Living with the monsters

D I E Z

DYLAN

—Me gustaría salir contigo pronto —dice Gwen, mientras nos alejamos de la fiesta a un lugar más privado en el jardín. La casa Harris es enorme, es fácil encontrar un lugar sin interrupciones. 

—Salgamos entonces —acuerdo con una sonrisa. Gwen es linda y simpática, tiene una personalidad alegre, su cuerpo es delicado y mentiría si digo que no quiero besarla ahora. Es seductora a su manera e irradia inocencia a la vez.

—¿Te ha agradado Kyle? —pregunta deteniéndose cerca mío.

El rubio estúpido no me agradaba para nada, siempre se ha metido con Cali y esa fue la única razón para que lo odie. Pero hoy tuve la oportunidad de conocerlo mejor y creo que lo juzgue muy rápido, es un buen tipo al parecer.

—Si —respondo. Ella me regala una sonrisa de boca cerrada y se acerca aún más, hasta que mis manos se anclan en su cintura para atraerla hasta que nuestras respiraciones se mezclan.

Nadie me había atraído tanto como Gwen. Nunca.

Intento acortar la distancia entre nuestros labios, pero ella se aparta dejándome muy confundido.

—Lo siento... yo —digo sintiéndome un poco nervioso. De verdad no quiero que ella piense mal de mí.

—Oh no, Dylan, no has hecho nada malo —me interrumpe con una sonrisa honesta —, es que no quiero que tengas problemas con Cali por mi culpa.

Mi ceño se frunce en confusión.

—¿Qué tiene que ver Cali en todo esto? —pregunto sin borrar la confusión en mi rostro.

—Bueno yo creí que ustedes... tenían algo —responde como si fuera obvio. Suelto una risa absurda.

—¿California y yo? Pff nunca —niego con la cabeza sin dejar de sonreír —. Es mi mejor amiga, nunca podría verla como algo más, ha estado en mi vida desde casi siempre.

Conozco a la rubia desde pequeños, ella se enfadó conmigo por arruinar su dibujo en el kínder, desde ese momento hemos sido inseparables, luego llegaron Mar, Matusalén y Scott, son mis mejores amigos. Ni en años me he imaginado sentir algo diferente por Cali. Simplemente no puedo verla de esa forma, somos polos opuestos que no pueden atraerse.

Ella siempre ha vivido en una burbuja feliz, rodeada por personas que la aman de verdad, nunca ha conocido la soledad y la desesperación de sentirse vacío. En cambio, yo siempre he vivido en la realidad cruda, con una madre sufriente de abusos y un padre abusivo, borracho; si, he estado rodeado de amigos, pero nadie nunca lleno ese vacío, salvo Cali, ella siempre se ha encargado de llevarme a su burbuja feliz y casi siempre me sentía completo ahí.

Es en este caso donde entre Cali y yo no puede existir algo, ella no puede sentir algo por mí, necesito que encuentre a alguien que la mantenga en ese lugar feliz que ella tanto adora, rodeada de inocencia donde la realidad que he vivido yo no le afecten, yo no puedo hacerlo, no puedo porque mi vida es jodida, el matrimonio de mis padres es enfermo y yo no podré recuperarme tan fácil de eso.

Salgo de mis pensamientos cuando la voz de Gwen llega a mis oídos:

—Yo supuse que... estaban saliendo —aclara algo tímida.

—No, de verdad supusiste mal —bromeo. Ella no me devuelve la sonrisa como lo espero.

—Por cómo te mira, confirmaría que tiene sentimientos por ti —mi expresión se vuelve seria por unos segundos.

—Solo es mi mejor amiga —digo con severidad. Gwen me da una mirada de suficiencia.

—Pruébalo —dice con simpleza.

—Si Cali acepta una cita doble con tu hermano, tú y yo seremos sus acompañantes —le desafío con un tono de altanería.

—Acepto —responde determinante.

Con una sonrisa arrogante me doy la vuelta y vuelvo a la fiesta en busca de Cali, la encuentro en el mismo lugar que siempre con Mar y los chicos quienes... están dormidos babeando como niños pequeños.

—Volviste —dice Mar algo recelosa. ¿Qué le pasa?

—¿Pasa algo? —digo mirándolas a ambas de hito en hito. Cali rueda los ojos.

—Nada, no te preocupes —responde, mientras se acomoda en su lugar.

—¿Qué paso? —digo exigente —, no soy adivino, hablen.

—Oh nada — dice Mar con ironía —, solo que hemos estado toda la puñetera fiesta solas, cuidando a estos especímenes, mientras tú te divertías con Harden y nos dejabas a un lado.

Toma una exhalación profunda cuando termina de hablar.

—Hey, de verdad lo siento, no debí dejarlas solas —digo honestamente. Debí quedarme con ellas, estuvieron toda la maldita noche de niñeras —. Debimos llevarlos a una habitación para que descansen.

—Todas las habitaciones de la casa Harris están ocupadas —responde Cali con expresión aburrida—. Muero de sueño, vayamos a mi cuarto, por lo menos ahí estaremos cómodas.

Ambas se ponen de pie y las ayudo a guiar a los chicos por toda la fiesta. Cosa que fue una odisea, ya que el tumulto de gente no nos dejaba pasar.

—Necesito... una.... novia —murmura Scott, arrastrando sus palabras. Ruedo los ojos y lo empujo un poco para que avance. Se detiene abruptamente, para dar una vuelta completa y plantarse frente a Cali.

—¿Qué quieres? —le pregunta aburrida.

—Necesito... que seas mi... novia —le apunta con su índice y toca su nariz —, tienes dinero.

Cali frunce el ceño.

—Aja, vamos, necesitas dormir —se limita a responder. Suelto una risa al ver su rostro frustrado.

Cuando llegamos a la habitación, Cali entra para asegurarse de que esté vacía y gracias al cielo lo está. Tumbamos a Scott y Matusalén en una cama y a los pocos segundos comienzan a roncar. Nos quedamos en silencio los tres, sin decir nada, pero Mar decide romper ese silencio.

—Voy al baño —nos anuncia dejándonos solos. Cuando desaparece, otro silencio vuelve a hacerse presente.

—Así que... —habla Cali sentada en la cama de Fran —, ¿disfrutaste la fiesta?

—Si, estuvo muy divertida —digo honesto, tomando asiento a su lado —, lamento no haberme quedado con ustedes.



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En el texto hay: humor, california, novelajuvenl

Editado: 03.11.2020

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