—¿Lukita?
En las sombras de la cueva Lizari puede visualizar la apariencia de un gato grande, echado y gruñendo. Decidida se acerca poco a poco hacia él, pero Denathal la detiene.
—Ten Cuidado, Lizari.
—Creo que se quién es, tranquilo. —responde la joven cazadora, mientras camina en dirección al gato.
Denathal no dudó, siguiéndola de cerca, por si la ataca el gatuno. Lizari se aproxima hasta llegar a donde estaba el gatuno, confirma que se trata de Lukita, el gato del intendente Viktor Ballas.
—¡Oh no! Gatito lindo, estas herido —manifiesta Lizari con ternura y mira una de sus patitas—. Tu amo está muy preocupado por ti, travieso.
—Voy a llamar a Tyreesa, quédate cuidándolo —habla Denathal que sin pensarlo se encamina hacia la salida de la cueva para buscar a su compañera sacerdotisa.
—¡Denathal! —grita Jena, pues casi chocan en la entrada de la cueva
—Encontramos al gatuno al fondo de la cueva, esta herido —señala el joven vampiro, indicándole por donde esta Lukita.
Vía, camina detrás de Jena y se apresura a llegar al gato, rápidamente posa sus manos en la herida que tiene en su lomo, este presenta mucho pus y sangre; es una herida profunda ocasionada por otro felino.
—Recrecimiento —pronuncia Vía, mientras que al mismo tiempo emana esencia arcana verde, en el gatuno.
//Recrecimiento es una habilidad aprendida por los sacerdotes, que va curando por cada 2 segundos hasta sanar por completo una herida. Eliminando impurezas, infecciones y demás enfermedades.//
El gatuno rápidamente se coloca de pies y agradecido, se frota en las manos de Lizari.
—¡Grandioso! Lukita ya está como nuevo —expresa contenta la joven elfa.
—Si, gatito hermoso, no te vuelvas a escapar —menciona Lizari mientras lo acaricia con ternura.
En ese mismo momento, Tyreesa, Renfaz, Won y Faena, esperan afuera resguardando la cueva de cualquier animal salvaje que quisiese entrar a la misma. Won se encuentra sentado a espaldas de un árbol, contemplando las hojas de los mismos, mientras Renfaz y Faena están cada uno al lado de la cueva, platicando algunas cosas. Tyreesa por otro lado camina entre las plantas, admirando y observando algunas matas medicinales y otras que le llamaban la atención, tomando una que otra para experimentar con ellas.
Denathal, Vía, Jena y Lizari, salen en ese momento, uno a uno de la cueva. Jena con el gatuno en brazos y Lizari, con la planta en sus manos. Denathal se acerca a su amigo, dándole la mano para que este se levantase y así encaminarse a la aldea y entregar sus tareas cumplidas.
—Que tal amigo, como te llevas con tu grupo —pregunta el joven mago.
—Pues, no me quejo, no están nada mal —menciona con naturaleza el joven Crin. Mientras camina con sus manos dentro de los bolsillos del short.
Ambos grupos se encaminan hacia la aldea, satisfechos de haber cumplido la tarea. Lizari llevaba la planta con sumo cuidado y Jena, al gatuno entre sus brazos, mientras lo acariciaba con sutileza.
—¿Edmund habrá podido completar la misión? —agrega el guerrero Barbarroja, alzando la voz para que los presentes escuchasen.
Al mismo tiempo llegan a la aldea, entrando por la puerta norte de la misma, Tyreesa y Vía adelante, seguidos de Renfaz y Denathal y Won, y de último las chicas Lizari y Jena Vendaval. Caminan primero a la tienda del intendente Viktor Ballas y así entregarle a su compañero felino.
—¡Lukita! —exclama Viktor, mientras mira a su gatuno, el cual salta de los brazos de Jena, corriendo hacia su cuidador.
—Gracias por traerme a Lukita —dice agradecido el intendente—, esperen, voy a buscar su pago, denme el pergamino para sellarlo —entra a la tienda y rápidamente sale con la bolsa de monedas y el pergamino, entregándole a Jena cinco pecunias de plata.
—Pero, señor intendente son solo cuatro pecunias —expresa Jena.
—Tómenlo como un bonus, por haber traído sano y salvo a mi compañero fiel —responde el intendente Ballas.
—Fue un honor rescatar a Lukita, y tu gatito, no te vuelvas a escapar —habla la joven elfa, mientras acaricia nuevamente al gato, en brazos de su dueño.
—Pues sí, no vuelvas a huir. Sino todos estaremos tristes —agrega la joven cazadora.
—Nos iremos a entregar nuestra tarea, hasta pronto —Dice, mientras todos toman camino a la boticaria donde entregarán la Raíz de Tierra, del grupo del vampiro.
Mientras caminan, observan que por el mismo camino va a toda prisa, el grupo del príncipe. Este, tiene un aspecto distinto pues está lleno de barro y leche desde la cabeza hasta los pies, al igual que el resto del grupo.
Los chicos quedan atónitos y no tardaron en reírse del deplorable aspecto de Edmund y su grupo. Edmund que los nota desde mucho antes, va avergonzado, pues nunca se lo había visto de esa manera.
—Cuidado te ensucias, joven príncipe —pronuncia Lizari, quien le gustaba molestarlo cuando hacia algo extraño o no digno de su realeza.
Jena también estaba riéndose, pero más sutilmente, le pareció super tierno y gracioso el aspecto de Edmund.
—No seas mala, Liza —susurra para su amiga mientras se ríe
—De que se ríen —grita Edmund a lo lejos, pues va en dirección a la tienda de Míster Ferney, al otro lado del Barrio Comercial, a entregar la leche que transportan en cántaras de aluminio.
—Vaya, ¿estuviste ordeñando o jugando con las cabras? —agrega Renfaz, en son de burla.
Edmund mira con fastidio al enano.
—Entreguemos la planta y vamos a la plaza central como acordamos, para entregar los pergaminos a Okira. —dice, Denathal interrumpiendo.
—Es Kira —refuta Jena.
A la tienda, solo entra el grupo de Denathal, mientras Jena y los demás esperan afuera a sus amigos.
—Vamos —dice Lizari, quien entra a la tienda boticaria para entregar la planta a la sacerdotisa Dena Arroyo.
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Editado: 18.05.2024