Living with the monsters

D O C E

FRANSESCA

—¿Así que arreglaste las cosas con Jace? —le pregunto a Camryn quién está sentada a mi lado, mientras que Halston pinta sus uñas. Las tres estamos en mi habitación solo para pasar el rato.

California se fue a su cita y ruego al cielo que no le rompa la nariz a Wilder de un puñetazo, mi primita puede ser bastante temperamental cuando se lo propone.

—Lo quiero, es una persona muy importante para mí —responde ella en voz baja. Ruedo los ojos irritada, que cursi.

—Él no te merece —refunfuña Hals. Asiento dándole la razón. Es solo un pobre idiota en busca de sexo y es más que obvio que engaña a Camrym con otras chicas. Ese cuento de que va a esperarla para que le entregue su florecita cuando quiera no se lo cree ni su abuela.

—Él espera por mí, ha estado para mí en todo momento —se queja la rubia.

—¿A qué costo? —indago, elevando mis cejas. Su mirada decae a una de decepción —. Esa relación se va a ir al infierno, más te vale terminar con ese machista o le arrancare las pelotas de un solo manotazo, Camrym.

La carcajada de Halston hace eco por la habitación.

—Ya estas advertida, Cam —ríe. La rubia le lanza una mirada mortal.

—Ya entendí, mocosas —replica.

Elevo mis cejas.

—Más te vale que no tenga que darte un recordatorio —me quejo.

Unos gritos provenientes de la sala hacen que nos pongamos de pie enseguida. Saliendo de la habitación como alma que lleva el diablo.

—Vengo a ver a mis hijos, tengo todo el derecho —su voz me hace detenerme en seco al igual que las chicas.

Es Senna.

No hemos tenido contacto con ella desde nuestro reencuentro, hemos ignorado miles de mensajes y llamadas, creí que habíamos dejado muy en claro que no queremos relacionarnos con ella sentimentalmente, es cosa del pasado, ella tiene una muy bonita familia, mientras que Marco y yo tenemos la nuestra.

—¡No te queremos en esta casa! —chilla una voz irritante a mis oídos.

Leah.

—Drama —canturreo haciendo una mueca.  Camrym y Halston me miran igual que confundidas.

—¿En qué maldito momento llegaron Leah y Dallas? —indaga la rubia.

Ruedo los ojos y las tres bajamos las escaleras. Casi todos están ahí: Senna, Ben, Dallas, Leah, Marco, Logan y Hannah.

Mierda, esto puede salir o muy bien o muy mal, apuesto la segunda opción.

—Fran —dice Senna con una sonrisa.

—¿Qué hacen aquí? —mi voz sale seria y apática. No quiero más dramas de familia, ya suficiente tengo con Dallas y su zorra.

Los ojos de Senna y Ben me muestran desconcierto. Vaya, al parecer no entienden las cosas a la primera.

—Vinimos a verlos, chicos —responde Ben. La mandíbula de Dallas se aprieta con fuerza, pero no dice nada.

¿Celoso?, ¿En serio? Que patético.

—Creímos haber dejado las cosas claras —dice Marco, cruzándose de brazos. Los ojos de Senna se cristalizan al instante —, no queremos relacionarnos con nadie.

—Quiero recuperar nuestro tiempo perdido, soy su madre —dice, dando un paso hacia nosotros. 

—Nunca fuiste su madre —escupe Leah. Me giro hacia, dándole una mirada mortal.

—Tu cállate o te callaré yo misma —le advierto. Dallas está furioso.

—Cuida tu lenguaje —me advierte.

—Dallas —dice Logan con voz amenazante.

—Tú no te metas en esto —contraataca.

—Y tampoco tú, maldito imbécil —gruñe Marco. Dallas le da un empujón a Marco.

—Respétame mocoso, soy tu padre y me lo debes —Marco le atienta otro empujón. Hasta que la cosa se pone tensa y empiezan a gruñirse el uno al otro como si fueran perros rabiosos.

—Dallas suelta a mi hijo —dice Senna, mortificada. Sus ojos viajan hasta a mí y me suplica con la mirada que haga algo, sabe que Marco me escuchará. Pero no lo haré, quiero ver como mi hermano saca toda su furia con el imbécil que debía protegernos y nunca lo hizo.

—Has esperado tanto por este momento, ¿no? —se burla Dallas, mientras que Marco lo sostiene por el cuello de su camisa.

—Ya basta ambos —dice Logan, pero ninguno le presta atención.

—No sabes cuánto he anhelado darte una paliza por imbécil, pero no lo haré porque mi hermana está presente y quiero que ella vea que soy mejor que eso, no me rebajaré a tu nivel —entonces lo suelta y se acerca a mi lado.

Aunque me hubiera gustado ver eso, mi hermano tiene razón. La inteligencia siempre ganará por encima de la violencia.

Un tenso silencio se hace presente.

—Creo que aquí nadie nos necesita —dicen Cam y Hals al mismo tiempo, con sonrisitas nerviosas. Entonces suben las escaleras, desapareciendo de nuestras vistas.

—Será mejor que todos se vayan ahora —habla Logan con voz seria.

—Quiero hablar con mis hijos —ataca Senna con voz fría. Y vaya que puede llegar a intimidar un poquito —. No me iré de aquí hasta que eso suceda, ya me echaron dos veces y no habrá una tercera.

La mujer tiene los ovarios bien colocados, hay que admitirlo.

Todos parecen sorprendidos con su actitud, hasta su propio marido. Ninguno responde. La mirada de Senna se posa en Dallas y la tensión del ambiente incrementa.

—Al menos que quieran acudir a la ley, eres tú quien elige Dallas.

Mis cejas se elevan y casi tengo el impulso de soltar una carcajada. Al parecer a Dallas no le hace gracia, pero no dice nada y sube las escaleras, Leah tiene ganas de replicar, pero lo piensa mejor y cierra su bocota operada.

Y otra vez hubo silencio.

Hasta que el teléfono de Logan comenzó a sonar en una llamada, atendió sin ver quien era.

—¿Sí? —respondió serio. Su rostro decayó en preocupación al instante y supe que se trataba de Cali.

—¿Qué sucede? —pregunta Han alarmada.

—¿Estás bien? —le pregunta él, hay una respuesta de su parte que no logro escuchar —. Ya voy, espérame afuera.

Y luego cuelga.



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En el texto hay: humor, california, novelajuvenl

Editado: 03.11.2020

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