Había pasado casi una semana, y el dolor ya estaba sanado de manera exitosa, todo marchaba bien, pero empezó a haber escases de comida y los niños enfermaban, talvez por la comida y el frio. Eyra necesitaba materiales para curarlos, los cuales eran difícil de conseguir, y a pesar de que los curaba ellos volvían a caer enfermos. Necesitábamos ir a un lugar donde las cosas sean accesibles y ellos estuvieran mejor, donde todos estemos mejor. Esa noche mientras Eyra y yo pensábamos que hacer, se me ocurrió una idea un poco riesgosa.
-Eyra, ¿y si vamos al pueblo? –dije en medio de la duda al mirarla
- ¿el pueblo?, eso es un suicidio Astrid. –dijo disgustada
- lose, pero que podríamos hacer, necesitas tus objetos sanadores, necesitamos un lugar mejor donde vivir. –dije seria
-este lugar, es mejor que el pueblo, no necesitamos una casa. –dijo mientras se paraba casi enojada
-¿Cómo no? , si lo necesitamos y sabes que es así. Ellos lo necesitan, tú y yo también. –dije disgustada al pararme
-solo piensa, si vamos ahí es una muerte segura para ti. –dijo frunciendo el seño
-vale la pena si tú y ellos estarán mejor. –dije firme
-sí, claro. Y luego ¿Qué hago yo sin ti? –pregunto a punto de llorar
Solo la mire sin decir absolutamente nada.
-no quiero perderte. –dijo
-no lo harás. –dije y la tome de las manos
-sabes, yo por mucho tiempo, eh andado por todo el pueblo sin ser vista, se cómo ser invisible a los ojos del rey, piénsalo Eyra es una idea buena, podríamos usar la casa de mis padres y los niños se curarían, solo tendría que cuidarme yo, a ustedes el rey no los conoce. –dije calmada mirándola a los ojos.
Ella miraba hacia otro lado mientras que yo continuaba intentando convencerla.
-juntas podemos hacerlo. Pero solo si estás conmigo. –dije bajando la cabeza con miedo a lo que seguía
-¿estás conmigo? –pregunte
-lo estoy, sabes que lo estoy, pero tengo miedo, estos días fueron buenos después de lo que paso, ese día te vi luchando con todos esos soldados y yo tenía un nudo en la garganta, temía por tu vida. Y luego cuando me dejaste a Lied, yo no sabía que decir solo quería abrazarte y salir de ahí. No quiero que nada malo te pase Astrid –dijo mientras sus lágrimas caían y apretaba mis manos
-¿sabes cómo logre derrotarlos? –pregunte mientras secaba sus lágrimas.
-Pensaba en que no debía dejarte sola, no dejar que te atrapen, ni mucho menos que te maten. Salimos de ahí, porque lo hicimos juntas. Y siempre será así, juntas somos invencibles, somos toda la magia de este maldito universo, juntas tu y yo. –dije mientras le sonreía y seguía secando sus lágrimas.
-vamos a hacer esto juntas ¿sí? –dije firme y pregunte
Ella asentó con la cabeza y me abrazo tan fuerte que puse sentir todos sus sentimientos. Ese abrazo cálido lleno de cosquilleos en el estómago, ese abrazo que despejaba todo tipo de dudas y te hacía sentir un ser único, ella me lo dio.
Al amanecer despertamos a los chicos, temprano, para contarles todo lo que haríamos y como lo haríamos, el plan. El plan era, ir discretamente al pueblo, escabullirnos por las calles y llegar a la casa de mis padres. Claro sin que los soldados nos vieran, bueno, me vieran. Era una idea complicada pero no imposible. Los chicos, medio dormidos entendieron todo el plan y lo pusimos en marcha. La cultura del pueblo era un tanto antigua, el rey obligaba a las mujeres andar tapadas hasta el rostro dejando solo sus ojos descubiertos, en cambio los hombres podía andar sin cubrirse pero si debían llevar una ropa decente que no llamara la atención, algo adecuado. Por lo que Eyra y yo tuvimos que taparnos con las mantas que teníamos de la aldea, y los niños no era necesario que llevaran nada ya que eran hombres. Mientras caminábamos hacia el pueblo, yo iba explicándoles a todos lo que no debían hacer estando ahí. Como no quedarse mirando a las personas, no separarse del grupo porque si en el pueblo un niño era visto solo los soldados lo llevaban a los calabozos hasta que alguien los reclamaran, otra cosa que no debían hacer era hablar con ninguno de los vendedores di ambulantes que estaban en el pueblo. Cuando llegamos a la entrada del pueblo, la cual estaba sin guardias, Eyra se detuvo un momento, helada en el camino.
-todo va a estar bien. –dije sonriendo al tomarla de la mano
Ella estaba aterrada, y admito que yo igual, pero el plan era bueno, aparte tenía mi magia cargada, aunque era lo peor usar mi magia como defensa ahí, si era necesario la usaría.
Estando adentro empezamos a movernos al ritmo de las demás personas, nadie nos miraba y eso era bueno, estábamos manteniendo un perfil bajo. Íbamos por las calles repletas de tiendas y vendedores, también el ruido habitual de un pueblo, íbamos como cualquier persona. Caminamos por unos minutos y empezamos a ir por los callejones, íbamos en fila india, sigilosos. Los callejones estaban llenos de basura, con olores extraños y alguno que otro vagabundo. Pasamos por cinco callejones antes de llegar a la casa de mis padres. En la casa no parecía haber nadie, estaba justo como la dejamos ese trágico día, una casa ya vieja, con ventanas grandes y hecha de madera con su color natural era una casa muy humilde pero para mí era un hogar. Fuimos por la parte de atrás de la casa, donde había una puerta sin seguro, íbamos calmados procurando no ser vistos, yo iba adelante por si algo pasara y Eyra detrás mío con los niños.