En los caminos de la soledad profunda,
se escucha el lamento de un alma vagabunda.
Cada paso es un eco de tristeza,
en el desierto del corazón, sin certeza.
Los días se alargan, se tornan en sombras,
las noches se vuelven un abismo de hondas.
El silencio grita en la penumbra fría,
y el alma herida sufre en agonía.
El viento acaricia con su brisa helada,
recordando los sueños en una vida olvidada.
Caminos de soledad, un viaje sin fin,
donde el corazón se pierde en su jardín.
Los recuerdos se aferran como cadenas,
a un pasado que el tiempo envenena.
La esperanza se disuelve en el aire,
dejando un vacío que nadie puede llenar.
Caminos de soledad, senderos de duelo,
donde el alma llora bajo el mismo cielo.
Cada lágrima, una historia sin contar,
cada suspiro, un anhelo por hallar.
En estos caminos, el dolor es compañero,
un amigo silencioso, fiel y sincero.
La soledad se convierte en el refugio,
de un corazón que busca su arrullo.
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Editado: 25.07.2024