Lizäri

Capítulo 25: Dentro del Calabozo.

Los jóvenes soldados, van rumbo al interior del Calabozo, el Grupo de Jena Vendaval y el de Denathal Lóbrego, se encaminan a su primer enfrentamiento con enemigos reales.

ANTES DE ENTRAR

—Jóvenes no solo se toparan con esos tres jefes, también habrá otro tipo de molestias que tendrán que saber manejar. Les deseo suerte —menciona el comandante de los guerreros.

Algunas chicas sienten temor, otros serenos y en el caso de Renfaz, contento de esta tarea tan genial.

* * * * * * *

—¿Con qué nos iremos a topar? —dice Renfaz, mientras camina y revolotea sus espadas cortas.

—Estén atentos, chicos. Las sacerdotisas en medio, guerreros detrás; Denathal, tu ven conmigo, y Faena, quédate con Lizari —ordena Jena sin perder vista al camino.

Al sitio donde entran, está rodeado de una barrera para evitar que los enemigos de adentro puedan salir. Está protegido de runas encantadas con esencia arcana blanca que, al tener contacto con ella, genera un choque de electricidad impidiendo su salida. Al mismo tiempo, caminan por una especie de corredor, en el que, en cada costado hay plantas y rocas como especie de un santuario.

Denathal que se encuentra delante con Jena, decide abrir el pergamino. Al abrirlo, este comienza a mostrar letras y señales, como un mapa por donde deben ir.

—Chicos, vean —llama la atención de los demás, mientras Renfaz y el huargen, Won, protegen las espaldas de sus compañeros—. El pergamino nos indica que debemos ir por ese camino, tengamos cuidado pueden haber tram...

Antes de terminar de hablar, comienzan a revolotear unas especies de abejorros de medio metro de medida, estos liberan un tipo de toxina que hace dar urticarias y comezón.

Lluvia solar —exclama Won, emanando de sus manos, gotas de chispas hacia los insectos.

Los insectos se multiplican al ser eliminados. Siendo el triple de los que inicialmente son.

—Vengan insectos molestos, ¡espada lacerante! —menciona Renfaz, mientras se mueve con rapidez por el lugar.

—Aaaah, que molesto —dice Lizari, mientras ataca a los insectos con sus flechas, la toxina hace que la piel de la joven cazadora comience a picar y arder.

Tyreesa, una las sacerdotisas crea un encantamiento de su esencia arcana verde, para curar y aliviar a los compañeros afectados, usando Gota de maná.

—Chicos, los insectos siguen multiplicándose —menciona Jena sin dejar de atacar.

—Debemos reunirlos a todos en un solo lugar y matarlos juntos, se regeneran con sus mismas toxinas. No hay que dejarlos más de diez segundos —agrega el huargen.

—Déjenmelo a mí —dice Denathal, mientras se prepara a dar un ataque eléctrico—. Punto de choque, ¡descarga! —exclama mientras que con velocidad, toca a cada insecto que tiene a su alrededor.

Flecha múltiple, balas de agua —exclama Jena, terminando con los últimos tres.

—Muy bien, sigamos —menciona Renfaz—. Ahora, ¿hacia dónde es?

—Sigamos por aquí —responde el vampiro, mientras mira el pergamino y señala a su derecha.

Al caminar, van alerta de cualquier posible amenaza, mientras las sacerdotisas terminan de curar a los afectados por la toxina. Mientras se van aproximando, perciben un humo verde tenue, por lo que se estacionan para analizarlo. En el lugar, hay especies de colmenas gigantes, de las cuales gotea un líquido verdoso.

—¿De dónde vendrá esa neblina verde? —pregunta Vía—. Podría ser un tipo de... ¿veneno? —señala los charcos de aquel líquido.

—Es posible, chicos traten de no aspirar. Veré si se puede dispersar. Brisa golpeante —menciona con ímpetu el joven vampiro, a su vez que extiende sus brazos y manos hacia el humo.

—Se dispersa, pero vuelve a estar en el lugar —agrega la joven Lizari—. Si se intenta con algún tipo de encantamiento, ¿servirá?

—Buena idea, Liz. Probemos... —dice Tyreesa, mientras crea con sus manos una especie de bola verde. Vía se incorpora y posa sus manos sobre la de ella. Pronunciando Círculo purificante y arrojando esta hacia la neblina verde.

Poco a poco, el lugar se va despejando.

—¡Seres insoportables! —Se escucha una voz femenina con estruendo jocoso—. ¡¿Cómo osan venir a perturbar y dañar a mis... Crías?!

—¿De dónde viene esa voz? —pregunta Lizari.

—¡Cuidado, arriba! —exclama Faena, mientras emana hojillas de viento de sus manos hacia lo que parece que es...

—Es el primer jefe, Abejorro Punzante. ¡Tengamos cuidado! —comunica con énfasis, Renfaz, a su vez que se prepara para el combate real.

Tiro certero —menciona Jena, mientras lanza tres flechas veloces hacia el abejorro.

—Ja, ja, ja. Eso no me hace ni cosquillas, tonta elfa —expresa el jefe del calabozo—. Vengan mis pequeños, ¡defiendan a su reina! —convoca, a su vez que revolotean miles de abejorros pequeños, parecidos a los de antes.

—¡Aaah! Punto de choque, ¡descarga! —exclama Denathal corriendo hacia unos de ellos.

Espada de gracia, santificada —dice Renfaz, atacando a otros de los insectos.

Las sacerdotisas mantienen a sus compañeros con su esencia arcana y sus encantamientos, Tyreesa empieza a sentirse mareada. Won se percata y va hacia ella.

—Eh, ¿te encuentras bien? —pregunta.

—Sí, creo que me está afectando la... toxina.

—Espera, yo te ayudo —dice Vía, mientras posa sus manos sobre la joven sacerdotisa—. Sanación.

—¡Chicos, ayuden! Vamos a exterminar a este abejorro —habla Renfaz.

Won que aún no se había transformado en huargen, decide hacerlo y acabar con el jefe.

—Denathal... —dice mientras en un segundo cambia su apariencia de humano a lobo de dos patas.

Este corre hacia el objetivo, activando su lado salvaje. Comienza atacando de forma desenfrenada, combinado con algo de esencia arcana blanca y amarilla.




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