentro de la embarcación.
—Tus asuntos… —intentó hablarle de aquello que debería tenerlo ocupado en Inglaterra como para realizar un viaje a Prusia, pero no la dejó terminar.
—Seguirán de la misma manera cuando regrese —estaba huyendo —. O si encuentro un motivo suficiente pueda que intente solucionarlo antes de continuar con mi vida —eso era lo máximo que había podido sacar sin decir nada con respecto al tema de Kirstin, porque claramente estaba hablando de ella.
El dolor que cargaba cada letra, pese a la sonrisa que le regaló le recordaba porque eran tan afines.
Se parecían en muchos aspectos.
—¿Sabes porque está casada con ese hombre soportando todos los abusos, cuando tiene una familia que podría respaldarle? —preguntó aceptando el brazo, mientras este le ayudaba a dar el paso que por un momento su cuerpo no le dejó.
—No empieces a ser cotilla cuando tu mayor cualidad es no inmiscuirte en la vida de los demás —le tocó la nariz con uno de sus dedos, para acto continuo seguir su camino —. Enfócate en tu problema con nombre y apellido, que, para el mío, si es que decido apropiarme de él, me basto yo solito.
—Sin saber a lo que se están enfrentando realmente, espero que no sea demasiado tarde para cuando decidan actuar por ustedes mismos —se tensó, pero no acotó nada al respecto como la primera y única vez hasta el momento que habían tocado el tema.
Solo giró la cabeza advirtiendo que no solo eran vistos, si no perseguidos.
O en todo caso les estaban cubriendo las espaldas.
» ¿Douglas? —preguntó por el amigo de su primo, que no lo desamparaba ni a sol ni a sombra.
—También tiene una vida, y podemos yacer el uno sin el otro el tiempo suficiente para que nuestro reencuentro sea lo bastante afectivo, consiguiendo que nuestro sentir se acrecente, y prevalezca por la eternidad —eso la hizo reír, pues estaba siendo un tanto sarcástico.
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Editado: 08.07.2024