En el borde del adiós, un suspiro final,
donde los sueños mueren y la tristeza es real.
Una mirada perdida en el horizonte frío,
el eco de un amor que nunca fue mío.
Las palabras se quiebran, se ahogan en llanto,
cada despedida es un eterno quebranto.
El sol se oculta, dejando sombras en el suelo,
y el corazón llora su silencioso duelo.
Los recuerdos se vuelven fantasmas grises,
vagando en la mente, creando cicatrices.
Eterna despedida, un lamento constante,
en el rincón del alma, siempre dominante.
El viento lleva consigo los restos de amor,
dejando un vacío, un eterno dolor.
Las promesas rotas caen como hojas secas,
y el alma se pierde en noches huecas.
Cada paso es un eco de lo que fue,
un susurro de pena que el tiempo no ve.
Eterna despedida, un adiós sin fin,
donde la esperanza ya no tiene jardín.
El cielo se oscurece, cubriendo el llanto,
y el corazón sigue en su eterno quebranto.
Eterna despedida, un susurro en la brisa,
de un amor perdido que jamás se desliza.
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Editado: 25.07.2024