Listening to love

08

NOAH:

 

Como le había dicho, pasé por ella al medio día para llevarla a casa de mis padres, donde el almuerzo al que le había invitado, se llevaría a cabo. Mi mamá no podía creerlo cuando le dije que había invitado a Mónica, principalmente porque ella era una chica que no conocía de nada; y no la juzgaba, realmente era entendible su preocupación al notar cómo depositaba mi confianza a una desconocida. 

Yo siempre confiaba demasiado rápido en las personas... ¿Era eso un defecto, o una virtud? Según mi familia, lo primero. 

— ¿Entonces que se supone que diga? — Preguntó Mónica en el interior del auto. Su vista fija en la  carretera y sus dedos jugueteando nerviosos entre sí. Sonreí ante eso. 

— Solo di la verdad, no hay problema con eso. 

— ¿Digo que prácticamente me rogaste para que te ayudara a buscar inspiración para tus canciones?  

Eso me sacó una pequeña sonrisa. 

— Mis padres y hermanos saben eso ya, si alguien más pregunta solo di que somos amigos. 

De refilon logré ver como se encogió  en su asiento al tiempo que dejaba su mirada en sus dedos aún enredándose. Lo pensó algunos segundos antes de hablar. 

— ¿Y lo somos? — Iba a decir que sí, pero mi vena bromista quiso seguir aumentando sus nervios, así que solo la miré por pocos segundos antes de volver la vista a la carretera, para soltar una pequeña sonrisa burlona. 

— ¿Por qué? ¿Acaso quieres ser algo más? — Sin embargo él que resultó burlado fui yo, porque en seguida su cabeza se alzó y sentí su mirada en mi perfil. Hasta noté sus hombros cuadrarse y su rostro arrugarse. 

— No — Respondió firmemente — Solo que no nos conocemos de nada, no podríamos ser amigos... — Su respiración se acompasó tras terminar de hablar, después de algunos segundos decidió continuar — Y mucho menos ser algo, ni siquiera eres mi tipo. 

Y con eso mi burbuja se explotó por completo. Sin saberlo Mónica había reventado mi ego en tan solo un segundo, y mi estado de ánimo con él. El resto del camino fue en completo silencio, solo siendo interrumpido por ella en algunas ocasiones para hacer algunas preguntas sobre mi familia, unas que yo tan solo respondía en monosílabas o cortas oraciones. No obstante, bastaron solo dos preguntas más para que ella se quedara en silencio.  

Sé que como persona tenía muchos y claros defectos, pero cómo famoso tenía muchos más. Y sonará muy idiota o ególatra de mi parte, pero el ser rechazado era una de ellos. No estaba acostumbrado a ser rechazado. Sin embargo, al parecer eso no iba a importarle en nada a la chica que que me acompañaba. Por eso solo lancé un profundo suspiro y sonreí, consciente de que no sería nada fácil el camino que me esperaba para conquistarla. 

Cuando llegamos a la casa de mis padres, la situación no era muy diferente, nuestro silencio seguía haciendo espacio a la incomodidad y Mónica prefería mantener la distancia entre los dos. Por lo menos hasta que la presenté con mi mamá y ella en seguida decidió servirme de casamentera. Como cosa para nada rara Chris también lanzó algunas indirectas fuera de lugar.

Si las miradas mataran, mi hermano estaría 3 metros bajo tierra justo ahora. 

— Mamá tú ya sabes muy bien porque la traje. — Comenté, y era cierto. Ella fue una de las primeras personas a las que le había contado mis intenciones... Por supuesto que le pareció tan loca cómo ridícula la idea.

Mi papá por el contrarío, solo sonrió mientras presentaba a Mónica, mientras que el resto de la familia solo se limitó a asentir en forma de saludo. A ellos si no les había dicho del todo la verdad, tan solo que éramos amigos y la conocía desde hace algún tiempo. Mi acompañante había cruzado la sala para buscar de beber en la mesa donde estaban los bocadillos, cuando volvió tenía una expresión torturada en su rostro. 

— Tus primas son muy... agradables.— Murmuró lo último, y yo sonreí en comprensión.  

— No me tienes que mentir, mis primas son las personas mas odiosas de la familia. — De tan solo un trago tomé todo el líquido de la bebida que me había traído. — ¿Qué te dijeron? 

Ella estaba ausente, su cuerpo a mi lado pero su mente apostaba que no, su vista estaba perdida donde las chicas conversaban y reían entre ellas, y sin poder evitarlo mis ojos también se vararon ahí, en busca de lo que sea que miraba. Dije su nombre de nuevo, repetí la pregunta y ahora volvió en sí. 

— Eh, no pasó nada. No te preocupes. 

No le creí, por supuesto que no. Pero tampoco le insistí, porque sabía que si insistía lo único que iba lograr que me ignorara aún más. Tan solo me quedé prendado observando sus movimientos, la manera en que mordía ansiosa su labio inferior, y como, de manera distraída, repasaba su pulgar por todo el borde del vaso. Y pude pasar mucho más tiempo observándola, pero de pronto caí en cuenta de que todo lo que había dicho en el auto era cierto; yo no sabía nada de su vida. Yo no la conocía en absoluto. 




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