Llena eres de gracia.

Capítulo 3: Bienaventurado.

—Padre nuestro que estas en el cielo, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino, hágase señor tu voluntad en la tierra como en el cielo, danos hoy nuestro pan de cada dia, perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los ...   

—Padre nuestro que estas en el cielo, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino, hágase señor tu voluntad en la tierra como en el cielo, danos hoy nuestro pan de cada dia, perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofende, no nos dejes caer en la tentación y líbranos de todo mal. Amen. —Isabel se persigno y volvió a su lugar mientras observaba la imagen de Cristo en la cruz.

—Niña...—dijo en voz baja Guadalupe, quien llevaba un rebozo de color azul sobre la cabeza y un ramo de flores pegadas a su pecho.

—Lo sé, Guadalupe. Sé que debemos regresar, pero...

—Entiendo cómo se siente, niña. Pero...

—Me siento atrapada, Guadalupe—unas lágrimas recorrieron las mejillas de Isabel.

—No, niña. Amo xichoka (1)— con su mano limpio las lágrimas de Isabel y ella sorbo su nariz y termino aclarando su garganta.

—Lo sé, Guadalupe, andando.

 

 

Los caballos relincharon cuando olfatearon el olor a casa, habían llegado después de tanto tiempo de travesía. Jacques y Alain se habían caído profundamente dormidos y despertaron justo a tiempo cuando los caballos se detuvieron. El primero en bajar fue Alain, quien ayudo a bajar a su madre Claudine, Jacques aun incomodo con el nuevo paisaje de una nueva tierra bajo de mala gana.

—Jacques—llamo su madre, él obedientemente giro en su dirección mientras se ponía su sombrero de copa —A partir de ahora iniciaras tu vida aquí, deseo que pongas de tu parte y te comportes adecuadamente.

Jacques asintió, aun de mala gana miro a otro lado. Observo como dos hombres que vestían con enormes sombreros guardaban a los caballos, suspiro y pensó en diversas formas en las que podría huir, pero también pensó si había algo que lo mantuviera en ese lugar. Avanzo conforme los demás avanzaron donde se encontraron con un nuevo carruaje llegando. No fue mucha sorpresa para Jacques ver bajar a su padre con el aire de elegancia que lo distinguía.

—Bienvenidos sean—hablo con voz legible el señor Rousseau mientras se posicionaba al lado de su esposa, tomo la mano y la beso sutilmente, mientras presionaba los hombros de sus hijos. —Afortunado seas, Alain—sonrió. Alain asintió con un gesto forzado. El señor Rousseau extendió su brazo para que su esposa entrelazara su brazo con el de él. De esa forma se encaminaron a la gran Casa de la familia De Villaseñor.

En cuanto el señor Rousseau toco, una mujer de piel canela con una manta de color marrón que sujetaba su cabello y vestida con una falda de una tela extraña para Jacques color gris y una blusa bordada de diferentes colores los recibió con una sonrisa tímida. Hizo un gesto para que la familia Rousseau se adentrara. Jacques entro lentamente mientras observaba cada detalle de la casa, observo a la mujer quien les abrió y le agradeció, aunque la mujer le dijo algo que no comprendió por lo que el finalmente asintió y siguió caminando. Escucho como llegaba un nuevo carruaje, observo por la ventana, pero no logro ver quien salía de ella.

—Jacques—Llamo el señor Rousseau y apuro su paso para poder seguirlos.

Se encontró con el señor De Villaseñor y a lado de él quien parecía ser su esposa, Jacques pensó que su esposa se veía demasiado joven para el Señor De Villaseñor quien ya tenía el cabello canoso. Aunque no encontró por ninguna parte a quien sería la futura esposa de su hermano. Jacques se quitó su sombrero.

—Debo imaginar que el viaje fue agotador—comenzó el Señor De Villaseñor.

—Nada que mis chicos no puedan soportar. Y sobre todo Alain quien debe estar ansiando conocer a su futura esposa.

El señor De Villaseñor sonrió en dirección a Alain y asintió.

—Ella es Claudine, mi esposa—La madre de Jacques saludo eufóricamente a los señores De Villaseñor. - Y mi segundo hijo, Jacques- Jacques hizo un asentimiento elegante.

—Qué joven tan mas galante—murmuro la señora De Villaseñor.

—Le agradezco—menciono cortésmente Jacques.

—Por favor, tomen asiento, esta es su casa. ¡Amparo!

Todos se sentaron con comodidad. A excepción de Jacques y Alain quienes aún mostraban una postura de tensión.

—Si eres soltero tendrás la oportunidad de conocer a mi sobrina, Fátima. Su edad esta entre los dieciséis años.

Jacques sintió una punzada y se abstuvo de responder, simplemente se limitó a sonreír.



#32824 en Otros
#2226 en Novela histórica
#49738 en Novela romántica

Editado: 12.03.2018

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.