-Debes saber las razones por las cuales jamás quise y querré amarte con tanta profundidad. Nunca quise “empezar”, a decir verdad. No pensé en anhelarte. No pensé. Sentía que nuestra historia la estaban escribiendo unos desconocidos por nosotros cuando, por supuesto, los únicos dueños de nuestra historia es la realidad, los sentimientos y las casualidades junto a la esperanza. Malditas seas, te estoy anhelando. ¿Quién me puede asegurar que puedo revivir cada toque y cada extrañeza tuya?
Solías decirme que, teníamos nuestro propio lenguaje–fácil, dulce y doloroso–donde solamente debía juntar mis labios contra los tuyos y ya. El mundo dejaba de ser el mundo, el aire dejaba de ser aire y se convertía en algo inalcanzable e inservible, el deseo dejaba de ser deseo y se convertía en miedo y desesperación porque… ¿por qué? Porque la fuerza de dos polos opuestos es mayor que la fuerza de un único polo. Y yo, yo dejaba de ser yo, dejaba mi cuerpo, mi mente y mis pensamientos para ser una parte fundamental de ti: tú propio corazón.
>>En este mundo, donde yo prefiero que la realidad sea la fantasía y la fantasía la realidad, no hay espacio que no pueda ser recordado. Tú, especialmente tú, puedes gritar al vacío para que él te responda pero, jamás lo hará porque, eso es él: vacío, parte olvidada del universo donde solo hay dolor y sufrimiento. Entre ello, entre esos espacios que son siempre recordados y el vacío que jamás se rebelara, hay pequeñas luces con grandiosos brillos, grandiosa calidez, Estrellas. ¿Crees que tú no eres una de esas? Lo eres. Malditas seas.
>>Los astronautas, personas aventureras que se arriesgan para conocer esos espacios, son capaces de ver lo que contienen en ellos. Les tengo envidia. Ellos te ven, yo no. ¿Tienes en cuenta, por muy poco que sea, lo maravilloso que sería estar allí, junto a ti? Poder verte brillar. Poder abrazarte con solo mirarte y acariciarte con solo sonreírte. Malditas seas, te estoy anhelando.
>>El “siempre” no es lo nuestro, no. No fue hecho a nuestra medida, a nuestra historia. Lo nuestro, dueño de la realidad, de los sentimientos y de las casualidades junto a la esperanza, roza el infinito más uno; el infinito más dos; el infinito más tres; el infinito más cuatro; el infinito más cinco…
Te estoy anhelando, otra vez.
Al menos, y solo al menos, quería que supieras que yo, jamás quise ni querré amarte con tanta profundidad.