Estaba sumamente nervioso por mi primer día enseñando en ésta Secundaria. Traté de mostrar mi lado más atento y positivo cuando me presenté a la clase que llevaría mi tutoría, lo juro, pero fue tan difícil después de verte.
Tu cabello rubio que se mantenía sostenido en una coleta era simplemente fantástico. Algunos pequeños mechones que no lograban llegar a la cinta, caían rebeldes por tu frente cubriendo parte de tus cejas; y aún asi te veías increíblemente tierna en esa polera roja. Tus ojos azules, mierda, me era imposible apartar mi mirada de ellos.
No es que fueran de un color único, de hecho, los míos tenían un color muy similar. Pero su forma almendrada, o quizás eran las ojeras ligeramente oscuras que se encontraban en la parte inferior de estos, me encantaba. Porque inexplicablemente lograste transmitirme tantas cosas en el segundo donde nuestras miradas se encontraron fugazmente. Dime que tú también lo sentiste, por favor.
Y allí fue donde me dí cuenta que ya te quería, pequeña.
Sophia Johnson.