- ¡Atrápenla! ¡Que no escape! ¡Maten a la bruja! -.
Entre los fríos gritos y disparos sin puntería de los soldados que el rey mando a buscarme, capturarme y sin piedad matarme, yo seguía corriendo tanto como podía, esquivando cientos de árboles antiguos del bosque Lioted, mientras que lanzaba innumerables hechizos para lograr escapar de lo que podía ser una muerte cruda y dolorosa, disfrazada de trece soldados con arma en mano. Aun que lograba deshacerme de algunos de ellos, el resto seguía detrás de mí, pisando mis talones, llenos de odio, con los corazones helados, y esa mirada sin vida, que hace que te den escalofríos y se te ponga la piel de gallina. El bosque parecía volverse infinito y desafiante, sin mencionar un tanto intimidante. Solía venir con mis padres de pequeña, a disfrutar del silencio y la naturaleza que este bosque regalaba a los ojos que lo mirasen. Pero hoy lo que me regalaba era temor, pena, y confusión. Los gritos de los soldados se mezclaban con los ecos que producía el silencio del bosque, y este hacia que no reconocieras de donde venía el sonido. En un momento me di cuenta que estaba perdida, me detuve por un segundo en la inmensidad de este, desesperada, sin saber cuál era la dirección correcta a la cual correr. Mire hacia todos lados, estaba tan confundida.
- ¡Ahí! ¡Ahí esta! – grito un soldado al verme.
Otra vez, estaba corriendo por mi vida, exhausta, ya casi sin energías. Y de repente un grito desgarrador invadió por completo mi cabeza y todo el bosque. Un grito femenino lleno de dolor, sufrimiento, y derrota. Al escuchar ese espeluznante grito, tropecé con unas ramas que había en el suelo. Como lo que seguía era una colina, al caer comencé a rodar, sintiendo todo el pasto, piedras y tierra chocando con mi cuerpo, golpeándome. Tirada en el húmedo suelo, abrí lentamente mis ojos, con un poco de dificultad. Los gritos de los soldados se escuchaban alejados, pero no sabía claramente si eso era cierto o no, ya que el bosque jugaba con el sonido. Aun tendida en el suelo, abrí mi mano centrando un poco de la energía que me quedaba en una esfera de luz de color morada y un tanto cálida y dije – elgf liftf zagfted-. Haciendo que las raíces de los arboles comenzaran a salir de las profundidades de la tierra húmeda, enredando las piernas de los soldados para luego levantarlos en el aire, y golpearlos hasta dejarlos sin vida. Con dificultad logre levantarme, toda dolorida y cansada, continúe corriendo ya fuera del bosque, por un sendero rodeado de flora y fauna. Y más allá se lograba ver a un grupo de campesinos, trabajando en sus cultivos y sus ganados, las tareas cotidianas.