Living with the monsters

O N C E

CALIFORNIA

—¿Qué quieres hacer qué? —me pregunta Logan, observándome horrorizado. Le doy una sonrisa inocente, para convencerlo.

Me balanceo de un lado al otro.

—Aprender a conducir —contesto, sin borrar mi sonrisa. Enarca una ceja en mi dirección.

Puede que ya haya perdido la cabeza.

Vas a matarnos en el intento.

Eres un encanto, conciencia.

—Aún no tienes la edad suficiente —dijo, volviendo la vista a su celular.

—Pronto cumpliré dieciséis —le recuerdo —. Puedo ir practicando mientras tanto.

Niega con su cabeza.

—¿Y qué tengo que ver yo en esto?

Mi sonrisa se agranda ante su pregunta.

—¿Puedes ense...?

—No —me respondió, antes de que pueda terminar mi pregunta. Abro mi boca indignada.

—Porfis —insisto, haciendo un mohín.

—No... —canturreo. Frunzo el ceño, cruzándome de brazos.

—Porfaaaaaaa —me quejé, zarandándole el brazo.

—Cali, con tu madre estamos esperando un bebé —giró su cabeza y me observó. Enarco mis cejas.

—¿Y?

—Necesito estar vivo para su nacimiento —contesta, obvio.

—Prometo hacerlo bien —vuelvo a insistir.

Él se pone de pie y deposita un beso en mi frente.

—Mi respuesta es definitiva.

Logan se fue, dejándome ahí, solita y abandonada, sin nadie que quiera enseñarme a conducir. Una pobre alma en desgracia.

Ay, ya vas a empezar.

No te necesito conciencia, vete y déjame sola en mi miseria.

No podía ser taaaan malo enseñarme a conducir. Aprendo rápido, pero si Logan no accedió, dudo que otro engendro quiera hacerlo. No sé de dónde salió la idea de aprender a conducir... bueno en realidad sí.

Estaba muy tranquila en mi camita, mientras veía Rápidos y Furiosos. Soy consciente de que es solo una película, pero a ver... ¿Quién no querría manejar de esa manera tan suicida? Solo imaginármelo me dan ganas.

Bueno... volvamos al caso.

Pronto cumpliré dieciséis y estoy a tiempo de practicar para tener una licencia de conducir. Solo me faltan pequeños detalles:

Un auto.

Y algún alma samaritana que quiera enseñarme.

Okey... No son pequeños detalles, pero hay que pensar en positivo.

Entonces, como si Dios escuchara mis desgracias, y le diera pena ajena mi alma, envió a una persona justo en mi dirección.

Iba de calzoncillos comiendo helado con el cabello alborotado y los ojos adormilados.

—Colton —lo llamé con una sonrisita malévola. Él se giró hacia mí, con una mirada recelosa.

—No te daré de mi helado —dice, rodeando su pote de helado de forma protectora.

Ruedo los ojos.

—No quiero helado, necesito un favor —su mirada recelosa se transformó a una altanera.

—Sabes que te cobraré ese favor, ¿no?

Bufé.

Claro, como si pudiera olvidar que estoy hablando un chantajeador.

—Si, lo sé, correré el riesgo —murmuro.

—¿Qué quieres? —me preguntó sin rodeos.

—Necesito que me enseñes a conducir —elevó sus cejas sorprendido, a diferencia de Logan, él no teme por su vida.

—¿Nada más?

—También necesito tu auto —cerré mis ojos esperando una negación por su parte, pasaron diez segundos y no llegó.

Lo observé y vi cómo se encogía de hombros desinteresado.

—Okey.

¿Así de fácil?

Decidí no protestar ante su respuesta. Aceptó, es lo único que importaba ahora.

—Iré a cambiarme, ya vuelvo —anunció con la boca llena de helado y desapareció por las escaleras.

Esto podía salir bien... o puede que terminemos en el hospital. No hay un punto medio.

♥♥♥

—Y... ¿Qué quieres a cambio? —le pregunté abrochándome el cinturón de seguridad.

—Mátame si puedes —se quejó con desbordante dramatismo. Entrecerré mis ojos, observándolo.

—¿Qué hiciste?

Conozco a mi hermano, se manda bastantes cagadas a diario. La verdad es que ya nada me sorprende de su actitud.

—Que agradable pregunta —rió sin una pizca de humor —. Ya en serio, mátame, porque si no lo haces tú, lo harán mamá y papá.

Preparé mi mente para cualquier cosa, lo que sea. No seguí insistiendo y él solito saco a relucir sus cagadas.

—Puede que haya dejado a una chica embarazada —okey, admito que no me esperaba eso. Mis ojos se abrieron atónitos —. Aún no lo sé, solo es una suposición.

Abrí mi boca.

—¿Cómo...?

Ni siquiera puedo pronunciar una palabra.

Colton me dio una mirada molesta.

—No voy a explicarte como se procrean los bebés, Cali.

Ruedo los ojos.

—Tal vez seas padre —asumo aun sin poder creerlo. Él asintió, de perfil pude notar las ojeras bajo sus ojos, el cansancio estaba plasmado en su rostro.

Sé que mi hermano no hace las cosas adecuadamente; folla sin cansancio, casi nunca estudia, escapa a fiestas, fuma de vez en cuando y no me sorprendería que consuma droga. Lo amo, pero es un parásito que no piensa en las personas que lo aman.

Más de una vez mamá llora por él y papá siente decepción de su propio hijo. Nunca lo demuestra, pero se que le duele ser así y no sabe cómo cambiarlo.

Y ahora por primera vez, veo a Colton vulnerable, cansado y dolido. Reflejando sus sentimientos.

Si es padre todo eso tendrá que irse, dejará la escuela y no tendrá un futuro estable. Tal vez un niño cambie a mi hermano y a su actitud, pero no soportaría verlo tan infeliz. 

—No lo quiero, Cali —murmura con la voz ahogada, sacándome de mis pensamientos —. No puedo ni siquiera cuidar de mí mismo, pero si ese test sale positivo, debo hacerme responsable.

—¿Y ella...?

Una sonrisa irónica surca sus labios.

—Sabe que Logan es dueño de una empresa importante, tener a ese bebé sería un beneficio para ella.

Tuerzo mis labios en disgusto. Todo por el dinero.



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En el texto hay: humor, california, novelajuvenl

Editado: 03.11.2020

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